A sus 26 años, John Degenkolb ha tocado la cima del ciclismo. Empezaba 2015 con altas miras para el ciclista alemán. Siempre a la sombra de las numerosas victorias de Kittel, los triunfos de Degenkolb eran minusvalorados y siempre se tenía por encima a su compañero y compatriota. Pero Degenkolb no es un simple velocista. Quizás no sea el tipo con la mayor velocidad punta del pelotón pero sus habilidades y su inteligencia le han enfocado hacia otro camino alternativo. Las clásicas.  

Buena proyección hacia el pavé

Desde que estaba en HTC-Columbia ya dio muestras de su gran potencial primaveral. Su fondo, su capacidad para guardar fuerzas y su saber estar en los momentos importantes han ido madurando. Ya en 2011 hizo sus primeras apariciones primaverales con meritorios puestos en París-Roubaix y Omloop Het Nieuwsblad. Emigró a Argos-Shimano con la intención de liderar al equipo en las clásicas de pavé. Una formación en crecimiento, por aquel entonces, que ha ido madurando hasta convertirse en lo que es ahora: uno de los grandes equipos del pelotón.  

Proyección clasicómana

Degenkolb llegó para liderar al equipo en la primavera y lo hizo desde el principio. Fue undécimo en Omloop y sexto en E3 Harelbeke. Curiosamente destacaba en las carreras que se resolvían en grupos pequeños o de forma individual. En Kurne o Gante-Wevelgem, con resoluciones más masivas, no aparecía en los primeros puestos. Curioso cuanto menos en un ciclista que se llevó, en aquel 2012, cuatro llegadas masivas en la Vuelta a España. Muy curioso.  

En 2013 fue cogiendo el ritmo a Flandes Roubaix. Fue noveno en De Ronde y vigesimoctavo en el Infierno del Norte. Paso a paso fue madurando en fondo e inteligencia. El remate estaba ahí y pocos querían llegar con el alemán en la resolución de una clásica. Todos le temían en grupos reducidos pues era un mal compañero en el sprint final. Y esos pasos le llevaron a un gran 2014, hablando de clásicas. Se llevó la Gante-Wevelgem y fue segundo en París-Roubaix, luego de liderar el grupo perseguidor de Niki Terpstra. Además, fue decimoquinto en E3 Harelbeke y Flandes. Acabó el año en buena forma con cuatro etapas y maillot verde en la Vuelta a España y victorias en París-Bourges y París-Tours. Un preludio de lo que iba a ser su 2015 quizás. 

Arranque de 2015 discreto

Arrancó la presente temporada y Degenkolb no era el ciclista ganador que acostumbraba a ser desde el principio. Solo se llevó una etapa en dos meses, la llegada a Hatta en el Tour de Dubái. En Andalucía se vio superado por Lobato y pocos presagiaban una buena primavera para Degenkolb. Pero así, calladito, sin hacer ruido. Así llegan las grandes victorias. Se presentó en Milán-San Remo como tapado. Kristoff partía como el gran candidato pero ahí apareció John, sin hacer ruido a lo largo de 292 kilómetros para saltar en el 293 y llevarse la victoria en la volata de Vía Roma. Primer monumento tras tres participaciones en donde había ido de más a menos. 

Pero el reto no había finalizado. Llegaba el pavé y Flandes y París-Roubaix se reflejaban en sus ojos. Tras un discreto acercamiento, compitiendo solo en E3 Harelbeke (25º) y en Gante-Wevelgem (abandono). Llegó a Flandes con las ideas claras: aguantar y buscar el momento.  No pudo meterse en los cortes delanteros. Encabezó el primer grupo perseguidor tras los aventureros que llegaron en el top 6. Activo pero sin opciones, así podría calificarse a John Degenkolb en De Ronde

El gran triunfo

Pero llegaba Roubaix. Quería quitarse la espinita de Flandes en una de las grandes carreras. Tampoco partía entre los máximos candidatos. Como en FlandesTerpstra, Kristoff, Stybar, Boom, Van Avermaet… partían por encima en las quinielas pero Degenkolb no se arrugó. Descanso activo hasta encontrar su momento. Fue a once kilómetros de meta, con solo dos tramos de adoquín por delante. Aprovechó la rueda de un compañero para acercarse a los de cabeza.

Finalmente, un arreón de potencia le llevó hasta la rueda de Van Avermaet Lampaert. Completamente solo en los relevos, no pudo con el empuje del grupo perseguidor que les acabó cogiendo. Ahí, su estrategia volvió a ser la misma. Descanso activo, atento pero sin pasar mucho a los relevos. Una vez en el velódromo, saltó con fuerza en los últimos 100 metros y se llevó la carrera merced a su potencia. Había guardado lo justo, se conoce a la perfección para saber cuándo apretar, cuando atacar. No le pudo la presión una vez neutralizado su grupo y remató sin despeinarse, con eficacia, con superioridad.  

“El ciclismo está cambiando, sin duda, y una nueva generación está apuntando. Una gran cantidad de jóvenes ciclistas también están creciendo, adquiriendo experiencia, consiguiendo ser más fuertes mentalmente”, señala Degenkolb varios días después de su gran triunfo. Él, junto con otros ciclistas, es la cabeza de esa nueva generación de clasicómanos llamados a relevar a Cancellara Boonen. "Estoy bastante triste de que Fabian (Cancellara) no estaba en esta carrera. Hubiera sido muy bueno tener una batalla con él”, señalaba el alemán respetuoso con sus ídolos y con aquellos que han logrado metas con las que el sueña día a día. 

En fin, segundo monumento y en un mismo año. Repite el hito de Cyrille van Hauwaert y Sean Kelly que también lograron el doblete San Remo-Roubaix. Sus claves, conocimiento de sí mismo, capacidad de ahorro de energía, colocación en carrera y potencia, mucha potencia. Con esa carta de presentación, John Degenkolb se planta ante el futuro como el presente y el futuro de la primavera. 

Fotos vía Giant-Alpecin galería París-Roubaix