Tómese un respiro tras la película de hoy. 500 personas en la organización, 23.000 oficiales de policía y 2.800 señales para un objetivo: que el Tour siga siendo el Tour y los ciclistas sigan siendo ciclistas. Así de fácil, no es difícil de entender.

Pilar fundalmental del Tour, la seguridad | Foto: FranceTV
Foto: FranceTV

Sin embargo, la realidad no tiene nada que ver. Ni el Tour parece el Tour, ni los ciclistas son ciclistas. Son más bien corredores. Y no es broma: literalmente, atletas ascendiendo puertos con rampas de 11.2% y no encima de una bici, sino a pie. Corriendo. Dejando de lado dos ruedas para subir como se pueda.

Lo de hoy ha sido, sin duda alguna, un punto de inflexión. Un punto de inflexión en la historia del segundo evento deportivo más seguido del mundo. Todos los espectadores han sido testigos de unos segundos caóticos que han tirado por la borda años de historia. Hoy el Tour despertaba exaltante y dormirá en vela, sabiendo que lo de hoy no ha sido casualidad. Ya había habido avisos algún que otro año. Lo de hoy no sorprende, lo de hoy se veía venir, lo de hoy, cambiará para siempre el ciclismo y el Tour de Francia.

Imagen insólita | Foto: Reuters
Foto: Reuters

Cuando una flamme rouge pudo acabar en tragedia

Etapa 7. 9 de julio de 2016. Una inocente 'flamme rouge' hinchable, icono y símbolo de los 103 años de Tour, caía totalmente desplomada sobre un ciclista que se aproximaba a la meta. Y es que ese hinchable no es sólo aire, sino toda una estructura metálica que cayó sobre un ciclista que ni lo vio venir.

¿Consecuencias? Pues bien, Yates se llevó varios puntos en la barbilla tras desgarrársela por completo para empezar. Y a continuación se desató el caos en el grupo de favoritos ante la situación. ¿Cómo iban a pasar? En definitiva, un auténtico desastre donde los haya que al final acabó con la toma de tiempos cuando quedaban tres kilómetros. Fue el primer aviso. Fue una imagen que quedaba para la historia del Tour, no sólo de la edición. Pero lo peor estaba por venir.

Foto: AFP
Foto: AFP

Y ocurrió el desastre

3 km a meta. Froome, Porte y Mollema abrían camino y daban un golpe en la mesa en la general. Nairo, totalmente roto, y los demás candidatos al podio veían como el trío se iba. Se iban volando por Ventoux. Volando, hasta que una moto se cruzó en su camino.

Y cual tsunami, todo lo que vino después fue un auténtico caos. Porte buscando bici, Mollema por los suelos, la moto de televisión tirada, los gendarmes buscando huecos en una marea donde no cabía un alfiler y, para colmar el vaso, un 'maillot jaune' corriendo desesperadamente tras perder los nervios.

Mientras, lo primero que veía el espectador era al australiano Richie Porte (BMC Racing Team) solicitando una bicicleta nueva tras un incidente sin especificar. "se ha salido la cadena" se escuchaba en la retransmisión. Sí, se le había salido tras un auténtico 'golpetazo' con una moto de la TV francesa.

"No tenía bici, y el coche de equipo con mi bici estaba a cinco minutos. No sabía que hacer"

(Chris Froome)

Y finalmente, las imágenes salieron a la luz: un maillot amarillo, todo un maillot amarillo corriendo como si de un corredor olímpico se tratara. Las motos de organización sin saber qué hacer en medio de una muchedumbre donde no cabía ni un aficionado más. Y mientras, todo el mundo del ciclismo consternado, sin palabras, sin saber qué decir ni qué hacer. Miles de nietos levantando a sus abuelos de la eternas y tradicionales siestas, periodistas radiofónicos dejando que el silencio fluyese en las ondas y muchas, muchas sirenas sonando en medio de Mont Ventoux, en medio de la prueba ciclista más importante del mundo; un evento transmitido en 190 países donde se ha visto el ridículo: el ridículo de los ridículos.

A continuación, Chris Froome (Team Sky), sin saber ya qué hacer, se encomendaba a una de aquellas bicis neutras que no se usan desde tiempos inmemoriales. Y qué casualidad: Froome no podía ni rodar. Con todos sus rivales directos ya en meta, el maillot amarillo negaba con la cabeza. ¿Qué había ocurrido?

Imagen insólita | Foto: Reuters
Imagen insólita | Foto: Reuters

Y eso mismo se preguntaban millones y millones de aficionados al ciclismo. ¿Qué había ocurrido? En 103 años de historia se han visto caídas, desmayos, autobuses en meta y situaciones muy extrañas en el Tour, pero nada como esto. Una auténtica falta de respeto a las personas que precisamente soportan toda la infraestructura del Tour: los ciclistas.

Foto: L'Equipe
Foto: L'Equipe

Toca reflexionar

La tormenta cesó y tras varios minutos de incertidumbre, los medios empezaron a echar humo acerca de la situación. Una situación insólita que será historia del Tour y del ciclismo. Una situación de la que todos hemos sido testigos y donde sólo nos queda preguntarnos una cosa: ¿qué le está pasando al Tour? ¿qué le está pasando al escaparate por antonomasia del ciclismo? Al fin y al cabo, los enemigos del Tour ya no son agentes externos, son ellos mismos.

Foto: Brakethrough Media
Foto: Brakethrough Media

Son necesarios progreso y seguridad, porque lo de hoy quedará en la memoria de millones y millones de aficionados a uno de los deportes más duros, y a la misma vez, más bellos de nuestro planeta. Que nada, ni nadie lo estropee porque, al fin y al cabo, donde haya ilusión y ambición nada se dará por perdido, y el ciclismo tiene mucho que vivir y dar aún.