14 de julio, día nacional de Francia, Tour de Francia y el Mont Ventoux era el siguiente capitulo de la lucha por el maillot jaune, pero lo vivido en sus rampas poco se pareció a la verdadera lucha ciclista, sino mas bien una lucha por sobrevivir al caos generado por la masificación de publico en la subida que obligó a la moto parar repentinamente y provocar la caída de Chris Froome, Richie Porte y Bauke Mollema.

El ciclismo es de los pocos deportes que permite estar a centímetros de los ídolos y de forma gratuita. Por lo que mucha gente se desplaza kilómetros y kilómetros para verles pasar y animarles aunque solo sea un instante, eso es amor y pasión por este deporte. Pero el hecho de no cobrar una entrada para ver el espectáculo no exime de responsabilidad al aficionado.

Convivencia entre ciclista y aficionado

Hay que recordar que los ciclistas son trabajadores realizando un esfuerzo máximo, van al límite y cualquier tipo de distracción puede ser fatal para su trabajo. Pensar en que llevan meses de preparación para llegar en las mejores condiciones físicas a su objetivo del año, incluso más de un ciclista se esta jugando seguir trabajando de ello el próximo año.

Pero el ciclismo no sería ciclismo sin la entregada afición. Ciclistas y aficionados forman un tandem perfecto, una pareja ideal. Se necesitan uno del otro bajo los valores de esfuerzo, entrega y pasión.

No hay nada mas triste y desangelado que una carrera ciclista sin publico pero es cierto que el ciclista necesita de un espacio en la carretera que poco a poco el aficionado se lo ha 'ido comiendo' hasta no dejar ni un centímetro de asfalto, tal como se ha demostrado en el Mont Ventoux. Es ahí donde la organización debe 'crear el espacio' necesario para mantener la integridad del ciclista.

Un estrecho pasillo en la subida de Alpe d'Huez | Foto: Tour de Francia
Un estrecho pasillo en la subida de Alpe d'Huez | Foto: Tour de Francia

Era cuestión de tiempo que esto sucediera. Comenzó con aficionados -por llamarlos así- corriendo a escasos milímetros de ellos que mas que animarles lo que buscan es unos segundos de gloria en la televisión. Más de un manotazo se han llevado alguno por insistente de parte de un ciclista, que recuerden va al límite de sus fuerzas y necesita máxima concentración. Más de un ciclista ha perdido el triunfo de su vida porque un 'aficionado' intentó ayudarle como en en Zoncolan en el Giro de 2014 o por sacar la mejor fotografía como ocurrió en Alpe d'Huez en el Tour de 1999, aunque esta vez terminó todo de forma feliz.

El verdadero aficionado sabe del sufrimiento del ciclista en esos momentos, le entiende, le respeta y en consecuencia le da ese espacio necesario porque entiende su trabajo y su esfuerzo. Solo queda esperar que el 'espectáculo del Mont Ventoux' no vuelva a suceder. Que se tomen las medidas oportunas para ello, porque el ciclismo sencillamente no se lo merece.

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Sobre el autor
Román Vilares Francisco
Apasionado del ciclismo. Community Manager de la Sociedad Ciclista Rebonza y redactor de su revista: Pedaladas Verdinegras www.screbonza.es