Todos los pronósticos advertían de lo mismo: una carrera junior, y más siendo un Mundial, es totalmente impredecible y difícil de controlar debido a la gran igualdad existente en la categoría. Y la prueba de ruta masculina de Richmond 2015 no ha defraudado en absoluto.

El día amaneció con lluvia y frío, lo que significaba más dureza, mayor desgaste y mayor dificultad a la hora de controlar la bicicleta, sobre todo, en las partes adoquinadas, bastante resbaladizas por la acción del agua, lo que provocó alguna caída, como la del colombiano Julián Cardona en la subida de Lobby Hill, afortunadamente sin consecuencias.

Carrera de ocho vueltas

El pelotón junior, compuesto por 167 unidades, tenía que completar un total de casi 130 kilómetros, divididos en ocho vueltas a un circuito de poco más de dieciséis kilómetros.

Desde la primera vuelta hubo movimientos y pocos kilómetros después del inicio de la carrera, el norteamericano Jack Maddux era el primero en moverse, llegando a gozar de una ventaja de veinte segundos sobre el pelotón, pero su aventura, aunque llegara hasta la tercera vuelta acompañado del citado Cardona, quedó en una simple anécdota.

Con el pelotón de nuevo agrupado, a pesar de los muchos intentos de escapada, transcurrieron la tercera y la cuarta vuelta del circuito. Ya en la quinta, faltando cuarenta y ocho kilómetros para la llegada, comenzó a ponerse más seria la prueba y se formó un grupo de hasta catorce ciclistas, donde había corredores como el norteamericano Adrien Costa, el serbio Rajovic, el alemán Martin Salomon o los colombianos Julián Cardona y Manuel Narváez, que consiguió apenas una veintena de segundos sobre el pelotón. El corredor de casa, Adrien Costa, se mostraba el más activo e intentó abrir hueco en la subida a Lobby Hill, una bonita subida de unos 215 metros con una media del ocho por ciento, pero no lo logró. Este grupo de catorce fue disminuyendo y fue interceptado unidad a unidad por un pelotón en el que también se producían cortes, y donde aguantaban los tres españoles.

En la penúltima vuelta, la séptima, a veinticinco kilómetros de meta, se produjo otra escapada de trece corredores primero y quince más tarde, en los que se encontraban el  suizo Reto Muller, el francés Alexys Brunel, el danés Anthon Charmig, el británico Nathan Draper y el austriaco Felix Gall, que debutaba en unos Mundiales tras disfrutar de su primera temporada de junior.

Gall no se lo pensó dos veces y cuando ya quedaban menos de diez kilómetros y los tres muros por delante, optó por lanzarse a por el oro, el que supondría el primer título mundial para su país. El italiano Nicola Conci quiso seguirle, pero fue incapaz de llegar a su rueda y aunque llegó a estar a un suspiro de tres segundos fue reintegrado al grupo perseguidor, donde no existía ningún orden y cada uno acababa según le permitían sus fuerzas.

Felix Gall superó Lobby Hill, la subida de la 23rd Street, con una pendiente máxima del trece por ciento, y llegó con unos quince segundos de ventaja a las últimas rampas, las que unen la calle Governor Street, subida muy parecida a la primera, con la recta final de unos 600 metros interminables, siempre hacia arriba.

Parecían suficientes, pero el desgaste por el esfuerzo realizado y el último empujón del francés Clement Betouight-Suire, pusieron la emoción hasta la misma línea final, donde Gall se colgó el oro mundial por apenas unos centímetros. El danés Rasmus Pedersen finalizó tercero, consiguiendo la medalla de bronce.

Participación española

La actuación española fue bastante decente para tratarse de tres debutantes. Los tres se mantuvieron en el pelotón, aunque Regueiro se vio cortado por una caída en la tercera vuelta y tuvo que hacer un desgaste extra para entrar de nuevo en el gran grupo, en los momentos de mayor tensión y luego, cuando ya estaba la victoria en el grupo delantero, se fueron descolgando, como todo el pelotón, que prácticamente llegó de uno en uno a la meta.

Declaraciones españolas

El primer español en llegar, Alejandro Gómiz, que finalizaba en la posición cuarenta y cuatro, declaraba al finalizar la carrera: “Ha sido una carrera muy dura, en la que hemos acusado no estar acostumbrados a distancias tan largas. No hemos sufrido caídas y personalmente estoy contento”.

Por su parte, el segundo español, Alejandro Regueiro, quincuagésimo octavo en Richmond, decía: “He gastado bastante en la persecución y quizá lo haya acusado al final. De todas maneras, hemos estado donde nos había dicho el seleccionador y también termino satisfecho”.

Pablo Alonso, que finaliza su participación en los Mundiales con el puesto sesenta y siete tras un percance mecánico, ha dicho: “La carrera ha sido muy loca, con un final muy duro por los latigazos, con el pelotón cortado en tres grupos. En la primera subida se me ha salido la cadena y adiós. Me ha gustado mucho la experiencia de correr el Mundial”.

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