Más, más, más, nunca es suficiente: 'El Lobo de Wall Street'
(Foto: telecinco).

Corría el año 2002 cuando un experimentado y popular director de cine encontraba en un joven y prometedor, pero ya consolidado actor, a su mejor aliado. Y ya es decir de un cineasta que ha trabajado en considerables ocasiones con grandes nombres como Robert De Niro. Hasta en cinco ocasiones Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio han trabajado juntos desde el inicio del nuevo siglo. Hablamos de grandes y reconocidas superproducciones, tales como El aviador o Infiltrados, valedoras de cinco y cuatro Oscar respectivamente.

El Lobo de Wall Street es la guinda a esta asociación. Una cinta sublime, sorprendetemente divertida y plena de excesos. La avaricia, el sexo y las drogas son los temas centrales de este fascinante trabajo que no dejará indiferente a nadie. Tres horas de metraje, que incluso se hacen escasas, muestran cómo esta vida de excesos forma y destruye al personaje protagonista, un individuo que construye su mundo particular y del que es arrancado dolorosamente. Podemos interpretarla como una enorme crítica a la codicia y la corrupción en Wall Street, destacando la labor de un Scorsese que prescinde de cualquier tecnicismo.

Un insuperable DiCaprio da vida a Jordan Belfort, lobo de las finanzas que en los años noventa se enriqueció a base de técnicas deshonestas y fraudulentas. Una antológica e inmejorable interpretación, que deja al "eterno nominado" más cerca que nunca del ansiado Oscar y con su segundo Globo de Oro. Precisamente la figura que, por el momento, parece tomar ligera ventaja respecto a DiCaprio en la carrera por el galardón, tiene diez magníficos minutos de gloria en la pelíciula. Y es que Matthew McConaughey, en tan solo dos escenas, nos enseña magistralmente todo lo que se debe saber del mundo empresarial y cómo sobrevir en la 'jungla' financiera.

Jonah Hill, otro de los nominados al Oscar, se sale en el papel de Donnie, la mano derecha de Jordan . Un egocéntrico tipo que hace del desfase más absoluto su modo de vida. Posiblemente la mejor actuación del ya treintañero actor, que se está convirtiendo en uno de esos grandes actores secundarios. Su mera presencia en la escena práticamente nos asegura algún momento cómico, y es que es aquí donde el joven actor muestra todas sus armas.

Por desgracia, y al igual que con otros míticos personajes como el mismísimo Gordon Gekko, estas conductas inmorales y formas de vida se acaban convirtiendo en un ejemplo a seguir. Irresistiblemente, acabamos empatizando con el personaje, que no es otra cosa que el estereotipo de villano contemporáneo, uno de esos delincuentes que tanto atrae a Scorsese. Y es que es cuanto menos fascinante, la forma en que el director es capaz de lidiar con un tema tan repulsivo.

Cinco nominaciones a los Oscar avalan al largometraje, que aunque no se presenta como principal favorito en ninguna de ellas, son más que suficientes para nosotros.

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