El próximo domingo se disputa la París-Roubaix, uno de los cinco Monumentos ciclistas que se disputan a lo largo del año. Pasamos de los muros adoquinados de Flandes a los largos tramos de pavé del norte de Francia en donde la resistencia se presenta como arma vital para lograr el éxito en el Velódromo de Roubaix. Además, los tramos de adoquín ya han sido reconocidos por los organizadores los cuales afirman que cada año están en peor estado.

El Bosque de Arenberg, Mons-en-Pevele y Carrefour de l’Arbre serán los tramos adoquinados más duros, catalogados como de cinco estrellas por Christian Prudhomme, Jean-François Pescheux y Thierry Gouvenou. Además, relativo a la cuarta etapa del próximo Tour de Francia, habrá tramos comunes como Quievy, Saint-Python o Verchain-Maugré, al inicio de la carrera. Además de la propia dureza del adoquín, el barro, la humedad, el polvo y el viento serán factores fundamentales a la hora de decidir los momentos claves.

Todo ello después de partir desde Compiegne-Clairoix con destino al norte. La localidad, a unos 90 kilómetros al noreste de París, será el punto de salida de la carrera gala. Una partida habitual desde la campiña parisina. Como es habitual, terreno completamente llano y el primer tramo adoquinado no llega hasta el kilómetro 98 con Troisvilles (tres estrellas) un tramo ya largo, de más de dos kilómetros y que empezará a paliar las fuerzas de los corredores. Tras él, en la parte de desgaste, se pasan zonas como Quievy (cuatro estrellas) con 3700 metros, el tramo de pavé más largo de la carrera. Después encontramos Vertain (***), Haveluy (****) y el primer cinco estrellas, el Bosque de Arenberg.

Allí acabó la espectacular etapa del Tour de Francia 2014 en la que acabó imponiéndose Lars Boom y donde Vincenzo Nibali opositó al título de manera firme. El tramo de Arenberg tiene 2400 metros y muchos dicen que es ahí donde empieza la verdadera Roubaix. La humedad del adoquín, debido a la zona umbría del bosque, es clave para entender la dureza de su adoquín, roto y embarrado casi siempre. Se introdujo por primera vez en la carrera en 1968 y aunque ha sido omitido en algunas ediciones por su mal estado, se ha convertido en un clásico del Infierno del Norte. La carrera empieza a romperse aquí, entre los árboles de Arenberg, si es que no llega rota ya. Quedarán 45 kilómetros y 17 tramos de auténtica tortura. El espectáculo está garantizado en una zona de afluencia masiva de público.

Además, para colmo, tras pasar Arenberg los ciclistas se toparán con Hornaing y Tilloy-Sars-et-Rosieres en los kilómetros siguientes. El primero iguala a Quievy con 3700 metros y el segundo, también de cuatro estrellas, tiene 2400 metros. La carrera se introduce en su parte decisiva con la llegada al kilómetro 200, con el tramo de Auchy-ez-Orchies-Bersée de casi tres kilómetros. Acto seguido, Mons-en-Pevele.

El segundo cinco estrellas de la carrera se pasa a falta de cincuenta kilómetros para la meta. Otra de las zonas míticas de la carrera con sus tres kilómetros adoquinados entremezclados con un falso llano que complica el paso. Además, es un sector habitual de barro lo que hace aún más duro el paso por Mons-en-Pevele. Se ha pasado desde 1978 de forma ininterrumpida salvo en 2001. Comienzan los ataques más serios a la espera del Carrefour de l'Arbre.

Tras Mons-en-Pevele, con la carrera ya muy seleccionada y, por qué no, rota, se afrontan varios tramos de inferior dificultad hasta que a falta de veinte kilómetros para el final llega la traca final. Para abrir boca en el desenlace de la carrera, el paso por Camphin-en-Pevele (****). Un tramo de 1800 metros que se inicia con un pequeño falso llano para completar un sector plano con una zona del 2% al final. Esto solo para abrir boca. Acto seguido, tres kilómetros después, se afronta el Carrefour de l'Arbre (*****), probablemente uno de los sectores de adoquín más relevantes del ciclismo mundial. Sus 2100 metros son un auténtico sufrimiento para los ciclistas que acumulan ya más de 230 kilómetros subidos en sus bicicletas. Es totalmente plano aunque acaba con un ligero falso llano en la última parte.

El paso por Carrefour de l'Arbre en 2011

Para acabar, Gruson y Hem (**) y Roubaix (*), justo antes de afrontar el repecho y posterior curveo que da acceso al velódromo, allí donde se juntan todas las emociones y la más importante, la del vencedor en la meta tras una vuelta y media de sentimientos. En total, 52 kilómetros de adoquín, de traqueteo, de dureza, para acabar en la gloria del infierno, el Infierno del Norte.

Los sectores de pavé, uno a uno