John Williams, el genio de las bandas sonoras de Hollywood
(Foto (sin efecto): loscoloresdelamusica)
John Williams es una de esas personas que, siendo esenciales en el éxito de una película, quedan detrás del telón. Nacido en Nueva York en 1938, ha sido el responsable de crear fabulosas bandas sonoras que instantáneamente se convirtieron en fundamentales para la historia del cine.
Cinco décadas han dado para mucho. Composiciones para más de cien películas le han servido para convertirse en una figura imprescindible del séptimo arte. Sus notas se han vuelto tremendamente reconocibles en el espectador, y aunque pocos sean capaces de ponerle rostro a este gran maestro, lo cierto es que sin él el cine no habría sido de igual forma. No sentiríamos la tensión que nos generan las notas musicales de Tiburón, la magia de Harry Potter o la Marcha Imperial de Star Wars.

Comenzó su carrera componiendo la música de películas enmarcadas dentro de la comedia, siendo el caso de la cinta Cómo robar un millón, protagonizada por Audrey Hepburn. Su influencia orquestal rápidamente lo encasilló en el cine de grandes catástrofes, donde el drama y los sonidos épicos son herramientas muy utilizadas. Superman, Encuentros en la Tercera Fase, Jurassic Park y Memorias de una Geisha son claros ejemplos de que su talento para crear atmósferas de tensión es insuperable.

La cinta por la que consiguió su primer Oscar a Mejor Banda Sonora (Adaptada) fue Un violinista en el tejado, en 1971. Tras este reconocimiento vinieron muchos otros. En 1975 vendría un año de grandes éxitos para el compositor, gracias a su colaboración con su futuro gran amigo Steven Spielberg. Steven dejó en las manos de John la creación musical de una de sus películas más míticas y taquilleras: Tiburón, y consiguieron todos los premios habidos y por haber: Grammy, Globo de Oro, BAFTA y su primer Oscar a Mejor Banda Sonora Original.

El tándem Spielberg + Williams daría otras grandes joyas de la música para el séptimo arte en años posteriores. En 1982 crearon el sonido inconfundible de E.T. El extraterrestre, por el que el compositor ganó su cuarto Oscar, y en 1993 ganó su quinto y hasta el momento último premio de la Academia, gracias a La lista de Schindler. Entre tanto de una y otra, Williams fue el responsable de las bandas sonoras de cintas como Indiana Jones o Solo en Casa, y compuso la que sería quizás su banda sonora cumbre, por la que ganó su tercer Oscar: la Marcha Imperial de Star Wars. Este álbum vendió más de 4 millones de discos, algo insólito en el campo de la música de ambientación.

La composición del maestro para la adaptación de la novela de Markus Zusak, La ladrona de libros, le ha valido su última nominación al Oscar. La presencia del compositor en la lista de cinco candidatos a la estatuilla dorada está siendo algo imprescindible en los últimos años. Lincoln, War Horse y Las aventuras de Tintín ya le dieron la posibilidad de optar al Oscar en los últimos años y quién sabe si el próximo mes de marzo sumemos un premio más a su fabuloso palmarés, arrebatándoselo a otras grandes figuras del campo como Alexandre Desplat (Philomena), Steven Price (Gravity) o Thomas Newman (Al encuentro de Mr. Banks).

Con Oscar o sin él, el compositor estadounidense es ya una pieza clave en la historia del cine. Gracias a él podemos cerrar los ojos y con pocas notas musicales nos trasladamos rápidamente a los pasillos de Howarts, sentimos el escalofrío al avistar un tiburón o imaginamos que volamos en helicóptero hacia la isla de Parque Jurásico. John Williams, un nombre que no debemos olvidar.

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