Dos años. Ese es el tiempo que lleva esperando Nairo Quintana (Movistar) este momento, el de afrontar el Tour de Francia de nuevo. El colombiano, segundo en su primera participación, en 2013, fue el único capaz de hacer hincar la rodilla a un imparable Chris Froome (Sky). Ahora, mucho más maduro y habiéndose centrado en preparar exclusivamente la Grande Boucle, regresa a las carreteras francesas para cambiar el maillot a lunares de hace dos años por el amarillo.

Sin duda, Nairo necesitará rendir a la perfección en este Tour. Y no solo físicamente, sino sobre todo psicológicamente. El Giro de Italia 2014, que acabó ganando, fue un gran test para su resistencia mental. Finalmente, obtuvo un sobresaliente en dicho apartado, pero la carrera francesa siempre es diferente. En tierras galas, todo se magnifica, también el caché de un corredor distinto como es el colombiano que, pese a estar ya en el firmamento del mundo ciclista, quiere ser la estrella que más brille.

La evolución del hombre de Movistar ha sido meteórica. Hace prácticamente tres años era un desconocido, hasta que realizó una espectacular Vuelta en la que finalizó cuarto. Como buen colombiano, destaca por sus buenas condiciones en montaña. Tal vez sea el mejor escalador del pelotón, capaz de imprimir un ritmo muy duro cuando la carretera se empina y de mantenerlo durante largos tramos.

Con esta descripción parece ser diesel, pero también tiene tintes de gasolina, ya que sus potentes arrancadas son muy difíciles de seguir. Un motor híbrido en un ciclista criado en una región, Boyacá, a más de 3000 metros de altitud, han creado una auténtica bestia sobre la bicicleta. Adicionalmente a esto, su fortaleza mental es digna de estudio. Los descensos y, sobre todo, la contrarreloj, son los aspectos en los que la evolución de Nairo Quintana ha sido más notable.

La temporada 2015 del colombiano ha estado totalmente dirigida a llegar en plena forma al Tour. Prueba de ello es que el ciclista de Tunja solo ha logrado dos victorias hasta el momento. Quintana regaló a los aficionados una exhibición digna del mejor ciclismo en Terminillo, en la quinta etapa de la Tirreno-Adriático. Aquel día ganó y dejó prácticamente sentenciada la general de la Carrera de los Dos Mares, que finalmente se llevó. Estos han sido sus dos únicos triunfos en 2015.

Ha rozado la tercera victoria en varias ocasiones. En enero fue cuarto en dos etapas del Tour de San Luis. En abril, en la Vuelta al País Vasco acabó en cuarta posición y en la tercera etapa, con final en Zumárraga, fue tercero. En el Tour de Romandía acabó cuarto en la quinta etapa con final en Champex-Lac y octavo en la general. Por último, en La Route du Sud, fue segundo en la tercera etapa, que se llevó Alberto Contador en Bagnères de Luchon, y ocupó esta misma plaza en la general.

En el ciclismo actual, hay algunas estrellas que son capaces de brillar con luz propia. Una de ellas es Nairo Quintana, que a base de su esfuerzo y de su constancia ha logrado entrar en este selecto grupo. Pero, ambicioso como ningún otro, no quiere detenerse ahí: anhela ser la estrella que más brille, la más visible. Y para ello solo hay un camino: el de los Campos Elíseos vestido de amarillo, el mejor color para destellar.