"Lo difícil no es llegar, es mantenerse". Este tópico, en el mundo del deporte, se oye día tras día. No por ser tan repetida deja de ser verdad, y Alejandro Valverde ha demostrado un año más estar en la cima del ciclismo mundial. Ocho triunfos de etapa, su tan ansiado podio en el Tour y la clasificación WorldTour han sido sus grandes logros en este 2015.

Regular y completo. De nuevo, el murciano ha demostrado ser uno de los elegidos para este deporte con estas dos cualidades por bandera. La constancia, el sufrimiento, su característica chispa en los metros finales y la mejora en la toma de decisiones han complementado a estos dos primeros factores, convirtiéndole en una máquina de ganar.

De sol a sol, de invierno a otoño. Valverde ha ganado desde el principio al final de temporada, gesta de la que pocos pueden presumir. Su pico de forma, a priori, parecía estar en abril con las Ardenas y en julio con el Tour, donde sí es cierto que se le vio más fino y enchufado, si bien es cierto que estuvo delante en prácticamente todas las carreras que disputó.

Llano o montaña, clásica o carrera por etapas, con lluvia o con sol, en repecho o al sprint. El gen competitivo del ciclista de Movistar ha salido en relucir en todos los terrenos y en todas las situaciones para alzarse como mejor ciclista del año según el ránking UCI por cuarta vez en su carrera y por segunda vez consecutiva. Y, por si fuera poco, sumó su tercera Lieja y el tan ansiado podio en el Tour.

Mallorca, contigo empezó todo

Solo tres días de competición tardó Alejandro Valverde en alzar los brazos. Como acostumbra el murciano, su curso arrancó en las Islas Baleares con la Challenge de Mallorca. En el primer trofeo disputado, Santanyi-Ses Salines-Campos, revisó los reglajes de su motor y fue 40º. En el segundo, Andratx, ya intimidó a la victoria con su segunda plaza. Y en el tercero, el Serra Tramuntana, se llevó el primer triunfo de la temporada.

Tras el paso por Baleares, el murciano hizolas maletas para el primer gran viaje del año, en este caso a Oriente Medio. Allí disputó tres carreras en las que no pudo celebrar triunfos entre las dunas. Dubai, Catar y Omán fueron sus siguientes campos de prueba. Rozó tres veces el triunfo de etapa en estas tres carreras, y logró el cuarto puesto de la general en Dubai y el tercero en Omán, mientras que en Catar tuvo que abandonar.

Regresó a Europa, con la Milan-San Remo en el horizonte. El primer monumento del año estaba entre sus objetivos y soñaba con la Classicissima. Para ello, se tomó unas semanas de 'descanso activo' y, posteriormente, se preparó en la vistosa Strade Bianche, donde solo Stybar y Van Avermaet fueron mejores que él, y en el GP Nobili. En San Remo acabó 20º en una dura carrera que se llevó un grandioso John Degenkolb. La segunda victoria se resistía, pero no tardaría en llegar.

Hat-trick catalán

Primer gran test de cara al Tour: la Volta a Catalunya. Alejandro Valverde se vería las caras por primera vez con Froome, Porte, Contador,Van Garderen... Y cumplió con nota. El murciano acabó en segunda posición la general, siendo el que más cerca estuvo de arrebatar el triunfo a Richie Porte. Pese a no lograr el maillot franjiverde, lo que si logró fue engordar su zurrón de triunfos.

Tres victorias logró en las carreteras catalanas, tal vez el primero el más impresionante. En Olot, el murciano actuó de lanzador de su compañero José Joaquín Rojas, pero la fuerza de Valverde era tal que acabó llevándose la victoria. En la quinta etapa, en Valls, y en la última en Barcelona, el de Movistar sumó sus otros triunfos de la ronda catalana.

El rey de las Ardenas

Tras este test para el Tour, llegaba el primer gran bloque de la temporada: las clásicas de las Ardenas. La preparación para ella la realizó en España, con el GP Miguel Induráin y la Vuelta a La Rioja como grandes piedras de toque. Allí cosechó buenos resultados, acercándose al primer puesto pero sin lograrlo.

Y de nuevo, en el foco de atención. La Amstel Gold Race abrió la semana mágica de Valverde. En tierras holandesas, el murciano solo fue superado por un potentísimo Michal Kwiatkowski y se conformó con ser segundo. Pero lo mejor estaba por llegar.

El rey de las Ardenas quería mantener su trono, sin que nadie se lo usurpara, y para ello ofreció una gran exhibición en la Flecha Valona. No tuvo rival en el Muro de Huy, donde venció, reeditando su triunfo de 2014, y convenció de cara a la gran clásica de este bloque: Lieja-Bastoña-Lieja.

Tras las victorias de 2006 y 2008, a Valverde se le había resistido su triplete en la 'Doyenne'. Pero este era el año para conseguirlo. Con inteligencia, midiendo a la perfección y demostrando que era el más fuerte, el murciano llevó la batuta de la carrera en los últimos kilómetros para rematar con un espectacular sprint en el que nadie pudo hacerle sombra. El rey de las Ardenas impuso su dictadura.

'Le rêve des Champs-Elysées'

Primer gran objetivo de la temporada superado con matrícula de honor, pensó Alejandro Valverde. Tras las Ardenas, desapareció durante más de un mes de la competición para preparar la otra gran etapa del año: el Tour de Francia. En tierras galas sería el lugarteniente de Nairo Quintana en busca del amarillo, pero seguía soñando con pisar el podio de París. Era inevitable no tener en mente la gran ilusión de su carrera.

Dauphinè fue el gran examen para el Tour. De menos a más fue el murciano, que acabó con un top-10 en la general que le sirvió para corroborar que su motor llegaría a punto a la 'Grande Boucle'. Pero, antes, el campeonato de España con la ilusión de poder vestir de rojigualda en tierras galas.Con superioridad y holgura, Valverde venció en Cáceres por delante de Carlos Barbero y se proclamó campeón nacional antes de tomar la salida en Utrecht.

Su Tour comenzó con mala fortuna, a la par que el de Nairo Quintana, con los abanicos de la segunda etapa. Pero poco a poco la temible dupla telefónica fue in crescendo. Pasaban las etapas y Valverde se acercaba cada vez más al podio pese a no conseguir victorias de etapa. Finalizó los Pirineos en cuarta plaza de la general y, con una semana por delante, soñaba con desbancar a Tejay Van Garderen del tercer puesto. La suerte, como inusualmente le sucede, se alió con él y dejó fuera de juego al estadounidense a causa de un proceso febril.

A partir de ese momento, aguantó estoicamente su plaza en el podio de París pese a los durísimos envites de un desafortunado Alberto Contador y un bravo Vincenzo Nibali. Todo esto lo remató en la penúltima etapa, la de Alpe D'Huez, con una estrategia ambiciosa en busca de otorgar el amarillo a Nairo Quintana y que acabó con el murciano certificando su podio entre lágrimas de emoción y el colombiano quedándose cerca de ganar su primer Tour.

La última del año

Sin descanso tras el Tour, el murciano ya comenzó a preparar la Vuelta. El primer escenario tras su soñado podio en los Campos Elíseos fue la Clásica de San Sebastián, donde acabó tercero. Tras ello, 20 días sin competición y rumbo a la Vuelta donde esperaba repetir el resultado de otras ediciones, subiendo al podio.

No comenzó mal la ronda española con la victoria en la cuarta etapa, en Véjer de la Frontera, que acabó siendo el último triunfo del curso. El murciano se fue desinflando con el paso de las etapas, especialmente en Andorra y el tríptico cantábrico, por lo que sus opciones de podio decrecieron ostensiblemente.

Una gran contrarreloj en Burgos, en la que acabó tercero, volvió a colocarle entre los candidatos a ese tercer cajón del podio, aunque con pocas opciones. Luchador e impetuoso,Valverde lo probó una y otra vez, pero sin éxito hasta que sucumbió en la dura etapa de la sierra madrileña. Su Vuelta acabó con polémica, arrebatándole en Madrid el maillot verde a Joaquim Rodríguez con el mosqueo por ello del catalán.

Richmond, Lombardía y Abu Dhabi cierran el telón

El último gran objetivo de la temporada del murciano era el arcoíris. El Mundial de Richmond se presentaba complicado para él, ya que el recorrido no se adecuaba a sus características, pero Valverde iba confiado en sí mismo. Un mala táctica de carrera en los últimos kilómetros le privó de pelear por las medallas pero, aun así, acabó en quinta plaza.

Tras el desazón mundialista, probó suerte en Italia con el último monumento del año, Lombardía. Un genial Vincenzo Nibali fue insuperable en su país y solo Dani Moreno rayó a su altura. Valverde se conformó con la cuarta plaza, que no sació sus ganas de ganar. El telón se cerró definitivamente en Abu Dhabi con una discreta actuación que no le impidió ser el mejor ciclista del año según el ránking WorldTour.

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