Los trazados del Giro de Italia nunca dejan indiferentes a nadie y el de esta edición número 98 vuelve a erigirse como una auténtica montaña rusa de perfiles, tanto en montaña, llano y crono. Con los números en la mano, se puede afirmar que se está ante un modelo de recorrido compensado, aunque no por ello menos duro. Hasta seis finales en subida en altas cotas se pueden contar, además de jornadas criminales que no han sido captadas por el radar: la Spezia, San Giorgio del Sannio, Imola o Verbania.

La contrarreloj individual de 59 km. en Valdobbiadene (14ª etapa) hace conservar el clásico equilibrio escalador-rodador de toda gran ronda, perdido en los últimos años y que solo la Corsa se ha preocupado en conservar. Por otro lado, la recuperación de colosos como Madonna di Campiglio, Mortirolo, Aprica, San Pantaleón o Finestre, auténticas señas de identidad de la carrera, convertirán estas tres semanas de mayo en una confluencia de competición, emoción, suspense y leyenda bastante atractiva para el espectador. No obstante, dentro de un ciclismo tan robotizado como el actual, no conviene poner el listón tan alto. Mejor vivir este Giro día a día, asimilándolo con paciencia.

Primera semana para desconfiar

El menú de este trazado a estrenar tiene trazas y recovecos que piden ser estudiados detenidamente por todos y cada uno de los candidatos a la victoria, sobre todo para evitar sustos innecesarios. El prólogo en San Remo tiene más de visual y simbólico que de dificultad propiamente dicha. El Giro vuelve a salir desde territorio italiano dos años después, tras el experimento publicitario de celebrar la partenza en Irlanda del Norte. La costa ligur, enclave del romántico ciclismo primaveral gracias a la Milán-San Remo, acoge esta vez el arranque de una primera semana y un Giro muy atractivo y engañoso a partes iguales.

El prólogo CRE en San Remo tendrá lugar en un carril bici

Porque el camino que se dibuja desde la vía ciclable de San Remo es tortuoso y exigente. Ya desde la tercera etapa el desnivel comienza a jugar con las formas, desorientando al ciclista. Pero no en un sentido esquemático y repetitivo. RCS ha jugado con una vieja carta histórica del Giro: las trampas. Los finales quebrados, los descensos, los tramos técnicos. La Corsa explota en este 2015 este recurso con malicia y soltura, ya sea en esta tercera, la cuarta o la séptima jornada. En mitad de este campo de minas, el final en Abetone (5ª etapa), un primer tanteo entre los Contador y Porte de turno.

La crono y sus filtros

El recorrido sigue evolucionando y asentándose en esta línea. Sin esquemas fijos, sin cartas marcadas. Los perfiles de esta nueva aventura italiana buscan romper la idiosincrasia gris de los equipos, facilitando la creación de variantes tácticas desde los coches del preparador. De esta manera, las etapas llanas no se enlazan unas con otras en ningún momento, rompiendo con la rutina del fondista, acostumbrado a los largos maratones de las llanuras francesas. Tampoco se abusa del uphill. Campitello Matese, en la octava etapa, Monte Berico (12ª) y Madonna di Campiglio (15ª), son las metas en alto del ecuador de la carrera.

La contrarreloj larga de la 14ª etapa acotará la general justo antes de la montaña

La media montaña se muestra en todo su esplendor en el noveno parcial, con el objetivo de ejercer de primer filtro, al igual que la contrarreloj de Valdobbiadene (14ª), el sábado 23 de mayo. Es de aplaudir la apuesta que hace la ronda transalpina estableciendo una CRI de casi 60 km. en mitad de carrera. Nadando contracorriente, RCS ha querido que el pelotón quede seleccionado tras pasar el test individual, antes del asalto final en los Alpes. Es un día marcado en rojo por corredores como Urán o Porte para asentar sus opciones de triunfo final.

Las montañas, batalla por la gloria

Para el martes 26 de mayo, en la 16ª jornada, la carrera debe quedar acotada a un grupo selecto de elegidos, si se siguen los principios básicos de selección natural. Pero las cuatro incursiones en territorio alpino de esta traca final rosa son un mundo, una batalla cruenta dentro de la guerra, con las idílicas praderas verdes como testigo. Ese martes la maglia rosa se juega en el brutal encadenado Mortirolo-Aprica. Aquel donde Pantani irrumpió definitivamente en la historia ciclista, donde Berzin sufrió, donde Miguel se gustó. Una secuencia sagrada, donde han sido protagonistas hombres de toda clase y época, como Chiappucci, Gotti, Vinokourov o Basso. Un paso en el que se entra siendo corredor y se sale convertido en héroe o villano.

En el comienzo del tríptico alpino, se explora también el modelo de final tras descenso

El final en Verbania, en la etapa 18, propone otro modelo. Se explota la bajada del Monte Ologno, un especial de 10,4 km. al 9% con picos del 13%, ideal para romper y jugar con la carrera a 40 de meta. Sin descanso, el día siguiente, 29 de mayo, aparece otro diente de sierra. Tres puertos de primera (Saint-Barthélemy, San Pantaleón y Cervinia) se encadenan en los últimos 90 km., en una jornada que bien podría ser considerada también como reina. El cierre del tríptico definitivo lo protagonizan esta vez dos viejos conocidos por la afición: el paso de Finestre, el puerto del sterrato, que se encadena con Sestriere. Un modelo de etapa criminal sobre el papel, ya explotado en los Giros de 2005 y 2011.

El paseo triunfal por Milán del próximo 31 de mayo mostrará las heridas de guerra de unos corredores que no sólo deberán desenvolverse con maestría en el último puerto para ganar. El trazado del Giro 2015 es un guiño a la valentía, es una pequeña nota de página dentro de un libro plagado de experimentos, llamado ciclismo profesional. Un espacio para el ataque, los cambios de guion y la escritura de nuevas y bellas páginas de este deporte.

El vídeo-presentación del recorrido

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