España es un país de contrastes. Distintas lenguas, distintas culturas y distintas orografías conviven en una península. Escarpadas montañas, como las de la Cordillera Ibérica o los Pirineos, se sitúan cerca de extensas planicies como las mesetas o la depresión del Ebro. Tanto contraste posibilita crear recorrido para todo tipo de ciclistas, aunque en los últimos años las subidas imposibles han copado la Vuelta. Por ello, en el palmarés de la ronda española se pueden apreciar muchos tipos de ganadores diferentes.

Tom Dumoulin ansía unirse a este grupo de ciclistas que se ha llevado la Vuelta y, a la par, entraría en otro selecto conjunto de hombres que lo han hecho rematando la faena en la contrarreloj. Pese a que la carrera española destaca por sus puertos, ya que este ha sido tradicionalmente un país de escaladores, algunos contrarrelojistas han querida dar su particular golpe sobre la mesa.

Melchor Mauri, en 1991, fue uno de los primeros que logró romper la dinastía de los escaladores en la Vuelta a España. El catalán era uno de los mejores croners de su tiempo y uno de los mejores de toda la historia del ciclismo español. Enrolado en las filas del ONCE, fue capaz de aguantar el tipo en las jornadas montañosas para después, en las tres contrarrelojes de aquella edición, rematar la faena.

Empezó lideró la carrera tras el prólogo de Mérida. En la séptima etapa, con una crono de 47 kilómetros con inicio y final en Cala D’Or volvió a dejarse ver y concluyó su obra en la contrarreloj de 53 kilómetros en Valladolid de la decimoctava etapa. Tres pruebas cronometras y tres victorias fue la cosecha de Mauri que, con las rentas obtenidas en estas etapas, pudo alzarse con el triunfo final.

Alex Zülle en la Vuelta de 1997. Foto: ciclysme-mag

Tras los años de dominio de Tony Rominger, con tres triunfos consecutivos en la Vuelta, y el triunfo en 1995 de Laurent Jalabert, un contrarrelojista volvió a coronarse en la ronda española. Alex Zülle se llevó las ediciones de 1996 y 1997. Ambas tienen un patrón similar: el helvético se colocó líder en la primera contrarreloj del recorrido y nadie le desbancó de este puesto durante las jornadas restantes de Vuelta.

Algo similar sucedió con Abraham Olano en 1998, que comenzó a fraguar su única victoria en una grande tras la contrarreloj de Alcudia. El guipuzcoano logró la suficiente ventaja en esta crono para poder ir gestionándola durante el resto de la carrera.

En Alcudia obtuvo el liderato, que solo cedió en la antepenúltima etapa. En Navacerrada, el Chava Jiménez le arrebato este puesto de honor, pero Olano no se intranquilizó: quedaba la crono final en Fuenlabrada. Allí arrasó, logrando el segundo puesto en la etapa y de nuevo el liderato que, con solo la jornada hasta Madrid por delante, le valió para inscribirse en el palmarés de la Vuelta.

Abraham Olano en una contrarreloj. Foto: Cycling Passion

El último caso sonado fue el de Aitor González. El ciclista de Zumárraga llegó a la contrarreloj final de la Vuelta 2002 a poco más de un minuto de Roberto Heras. El guipuzcoano, que se defendía bastante bien contra el crono, no había ganado ninguna etapa en aquella edición de la ronda española, pero tenía reservado lo mejor para el final.

En Madrid, escenario de la resolución de aquella Vuelta, el vasco se llevó la victoria de etapa, endosando más de tres minutos a Heras. De esta manera, se llevó el triunfo final y supuso el último caso hasta el momento de un contrarrelojista que, en la Vuelta, decanta la balanza a su favor en su terreno. Ahora, Tom Dumoulin espera entrar en este grupo defendiendo la exigua renta lograda en Burgos respecto a Fabio Aru (Astana).