Richie Porte ha sido, sin duda, el mejor de 2015. El australiano y Kristoff han sido los ciclistas más destacados de lo que llevamos de año, cada uno en su especialidad. Y es que Porte ha arrancado con ganas en la temporada de su reinicio. Tras prometer mucho en el pasado y acabar defraudando cuando todo el mundo esperaba que diera su mejor nivel, 2015 está siendo su año y el Giro se presenta como la gran oportunidad de convertirse en uno de los grandes ciclistas.

Y es que todas las circunstancias apuntan que Porte está en el mejor momento posible para asaltar una gran vuelta. Con los grandes vueltómanos centrados en el Tour de Francia (salvo Alberto Contador), en una edad madura a la par que óptima para el rendimiento físico, y en un recorrido muy propicio a sus condiciones como ciclista: explosivo en la escalada, a la par que constante en puertos largos, y un notable paso por la crono, casi comparable con los grandes contrarrelojistas. Estos factores se unen para crear al verdadero favorito, visto lo visto en 2015. Ni Contador, ni Pozzovivo, ni Urán, ni mucho menos Aru han mostrado un nivel equiparable con el de Porte y eso convierte al australiano en el favorito del 2015, pese a que su pasado en las grandes vueltas no haya sido tan exitoso como el de los ciclistas anteriormente mencionados. Lo que cuenta es el presente y ahí, Porte gana de goleada.

Y es que el ciclista de Sky ha disputado cinco vueltas por etapas de diferente entidad, pero siempre ante rivales de nivel. Y en el global de esas carreras sus resultados han sido fabulosos: tres victorias en la general, un segundo puesto y cuarto. Espléndido. Además, ha sido el mejor en las jornadas montañosas, donde se juegan las grandes diferencias. Arrancó ganando en los nacionales de contrarreloj, enfundándose un maillot que ha ido paseando de podio en podio. Poco a poco, progresivamente, su nivel fue subiendo. Acabó segundo en el Tour Down Under, luego de ganar la etapa reina con final en Willunga Hill. Se impuso también en la jornada reina de la Volta al Algarve, donde acabó cuarto en la general y ayudó a sus compañero Thomas a llevarse la victoria final. Y a partir de aquí, todo éxitos.

París-Niza se presentaba como la primera gran carrera, ante rivales de mucha entidad y en un recorrido que aglutinaba crono, montaña... Y Porte no se lo pensó. Ayudado por su gran equipo, se impuso en la jornada reina con final en la Croix de Chabouret, no se dejó sorprender en una alocada jornada camino de Niza y remató con una gran cronoescalada a Eze. Idílico. Pero la cosa no quedó ahí ya que apenas dos semanas después se subía la primer escalón de la Volta a Catalunya, en donde, con mucha regularidad, superó a sus rivales en el Giro, a todos ellos. Para rematar, apareció en el Giro del Trentino como último test y venció de forma autoritaria. Sobrado en la primera jornada montañosa, acabó tercero en la segunda y aguantó el tipo en la última para llegar al Giro de Italia victorioso. Con esa moral y esa confianza que te da saber que llegas con mejor forma y mejores sensaciones que tus rivales.

Es su oportunidad y ahora sí que no la quiere dejar escapar. Está siendo el rayo de luz entre los vueltómanos de su equipo, ante el detrimento paulatino de Wiggins desde 2012 y ante la decadencia contemporánea de Froome. El mejor de 2015 quiere rematar estos cinco meses de ensueño.