Al mirar atrás en el tiempo, intentando combinar pavé y la ronda gala, nos daremos cuenta de que en pocas ocasiones el Tour ha atravesado dicho terreno en ediciones recientes. Tal vez, nos acordaremos del Tour del año pasado, el abandono de Frank Schleck (Saxo Bank) en 2010 o la terrible caída de Iban Mayo (Euskaltel – Euskadi) en 2004. Sin embargo, si profundizamos un poco más en la bella historia del Tour de Francia, nos daremos cuenta que las carreteras del norte han estado bastante presentes a finales del siglo XX. Concretamente, en las décadas de 1970 y 1980.

Los 70. La década de Merckx, Ocaña e Hinault

Las primeras referencias al adoquín surgen bien iniciada la década de los 70. Esa década donde ciclistas como Eddy Merckx (Molteni), Lucien Van Impe (C&A) o el mismo Luis Ocaña (BIC) forjaron su leyenda a base de constancia y esfuerzo. Dominaban todo tipo de terrenos, incluso el pavé. Varias referencias apuntan a que en las ediciones de 1971, 1973, 1975 se empezaron a cruzar las primeras etapas con adoquines. En esos tiempos, los recorridos del Tour no tenían absolutamente nada que ver con los de ahora. Primaba la contrarreloj. Que decir que en el Tour de 1977, que se llevó Bernard Thevenet (Peugeot), hubo… ¡seis etapas contra el crono!

Eddy Merckx (Faema) durante la sexta etapa del Tour de Francia 1970 | Fuente: Bikeraceinfo.com

La época de máximo esplendor

En aquel entonces, Félix Levitan y Jacques Goddet hacían las de Prudhomme. Eran los máximos responsables de la organización. Corría el año 1979 y la primera gran etapa de pavés en el Tour fue presentada. Constaría de casi 200km e iría desde Amiens hasta Roubaix. Fue una etapa memorable en la historia del Tour. Cuando ya se habían recorrido unos 90km, el máximo favorito Bernard Hinault (Renault) pinchó. El “fair play” pasó a un segundo plano y el todopoderoso iJsboerke con Didi Thurau al mando, puso un ritmo endiablado. ¿El resultado? Un pelotón descompuesto al instante, corredores entrando de uno en uno, Hinault a más de dos minutos y el primer español (Andrés Oliva) a 10’40’’. Eran otros tiempos.

Tras dicho éxito, la organización siguió implementando este tipo de terreno en las sucesivas ediciones. No era una rareza, era una obviedad que hubiese etapas del tal tipo. El hombre que se alzase con el maillot amarillo no tenía que ser el mejor ascendiendo el Alpe d’Huez o rompiendo el crono, sino también el que no le tuviese ningún miedo al adoquín y alcanzase la gloria con el pavés a sus pies. Por eso, tal vez, Perico Delgado (Reynolds) en 1983 cuajó su peor puesto en la historia de la General de la Grande Boucle. 25’44’’ lo separó de imponerse al francés Laurent Fignon (Renault – Elf). A destacar que nueve de esos veinticinco minutos de retraso los perdió en el pavés. Como a él, a varios escaladores se le esfumaron sus opciones de victoria en dicho terreno. Estas etapas eran decisivas de cara a la victoria final. Un factor más.

Esto hizo que varios equipos de la época (Reynolds, Renault, Skil o Panasonic) se quejasen de las etapas de pavés. Sus jefes de filas perdían todas las opciones en apenas 20km. Por lo tanto, la organización ante las presiones externas desterró el adoquín de la ronda gala y no se volvió a rodar ninguna etapa de esas características en 21 años.

Siglo XXI, un nuevo ciclismo.

Llegaría el año 2000, y con él un ciclismo más estratégico y cuidadoso que el de años anteriores. Cuatro años después, el 22 de abril de 2004, Jean-Marie Leblanc presentó el recorrido del Tour de ese mismo año en Varsovia (Polonia). Se empezaron a escuchar numerosas voces cuando se presentó la tercera etapa. ¿Pavés en el Tour?, ¿desde cuándo?, debieron pensar. Tampoco era mucho. Un muro y dos tramos de pavé (3.9km en total). Varios ciclistas se pronunciaron, como Michael Rasmussen: “No es justo que los favoritos arriesguen todo un Tour en 1.100 metros. No le veo sentido”. Otros como Lance Armstrong, Ivan Basso, Ullrich o Iban Mayo permanecieron callados a la espera de acontecimientos.

"Fue por la tensión y los nervios. Se cayeron delante de mí y me he ido al suelo. Un corredor me tocó. No pude nada hacer contra eso. No tengo suerte. ", añadió Mayo al caerse en los adoquines.

« Attention, chute dans le Peloton » Las radios echaban humo, se había producido una grave caída justo antes de entrar en el sector de pavés. « Les dorsaux 74, 76, 49, 51… et 31 sont tombes.». "Iban", debieron pensar los mecánicos de Euskaltel. Su líder Iban Mayo, uno de los máximos favoritos de cara a la general había besado el suelo dos kilómetros antes del tramo de pavés. “Íbamos a afrontar el primer tramo de pavés. Todo el mundo quería estar delante y yo iba bien colocado. El que estaba al lado mío se ha echado encima mío y me ha desplazado un poco y yo he hecho el afilador con el de delante y me ido al suelo”, contaba Mayo al final de la etapa.

A su lado pasaron Jan Ullrich (T-Mobile) y Lance Armstrong (US Postal). Rápidamente, Bruyneel (US Postal) puso a sus hombres a trabajar. No se iba a parar. Ni aunque un máximo contingente a la general hubiese caído, y se arrastrase dolido y herido por el duro asfalto francés. Se le escapaba el Tour a otro favorito. Otro favorito que no pudo con el pavés. Igual que 21 años antes, las quejas hicieron que el Tour diese por finalizado las etapas de pavés por un par de años.

Iban Mayo estaba en su mejor momento de forma, su sueño acabó en el pavés. | Fuente: Reuters

Poco iban a durar. En 2010 otra etapa de pavés protagonizaría la primera semana del Tour de Francia. Esta vez, el damnificado sería Frank Schleck (Saxo Bank), que venía de ganar el Tour de Suiza. Otra víctima más del adoquín. De nuevo, el pavé no dejaría indiferente a nadie.

Frank Schleck durante la 3ª etapa del Tour 2010. Otro escalador que cayó rendido al pavés. | Fuente: Reuters

Cuatro años más tarde, Chris Froome (Team Sky) sería el caído. Las víctimas del pavés se suceden. Siempre el mismo perfil: escalador, favorito y con miedo. Y es que, el Tour es lo que ha sido. Y el pavé siempre estará presente. Aquel terreno que ha igualado a auténticas glorias como Perico, Mayo, Schleck o Froome. Aquel terreno que siempre guardará una bonita relación con la Grande Boucle. Porque jamás entenderemos un Tour épico sin el barro, el agua y el infierno de las clásicas del norte.

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Sobre el autor
Rafael González Graciani
Nunca es pronto para cumplir tus sueños. Apasionado del ciclismo y del periodismo. Compagino pasiones en Espacio Ciclista y en la redacción de ciclismo de VAVEL España.