Las pruebas comenzaban con dos pruebas especiales: las contra relojes por equipos comerciales tanto femenina como masculina, únicas pruebas que no se disputan por selecciones de todas las que componen estos mundiales, y en la que en su prueba femenina contaba con la corredora más veterana de todas las pruebas, la estadounidense de 49 años Tina Mayolo, que casualmente pertenece al equipo Pepper Palace, primer conjunto en tomar la salida.

Las primeras ganadoras, las corredoras del Velocio-Sram, que sumaron en una prueba más apurada que en otras ocasiones su cuarto título mundial consecutivo en esta modalidad. El Boels, segundo clasificado, fue seis segundos más lento que el conjunto alemán, mientras que Rabo-Liv consiguió la tercera plaza de la clasificación tras una encarnizada lucha con el Wiggie Honda, en el que el repecho final fue el claro juez de la carrera. Tan solo era el primer aviso de los grandes momentos que se avecinaban en ese mismo desnivel, que sería a posteriori el máximo protagonista de la semana.

En la prueba masculina fue el equipo estadounidense BMC el que se llevó el gato al agua tras un gran pulso con los belgas del Etixx-Quick Step, mientras que Movistar arrebató la medalla de bronce a los australianos del Orica-Green Edge, que habían pisado el podio en los tres mundiales anteriores.

El corredor local de BMC Taylor Phiney fue el gran protagonista de la prueba, y es que fue el líder de su equipo tras una larga lesión que le había tenido muchos meses en el dique seco. Tras la salida de todos los equipos Continentales americanos, quienes realizaron tiempos bastante discretos en todos los casos, IAM fue el primer equipo Pro-tour en aparecer y pulverizar todos los tiempos de todos los equipos menores que hasta ese momento habían salido a escena.

Sin embargo no fue hasta la salida de Movistar, Orica-Green Edge, Etixx-Quick Step y BMC que se vio claramente que las medallas se repartirían entre ellos, y hasta pasados tres parciales que el equipo navarro y el australiano se quedaron atrás y se disputaron la tercera plaza. Como en la prueba femenina, el repecho fue el gran protagonista dando la victoria al BMC, que igualan a dos el número de medallas de oro al Etixx-Quick Step, pero sobre todo demostrando la superioridad del Movistar sobre el Orica-Green Edge.

Schmidt y Ledanois, estrellas emergentes

La lluvia hizo aparición en el final de la prueba contra reloj individual sub23. No había dado señales de su presencia hasta el momento, pero en cuanto lo hizo, fue determinante. Bastó que empezasen a caer gotas de agua al comienzo de la cuarta tanda de salida de corredores para que el tiempo de Mads Würtz Schmidt, que había salido durante la tercera, y que por tanto, había disputado toda la prueba con el asfalto seco, le valiese para alzarse con el oro.

El alemán Schachman ocupó la segunda posición aprovechándose también de la lluvia tras haber salido anteriormente a su comienzo, mientras que Kamna, campeón del mundo junior en Ponferrada y último hombre en tomar la rampa de salida se coló en la tercera posición del podio con tan solo 19 años. El subcampeón en la prueba del año pasado Ryan Mullen no consiguió plaza de podio completamente perjudicado por la lluvia.

Kevin Ledanois por su parte fue el gran protagonista de la prueba sub23 en ruta tras alzarse con la victoria, no sin agonizar durante los últimos metros para aguantar la embestida del italiano Simone Consonni. Por su parte, Anthoni Turgis fue el tercer clasificado de la prueba.

Una prueba que se desarrolló con gran rapidez, y es que tras las pertinentes fugas de equipos humildes que no tenían nada que perder, el pelotón dio caza a los fugados. Sin embargo, no fue hasta los últimos 16 kilómetros de la prueba, donde se concentró toda la emoción de la misma. Y es que la lluvia volvió a aparecer.

El ritmo era altísimo y el pelotón perdía una unidad tras otra. Sin embargo, Davide Martinelli volvía a atacar tras haber protagonizado la fuga, ataque al que tras un pinchazo de un belga respondían los franceses Turgot y Ledanois. Este segundo siguió para adelante una vez alcanzado el italiano, mientras que Turgot retuvo al transalpino dando a su compatriota unos segundos de ventaja que a la postre serían determinantes, ya que Consonni atacó durísimamente en los últimos metros, que pese a la agonía de ambos se acabó llevando la victoria el francés.

A punto de caramelo

Así es como se quedó la holandesa Anna Van der Breggen de conseguir una medalla de oro y el jersey arcoíris en las dos pruebas élite femeninas: dos sendos segundos puestos que saben a poco a una corredora que se fue sin la gran recompensa de Estados Unidos.

Como siempre la primera de las pruebas élite femenina fue la de la contra reloj. La ganadora, la neozelandesa Linda Villumsen, que se impuso a Van der Breggen y a la alemana Lisa Brennauer, favorita para el título. La primera y hasta prácticamente el final de la prueba única referencia significativa fue la de Kristin Armstrong, que pese a salir en segundo lugar de las 44 participantes, consiguió marcar un gran tiempo en los 30 kilómetros (dos vueltas al circuito) que tenía la prueba, tan solo 20 segundos más lento que el de la ganadora.

Tras una prueba repleta de cambios en el hot seat en las dos posiciones más bajas del podio, Linda Villumsen consiguió arrebatar el primer tiempo a Armstrong, y tan solo Anna Van der Breggen y Lisa Brennauer pusieron en peligro su victoria final, quedando muy cerca (a dos y cinco segundos respectivamente) de la ganadora. Finalmente Garfoot también supero el tiempo de Kristin Armstrong y se quedó a las puertas del podio, relegando a la norteamericana al quinto puesto final.

En la carrera en línea la victoria fue para una Lizzie Armitstread que se proclamaba así campeona del Mundial de ruta y de la Copa del Mundo el mismo año. La inglesa se hizo con la victoria en un sprint reducido de un grupo de nueve corredoras en el que consiguió ser la más rápida.

Tras un inicio tranquilo en el que muchísimas corredoras intentaban conseguir distancias que les diesen la oportunidad de conseguir la victoria sin mucho éxito, se formó en los últimos kilómetros un grupo de nueve corredoras que fueron las únicas que fueron capaces de aguantar el durísimo ataque que propuso la a posteriori ganadora de la prueba. En el sprint, Van der Breggen fue la primera en lanzarse a por la victoria, pero fue superada por una Elisabeth Armitstread que sin duda fue la más fuerte de la carrera.

La sorpresa rusa

Y no solo rusa. También se podría decir que italiana y francesa. Kiryienka, Malori y Coppel protagonizaron el podio más sorprendente de todos los que vivió esta edición de los mundiales de ciclismo. Tom Dumolin y Tony Martin, grandísimos y destacados favoritos para la victoria en la prueba de la contra reloj individual masculina élite no tuvieron su mejor día y bajaron hasta los puestos cinco y siete respectivamente.

A destacar además de los tres hombres del podio a Jonathan Castroviejo, que también consiguió adelantarse a los dos favoritos y colocarse cuarto, mientras que el otro corredor de la selección española, el murciano Luis León Sánchez consiguió la 26ª posición.

Por otro lado, Taylor Phinney, corredor local en el que estaban puestas todas las esperanzas de los norteamericanos no pudo subir más de la 12ª posición, ya que aún no se había recuperado por completo de la lesión que le había tenido apartado durante un tiempo de la bicicleta.

Así pues, Vasil Kiryienka se hizo con su segunda medalla en una contra reloj de un mundial tras la conseguida en los mundiales de Valkenburg al quedar en tercera posición y su cuarta contra reloj del año.

Simplemente Sagan

Para algunos gran favorito. Para otros el mundial sería la continuidad del mal año para él. Acertaron los primeros, aunque seguramente pocos lo harían en la forma. “Aguantar el duro repecho y ganar al sprint”, decían la mayoría. ¿Quién iba a pensar que el favorito a ganar en el sprint iba a atacar desde antes? Seguramente sólo él, y esa fue seguramente la razón del gran éxito.

Peter Sagan no quiso esperar. No quiso arriesgarse a volver a quedarse en uno de los puestos de honor, pero sin llegar a conseguir la victoria tal y como le llevaba ocurriendo durante todo el año. Y le salió bien. Muy bien. Un ataque en el momento clave. Cuando tenía que hacerlo. Impredecible. Ganador.

En el sprint por los otros dos puestos de honor, Matthews y Navardauskas fueron los más rápidos, mientras que Alejandro Valverde no pudo superar el quinto puesto.

La carrera transcurrió como era de esperar: una escapada, los equipos potentes van a la caza, se reagrupa el pelotón, y pese a las insistencias de varios corredores de querer romper la carrera, los últimos kilómetros deciden el ganador. La calle 23 fue exactamente el lugar donde se decidió, y donde Sagan consiguió los metros que necesitaba para aguantar el último empuje del grupo en la última recta, y en la que nadie pudo con él.

Se consagra así como uno de los más grandes del momento. No se rindió. El pesimismo no pudo con él. Que poca gente siguiese creyendo en él tampoco. Él sí que creyó. Simplemente él creyó. Simplemente él. Simplemente Sagan.