Dudar del vigente campeón del Tour era, cuanto menos, atrevido. Chris Froome (Team Sky) ha demostrado a lo largo de su carrera ser un profesional intachable, siendo competitivo cada vez que se coloca un dorsal a la espalda. El británico nacido en Kenia está hecho de la pasta de los grandes campeones, de aquellos que no conciben participar en una carrera para arrastrarse a cola de peloton y finalizar sin pena ni gloria, una práctica que tristemente ha abundado desde principios de siglo XXI entre los corredores de primera fila del pelotón. Froome siempre compite para ganar, como ha hecho siempre que ha tomado la salida en la Vuelta, y como está volviendo a demostrar este año.

Un inicio de Vuelta 'in crescendo'

El líder de Sky llegó a la salida de Puerto Banús, según palabras suyas, "ilusionado ante un desafío del calibre de ganar dos grandes vueltas consecutivas", pero con incertidumbre acerca de su estado físico. El británico ha conseguido evitar verse involucrado en caídas durante la siempre peligrosa primera semana, e incluso consiguió arañar unos segundos al resto de favoritos en el esprint de Alcalá de Guadaira, una muestra más de la excelente actitud con la que ha afrontado la carrera. De esta manera, Froome llegó al primer final en alto de la edición, la séptima etapa en La Alpujarra granadina, con sus opciones intactas, listo para comprobar su estado de forma real en la primera cita para los hombres que aspiran a llevarse el triunfo final.

Este primer test en la subida al pueblo de Capileira, pintoresco pueblo de casas blancas situado en esta montañosa comarca granadino-almeriense, no fue tan bien como británico hubiera deseado. En un día de intenso calor, las constantes rampas y la extensa longitud de la subida hicieron mella en el bicampeón del Tour, que cedió cuando comenzaron los ataques entre los favoritos, afortunadamente para el, a solo dos kilómetros y medio de la cima. Pese a que había poca distancia, el británico estaba sufriendo de verdad y se dejó más de medio minuto con sus rivales. Probablemente, si el resto de hombres fuertes hubiesen abierto la veda antes, habrían distanciado de manera considerable al británico, un corredor al que no se puede perdonar. Esta por ver si los Valverde, Quintana, Purito y compañía no tendrán que arrepentirse de no haber atacado seis kilómetros antes.

Lo que es seguro es que todos sus rivales estarán lamentándose en este día de descanso de la preciosa oportunidad perdida, y más tras lo vivido solamente dos días después en la segunda llegada en alto, la Cumbre del Sol en Benitatxell (Alicante). Pese a ceder al principio de la subida, cuando comenzó el festival de ataques de Valverde, Quintana y Aru, el británico aplicó su ya conocida táctica que tan famosa se hizo en la Vuelta 2014, y que tan buenos resultados le da, consistente en subir a su ritmo, sin cebarse con los ataques de sus rivales, e ir acelerando la velocidad conforme pasan los kilómetros. Un ir de más a menos en la ascensión, en un perfecto símil con su evolución a lo largo de esta primera semana, que terminó por ser la estrategia más inteligente, ya que Froome no solo volvió a enlazar con sus grandes rivales, sino que les atacó en el último kilómetro con gran potencia, y tan solo un inspiradísimo Dumoulin pudo impedirle sumar su segundo triunfo parcial en la ronda española.

A las puertas de la historia

Froome inicia la segunda semana de la carrera en la octava posición de la general, a 1:18 de Dumoulin. Una distancia reseñable respecto del liderato, pero la situación parece más favorable si se compara al británico con los que eran proclamados sus grandes rivales en la salida de Puerto Banús. El segundo de la general, Purito, se encuentra a 57 segundos de la general, por lo que el ciclista de Nairobi se encuentra a unos escasos 20 segundos del mejor colocado de los favoritos. Sin duda, una posición perfecta para asaltar el liderato en esta semana decisiva, en la que se concentran las cuatro etapas de alta montaña de esta edición, empezando por la etapa reina el miércoles en Andorra, y las tres etapas cántabro-asturianas entre sábado, domingo y lunes.

El británico, como se viene recordando desde el inicio de la carrera, tiene además el as en la manga de la contrarreloj de casi 40 kilómetros en Burgos, que se disputará el día siguiente al segundo descanso (miércoles 9), en la que es netamente superior a la mayoría de sus rivales. El único que le supera en esta disciplina es el actual líder Dumoulin, pero todo un novato en la disputa de grandes vueltas como es el holandés del Giant tiene mucho por demostrar y mucha montaña que superar para llegar con vida a la cita de la capital burgalesa. A Froome, por tanto, le basta con aguantar a los grandes escaladores presentes en la carrera, y dejar que ellos se ocupen de eliminar al flamante maillot rojo.

Aun así, el británico de Nairobi es un corredor que se caracteriza por sentenciar las carreras en la alta montaña cuando tiene fuerzas para hacerlo, y no sorprendería a nadie si fuese él quien asumiese la responsabilidad en el etapón de Andorra con el que se reanuda mañana esta edición de la Vuelta. Froome gusta de demostrar su superioridad en el terreno donde se forjan las leyendas en este deporte, en los grandes puertos de montaña, como ha hecho en sus dos victorias en el Tour de Francia. El británico cuenta a su favor además con el equipo más en forma de la carrera, que lidera la clasificación por equipos, además de tener hasta tres hombres que optan a luchar por la general (serían cuatro de no ser por el infortunio sufrido por Sergio Henao camino de Castellón); Nicolas Roche (4º a 1:07), Mikel Nieve (11º a 2:17), y el propio Froome.

El Sky goza por tanto de múltiples opciones, desde filtrar corredores peligrosos en una posible fuga bidón, hasta imponer su clásica marcheta para preparar el terreno a Froome, ese ritmo que hace añicos el pelotón y que acaba con la resistencia de todos los rivales del ciclista británico. Veremos a partir de mañana como juega sus cartas el equipo británico, pero de lo que no cabe duda es de que Chris Froome está a las puertas de entrar en el panteón de leyendas de este deporte, con un doblete inédito (Anquetil e Hinault lo lograron cuando la Vuelta se disputaba en abril). Quedan dos apasionantes semanas por delante que pueden suponer la consagración del chico de Kenia que está conquistando Europa.