La RAE atiende a varias definiciones de la palabra leyenda. Nos interesan tres, para esto que queremos contar. Ahí van:

- Historia o relación de la vida de uno o más santos

- Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos

- Ídolo

Si juntamos las tres definiciones en una, la historia de unos hechos maravillosos efectuados por un ídolo. La historia se llama 'La conquista de los Dolomitas'; las maravillas, aquella remontada y contraataque en pleno Mortirolo; y el ídolo, quién sino, Alberto Contador.

Esta leyenda data del 26 de mayo de 2015. Contador, vestido de rosa, afrontaba la última semana, camino de su coronación en Milán. Pero aún le quedaba batalla. Dolomitas y Alpes occidentales ni más ni menos. La ventaja con respecto a Fabio Aru era de 2:35.

Épica en un templo del ciclismo

En plena jornada épica de ciclismo, con un doble paso por Aprica y el Mortirolo entre ambos, Contador escribió otra leyenda, esa de la que hablábamos antes. La imagen nos lleva a la bajada del primer paso por Aprica, a unos 65 kilómetros de la línea de meta. Su equipo, Tinkoff-Saxo, había llevado un ritmo endiablado, evitando que la diferencia de la fuga pudiera ser peligrosa.

Tanto fue el desgaste que a esa distancia, a 65 kilómetros para la línea de meta, los compañeros de Contador se iban descolgando. Y es que Astana entraba para poner en apuros al equipo del líder. Y es que Katusha, con su tripleta Trofimov, Zakarin y Lagutin querían su propio protagonismo desde lejos. Y es que todo se torcía para un hombre vestido de rosa.

Era Alberto Contador, descolgado del grupo principal. Un pinchazo le había cortado. La reacción del equipo Tinkoff fue muy pobre. Solo Kreuziger tiraba a duras penas del madrileño que no hacía más que animarle, que empujarle. Por delante, Astana y Katusha tiraban, querían meter segundos y segundos al líder. Pero ayyy, se olvidaron de quién era el líder.

Prácticamente solo, como las grandes leyendas

Aprovechó el pequeño rebufo del checo, reventado, hasta llegar a la base del Mortirolo. Lo tuvo claro Contador: "Lo tengo que hacer yo solo". Y ahí arrancó. En una nueva gesta vivida en una de las grandes montañas de la Corsa Rosa. Casi un minuto de pérdida y todo se ponía hacia arriba. Tiralongo, Landa... tiraban con fuerza en favor de Fabio Aru mientras Contador iba ganando terreno, superando con inusitada facilidad, como una leyenda, a todos su rivales. Era superior, muy superior.

La afición se levantó, se puso del lado del líder porque se lo merecía. Culot lejos del sillín, tirando de brazos, de hombro, de muñecas, de piernas... su estilo característico. Superó a Intxausti, a Urán, se aprovechó del compadreo de Igor Antón que le prestó su rueda durante unos metros. Sin sentarse, agrandando su leyenda con estéticas imágenes, lejos del ciclismo tosco de otros ciclistas. Eficaz y admirable, pero tosco aún así. Contador no. Su ciclismo parece dibujar una obra de arte, esculpir una escultura hasta en los momentos más inoportunos como este.

Superó a Andrey Amador, a Van den Broeck y a Geniez, mientras, por delante, Landa tiraba de Aru. El italiano no estaba fino y Contador venía ya a media minuto. 'Qué viene el lobo', parecía aludiendo a aquel cuento infantil. Fabio Aru sufría e incluso tenía que pedir al vasco que bajase el ritmo. A falta de cinco kilómetros para el final del Mortirolo, Contador hacía su sprint final, acompañado por Trofimov y Hesjedal. Acababa llegando a la rueda de su máximo rival.

Leyenda al cielo

Y ahí llegaba. Cambio de plano, imagen trasera y una estela rosa se iba acercando al cielo, al color azul cielo de los dos Astana. Cogía su rueda, recuperaba durante apenas un kilómetro y se lanzaba. Se lanzaba hacia la gloria, hacia la leyenda. Alberto se iba con cuatro kilómetros de subida por delante. Estaba fortísimo.

En el lado opuesto, Aru sufría y tenía que dejar marchar a Mikel Landa hacia Contador. Aru se fue quedando y, aunque acabaría segundo, en aquella llegada de Aprica lo pasó realmente mal, perdiendo incluso la segunda posición. Lo que viene después, es historia. Pero lo que nos hizo levantarnos del sofá aquella tarde de primavera fue la leyenda. Contador remontando las rampas, las decenas de porcentajes del Mortirolo. Contador entró en la leyenda de los Dolomitas y los Dolomitas entraron en la leyenda de Contador. Amor mutuo, leyenda mutua.