Festival de San Sebastián (II): fin de año y humedales de sangre
Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo en un fotograma de 'La isla mínima'. (Foto (sin efecto): hoyesarte).

Primer sábado de festival de cine más importante de España y se ha notado tanto en las salas de proyecciones como en las calles de San Sebastián. Un gran aumento de la gente respecto el día anterior ha causado que gran parte de las sesiones del sábado vendieran todas las entrades y que un gran número de personas se quedaran sin poder ver películas como Une nouvelle amie, la nueva película de François Ozon o Silent Heart del danés Bille August. Por otra porte, siempre da gusto ver el éxito que tiene el Festival de San Sebastián y da bastante impresión ver la sala grande del Kursaal (más de 1500 localidades) llena, en silencio y contemplando las películas con atención.

Por nuestra parte el sábado fue un día más tranquilo, comparado con la actividad de la jornada anterior. Con la agenda del día reducida a la mitad, nuestra atención se la han llevado dos premieres mundiales, la película de coproducción uruguayana y argentina Una noche sin luna, dirigida por Germán Tejeira e incluida dentro de la sección Nuevos Directores. Y, por otra parte, la española La isla mínima, de Alberto Rodríguez, la escogida para abrir la competición de la Sección Oficial.

'La isla mínima', de Alberto Rodríguez, era la encargada de abrir la competición en Sección Oficial

La narración de la obra coral del director de Uruguay se centra en las actividades que tienen tres hombres diferentes, sin relación alguna entre ellos, la noche de fin de año. Un divorciado que va a ver a su hija, un presidiario a quien le han dado libertad durante 24 horas y un mago que se queda tirado en un peaje de carretera son los encargados de protagonizar cada una de las tres historias.

Aunque sean tres personajes distintos en contextos muy diferentes, parecen tener los tres la misma personalidad, como si fueran la misma persona... Intercambias a los personajes de contexto y posiblemente reaccionarían de una forma muy similar. Una noche sin luna se podría definir como simple, llana, sin peripecias ni riesgos. Una película que es fácil que guste, pero no irá mucho más de aquí, no causará impresiones ni grandes emociones. Una simplicidad a manos de una ternura que el director pretende transmitir a sus espectadores. Aunque había un pequeño motivo de la película que puede desconcertar: la idea de OVNI está presente en las diferentes historias. Pero parece que, como luego ha comentado el director, se trata de un tema de conversa recurrente en la zona donde está situada la película.

La expectación para la última película de Alberto Rodríguez, director ya conocido en el panorama nacional por films como Grupo 7 o 7 vírgenes, era bastante alta, parecida a la que había el año pasado con Caníbal. La isla mínima, que se podría definir como un thriller con toques modernos del western y alguna pequeña influencia del cine negro, narra la investigación de dos policías (Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo) en un pequeño pueblo de Andalucía debido a la desaparición de dos chicas jóvenes. Todo esto en el contexto de inicios de los 80, pocos años después del fin de la dictadura.

Para todos los fans de la serie de éxito americana True Detective, es inevitable ir pensando en ella mientras se va viendo la película del director español: la fotografía, el ambiente, el estilo, los personajes principales... Aunque el director ya ha negado en más de una ocasión que no se pudieron inspirar en la serie de HBO ya que empezaron a rodar el film meses antes que se estrenara True Detective. Pero precisamente son estos aspectos coincidentes lo más destacable de la película, lo que serían las partes más técnicas (la mayoría impecables).

Se nota la dedicación en querer crear este ambiente y todos los esfuerzos en conseguirlo (incluso parece que el director ha cambiado la manera de grabar la película adoptando métodos más propios del cine clásico americano), ayudando al ritmo de la película en algunos momentos y transfiriendo la tensión al espectador. Pero el punto débil cae en el guion; aunque la trama principal está bien desarrollada, en más de una ocasión se crean tramas paralelas que son poco relevantes y que en muchas ocasiones ni se cierran, dejando al espectador un poco descolocado. En este aspecto la cinta flojea un poquito; demasiados temas se quieren abarcar en las dos horas que dura la película.

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