El sol de febrero acechaba. Cuando España se convierte en el centro de las miradas con multitud de batallas buscando la mejor puesta apunta bajo un clima agradable, huyendo el frío invierno del norte. Ese camino buscaron Chris Froome y Alberto Contador mirando hacia el Giro y el Tour de Francia, aunque la nieve hacía acto de presencia en la sierra andaluza.

El primer envite de verdad, el que mediría las piernas de ambos, era el final en el Alto de Hazallanas. Zonas de hasta el 18% esperaban al grupo de los mejores, que había logrado aguantar la primera parte de la ascensión. Tras un ligero descansillo, volvía a empinarse la carretera. Ivan Basso aceleró y Contador se aprovechó. Sin pensárselo dos veces, a ocho kilómetros de meta, ofensivo como le gusta, el madrileño se marchó en solitario.

Poco pudo hacer Froome, mal colocado en ese momento. Con la ayuda de Kennaugh recuperó metros y encendió su motor para intentar dar caza a su rival. A doble pantalla, la emoción que dejaba la carrera era enorme. ¿Alcanzaría Froome a Contador? Le iba recortando segundos pero el pistolero se acabó imponiendo en meta con 19 segundos de margen. El británico había salvado la papeleta sin perder una minutada como se esperaba al inicio. El líder seguía de líder y aumentaba su renta.

Pero al día siguiente llegó la contraréplica de Chris Froome. Rabioso, al keniata no le gusta perder nunca. Lo mismo que a Contador. Pero el británico es si cabe más tozudo, al menos aparentemente. Se le metió ente ceja y ceja no dejar que el español se llevara el primer triunfo, sobre todo moral, del año. No. El siguiente plato, definitivo, era el Alto de Allanadas. Más corto que Hazallanas, de poco más de cinco kilómetros, la pendiente de la ascensión definitiva era infernal, con zonas de hasta el 21%.

Sky esperó hasta la parte final. Ataviado con el maillot azul de la clasificación de la regularidad, Froome supo apoyarse en su equipo. Kennaugh y Nieve cogieron el mando en la ascensión e impusieron un fuerte ritmo. Al gusto de su líder. El ciclista de Wanty, Selvaggi, iba por delante desde la escapada y rozó la victoria. Pero por detrás había mucho interés.

La 'subida hacia el infierno' se hizo eterna. Los dos últimos kilómetros fueron interminables. Intentó romper el grupo Kennaugh pero la pendiente pudo con él. Lo hizo también Nieve, ya dentro del último kilómetro. Y a 700 metros, llegó el esperado ataque de Chris Froome. Tirando de piernas, de cadera, de espalda, de brazos, de hombros...incluso de cabeza. El británico sacó fuerzas y dejó atrás a Contador. Un ataque de esos que tanto le gustan, puede que algo antiestéticos, pero eficaces como pocos. Soltó al pistolero durante 600 metros.

En vilo nos dejó, a periodistas y espectadores, la realización andaluza. Ni una referencia de tiempo. Las sensaciones dejaban claro que Froome iba a ganar pero, hay que decir, que debía superar una renta de 27 segundos, los que le sacaba Alberto en la general. Cabezazos, golpes de espalda, sin levantarse del sillín y acostumbrando a sus retinas a visualizar el potenciómetro que tanta fama ha tenido este año y el pasado. Al llegar a meta, crono en marcha y fueron pasando los segundos. Asomaba Contador por la zona vallada. 17, 18... baile tradicional sobre su Specialized. 22, 23... aprieta los dientes el español. 25, 26... ve la meta, se impulsa y... 29 segundos. ¡Casi empatan! La gente vibraba en La Guardia.

Finalmente, solo dos segundos separaron a Froome y Contador en la general. Un imponente triunfo para cada uno y prácticamente tablas en sensaciones. Un primer duelo apasionante que nos hizo levantarnos de nuestro sofá ya en el mes de febrero... lo que nos quedaba.

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Sobre el autor
Adrián González Blanco
Comunicación audiovisual. Coordinador y redactor de la sección del Racing, Rallys y Ciclismo y redactor en Betis VAVEL.