Sir Bradley Wiggins es de esos hombres que cuando se propone algo no paran hasta conseguirlo. El ciclista inglés comenzó su andadura profesional en la pista donde fue el dominador de la primera parte de la década de los 2000 en las que siempre estuvo en el podium de los mundiales de pista en su especialidad: la persecución por equipos. Este dominio británico se trasladó a los Juegos Olímpicos con seis medallas -tres de oro- en sus participaciones en Sydney, Atenas y Pekín.

Tras Pekín se centró en la carretera para tan solo cuatro años después llevarse el Tour de Francia y después la medalla de oro de los Juegos de Londres en la crono. Tras su periplo en la carretera decidió centrarse este año en los Juegos Olímpicos para intentar convertirse en el británico con mas medallas olímpicas superando al también ciclista Chris Hoy.

Exhibición anglosajona

El conjunto británico batió por dos veces el record del mundo

Para conseguir la persea dorada en la disciplina de persecución por equipos el equipo británico, compuesto por Wiggins, Edward Clancy, Steve Burke y Owain Doull, dominaron todas las rondas hasta plantarse en la final. De hecho en la semifinal contra Nueva Zelanda, el cuarteto ingles consiguió batir el récord del mundo y dejarlo en 3:50:57.

Nada parecía suficiente para los ingleses que en la final frente a Australia tuvieron que sudar hasta el final pues los 'aussies' vendieron cara su derrota. El equipo australiano formado por Alexander Edmondson, Michael Hepburn, Callum Scotson y Sam Welsford solo fueron superados por los ingleses en el ultimo kilómetro.

De hecho para derrotarlo, tuvieron que rebajar el récord mundial, establecido hacía escasos minutos en 31 centésimas.

Es el tercer titulo olímpico consecutivo de los británicos en la especialidad de persecución por equipos e igualen el registro de Italia en los años 1952, 1956 y 1960.

Dinamarca se cuelga el bronce

Mientras en la lucha por le bronce, Dinamarca se impuso claramente al cuarteto de Nueva Zelanda pues obtuvo en la línea de meta una ventaja de tres segundos por lo que los daneses pudieron celebrarlo con toda tranquilidad.