Sin excesivos grandes nombres pero con un recorrido que hacía salivar a los mejores degustadores de ciclismo. Así se presentaba el Giro de Italia, que preveía un duelo a cuatro bandas por el rosa entre Richie Porte, Alberto Contador, Fabio Aru y Rigoberto Urán aunque, al final el duelo se quedó con el español y el sardo, a los que se unió un magnífico Mikel Landa.

No solo hubo triunfadores a raíz de la clasificación general. Lampre-Merida, con cuatro victorias de etapa, y Orica Green-Edge, con una gran inicio de carrera, también coparon los halagos. Y, por supuesto, un espectacular Andrey Amador que finalizó en cuarta posición, demostrando que puede hacer grandes cosas en las carreras de tres semanas.

A todo esto, hay que sumar los triunfos españoles. Beñat Intxausti abrió la veda en Campitello Matese y Mikel Landa redondeó un gran Giro para los ciclistas nacionales con sus victorias en Aprica y en Madonna di Campligio. El maillot rosa se tiñó en Milan de rojigualda gracias a un dominante Alberto Contador que no dio opciones de victoria a un impetuoso Fabio Aru y a un enorme Landa.

El sueño aussie

San Lorenzo Mare acogió la salida del Grio 2015 con la tradicional contrarreloj por equipos. Orica Green-Edge, gran dominador de esta disciplina, comenzó la Corsa Rosa con victoria en San Remo y colocando a Simon Gerrans como líder de la prueba.

La maglia rosa rotó en las primeras cuatro etapas entre tres australianos del conjunto aussie. Michael Matthews, con su segundo puesto en Génova tras Elia Viviani, suplió a Gerrans y lo celebró ganando en la tercera jornada, en Sestri Levante. En La Spezia, Simon Clarke fue el encargado de coger el testigo del sprinter de Orica, aunque su momento de mayor protagonismo, pese a no saberlo, llegaría una semana después.

Contador ya manda en la semana de las fugas

En la primera etapa de montaña, Alberto Contador se hizo notar. El pinteño se colocó líder en Abetone, lugar que presenció la exhibición del joven Jan Polanc (Lampre-Merida). Contador tomó el liderato en esta quinta etapa y no soltaría hasta Milán, con la savedad de la decimotercera etapa y un incidente en los últimos kilómetros del recorrido.

Las fugas, como la de Polanc, tomaron el protagonismo durante el final de la primera semana y el inicio de la segunda. Una de las pocas etapas que se libró de este guión fue la sexta, con meta en Castiglione, donde Greipel ganó al sprint con Contador teñido de rosa.

La victoria española se resistía, pese a que el botín del liderato era más que suculento. Lobato se quedó a las puertas en Fiuggi, donde solo fue más rápido que él un renacido Diego Ulissi que daba la segunda victoria en el Giro a Lampre. El gaditano dio al poste, pero el que consiguió marcar gol fue Beñat Intxausti que, a base de coraje y serenidad, se llevó el triunfo en Campitello Matese.

Un día después, se pordujo otra victoria a la fuga. Paolo Tiralongo demostró que gallina vieja hace buen caldo y se llevó por pura clase el triufo en San Giorgio del Sannio. Mientras tanto, Richie Porte y, especialmente, Rigoberto Urán, se descolgaban poco a poco de la lucha por el rosa. El australiano parecía no tener piernas ni cabeza, con varios fallos de concentración, mientras que el 'mijito' padecía una enfermedad respiratoria que le complicaba mostrar un buen rendimiento.

Clarke dejó su rueda a Porte, lo que supuso una sanción a ambos que lapidó las opciones de ganar el Giro del de Sky. (Foto: Giro de Italia)

La rueda de Porte

La sentencia para Richie Porte llegó camino de Forlì. En una etapa llana, sin aparentes dificultades, el australiano encontró la losa de su tumba. En los kilómetros finales pinchó su rueda trasera y su buen amigo Simon Clarke, corredor de Orica GreenEdge, le prestó la suya. La organización del Giro castigó este comportamiento, ya que pertenecen a escuadras distintas, lo que suscitó polémicas entre los que estaban a favor de la sanción y los que no. Lo único cierto es que Porte se encontró con otros dos minutos más que remontar respecto a sus rivales.

Nicola Boem ganó aquel día culminando una fuga que le dio a Bardiani el anhelado triunfo en el Giro. Un día después, en el mítico circuito de Ímola donde el piloto brasileño Ayrton Senna perdió la vida en 1995, Ilnur Zakarin demostró ser un auténtico bólido con unos kilómetros finales rápidisimos a los que un temido pelotón no pudo hacer frente.

La mala suerte visitó a Contador en la decimotercera etapa. Aru le respiraba en el cogote y el madrileño no podía permitirse ni un fallo. En escasos metros de la zona de seguridad, el de Tinkoff se vio involucrado en una caída que le hizo perder unos segundos que acabarían por arrebatarle la maglia rosa en favor del sardo.

No tardó mucho en recuperar la cabeza de la general, tan solo un día. La contrarreloj de Valdobbiadene, en la que Vasil Kiryienka se llevó el triunfo demostrando ser uno de los mejores croners del mundo (algo que después esclarecería en Richmond), supuso un puñetazo encima de la mesa para Contador. Acabó tercero, tras el bielorruso y Luis León Sánchez y endosó más de 2:30 minutos a Aru. El camino hacia el rosa se había allanado con la apisonadora pinteña en la crono.

Mikel Landa venció en dos de las etapas de más prestigio de forma consecutiva. (Foto: Giro de Italia)

Landa 'superstar' y el espectáculo del Mortirolo

El tramo más duro de montaña apareció en el Giro y una figura emergió como protagonista: Mikel Landa. El alavés, lugarteniente de Aru, exigía su cuota de importancia en el equipo y lo pidió ganando. Antes de la segunda jornada de descanso, el vasco se exhibió en Madonna di Campligio, respondiendo a las acometidas de Contador en pro de Aru y rematando la faena con una gran potencia en los metros finales.

Jornada de 'relax', en la que la noticia fue el adiós del desaparecido Porte, y vuelta al tajo. El camino hasta Aprica iba a ser duro, con el Mortirolo como gran examen. Y justo antes de acometer esta subida, Contador pincha. El Tinkoff desaparece, y el pinteño se encuentra solo. La maquinaría de Astana comienza a funcionar, acelera el ritmo y trata de descolgar al madrileño, hasta que comienzan las rampas.

En ese momento Contador piensa. Arriesgar o ser conservador. Su forma de ser, su estilo, su corazón y no su cabeza, dictaron sentencia. A por todas. El madrileño comenzó a mover sus pedales, se propuso ignorar al lactato y Aru temía no aprovechar esta oportunidad. Landa, pletórico, vio cortadas sus ansias de ganar por un equipo que le impidió volar libre en busca de la victoria parcial y, quien sabe, si general.

Pese al esfuerzo de Astana por mantener vivas las opciones de Aru y restar las del vasco, Contador acabó llegando. Y no solo eso. Sin saber de donde sacó las fuerzas, tal vez llegadas desde la motivación de haber salvado ese match-ball, atacó, pero Landa le ató en corto. "Hoy vuelvo a ganar yo", parecía decir el alavés, que acabó cumpliendo su palabra en Aprica tras una bellísima etapa.

Fabio Aru trató de dar un revolcón a la general en las últimas etapas. (Foto: Giro de Italia)

El arreón final de Aru

Las opciones de Aru decrecían, las de Contador se multiplicaban. Cada día que pasaba parecía más claro que Pinto se iba a teñir de rosa y que sus calles iban a recibir otra vez a su paisano con todos los honores de un campeón. Pero los sardos son gente luchadora, de los que no rinden y Aru, paradigma del carácter de Cerdeña, no iba a bajar los brazos.

Lugano no era el lugar para él, pero sí para Sacha Modolo, que logró su segundo triunfo parcial y el cuarto de Lampre, que cerraba con sobresaliente el Giro. Un día después venció un testarudo Gilbert, obcecado en llevarse algo en su maleta de regreso a la región valona de Bélgica.

Solo dos etapas, Cervinia y Sestrière, con el tramo de sterrato en esta última. Dos balas en la récamara, dos oportunidades para alcanzar con la flecha sarda el corazón del rosa que estaba a más de 4:30. A Contador comenzaron a flojearle las piernas, quien sabe si por el peso de ser líder tantos dias y la responsabilidad que ello conllevo, o por sus excesos para exhibirse, marca de la casa, que ofreció a diario. Aru lo vio, Landa también, y querían aprovecharlo.

Contador sufrió una 'pájara' en el sterrato de Finestre. (Foto: Claudio Peri | RCS Sport)

En Cervinia, el sardo tambaleó la estabilidad de la maglia rosa. Más de un minuto endosó el de Astana a Contador en esta subida, en una exhibición de quilates en la que solo robó el protagonismo al italiano un terco Ryder Hesjedal. El canadiense, recordando sus días de gloria en la ronda trasalpina, días que fueron más grises para Purito Rodríguez, se agarraba una y otra vez a la rueda del sardo que, sin cadena, superaba los desniveles positivos prácticamente como si fuesen negativos.

Última etapa antes del paseo triunfal hasta Milan y el sterrato del Colle delle Finestre hizo mella en Contador. La gravilla se convirtió en cemento para el pinteño, que presenciaba como sus piernas no daban más de sí, como el lactato desterraba a la sangre en sus arterias y como Aru, guiado en busca del rosa por Mikel Landa, se alejaba. Conocedor de su cuerpo, veterano y haciendo, esta vez sí, caso a su cabeza, recuperó y comió en el descenso para estabilizar la diferencia.

Aru volvió a exhibirse en Sestrière y aventajó al madrileño en 2:25 en otra jornada de pundonor de Hesjedal al que se le unió Rigoberto Urán, que trataba de llevarse algo de lo que alegrarse de aquel Giro. No fue suficiente, Contador ganó el Giro con algo más de dos minutos de renta y estaría escoltado por los dos Astana que tanto le habían hecho sufrir y disfrutar en las carreteras trasalpinas. El último entrochado en triunfo, el de Milán, fue para Iljo Keisse en el día en que Contador volvió a ocupar el trono de Italia.

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