'[REC] 4': ¡adiós Ángela!
Foto (sin efecto): variety.

Sin duda el universo creado por Jaume Balagueró y Paco Plaza triunfó con las dos primeras cintas de la saga como muy pocas películas españolas han hecho. Sobre todo con la primera de ellas, [REC], que consiguió una gran acogida por parte de la crítica especializada y cosechó una gran cantidad de fans por todo el planeta. Eso se debía a las altas cargas de tensión y de sustos presentes a lo largo de la película, el uso del found footage aumentando la sensación de estar viendo una historia real, la oscuridad y los entornos claustrofóbicos...

Todo esto se perdió en la tercera entrega de la saga, esta vez dirigida solamente por Paco Plaza. Esta cinta parecía más bien cómica y gore, y no una historia de miedo. Lo único que lo relacionaba con sus hermanas mayores era la enfermedad. Ahora, la cuarta película, realizada por Jaume Balagueró sigue la historia dejada después de las dos primeras películas, aumentando más la sensación que [REC] 3 era más como un paréntesis de la saga que un elemento necesario para la continuación de ésta. Una de las pruebas puede ser que, sin ver la tercera película, se puede seguir a la perfección la cuarta.

La cuarta entrega funciona más como thriller gore que como cinta de terror

En [REC] 4, además de reecontrar a Ángela Vidal (Manuela Velasco), también se recupera el gusano/virus que se pudo ver en el final de la primera cinta y vuelven los zombies, la sangre, la claustrofobia... Pero, por desgracia, se echan de menos los sustos y la sensación de verosimilitud de la primera cinta. La cuarta entrega funciona más como thriller gore y no como una cinta de terror. Pero, aunque no llegue al nivel de los dos primeros filmes de la saga, es mejor que el tercero y se puede oler (pero de lejos) aquel universo tan perturbador que se pudó ver una vez en aquel piso infectado del Eixample de Barcelona.

La tensión tarda en arrancar. Es una cinta que va in crescendo, en la que las tres primeras cuartas partes se caracterizan por un ritmo bastante lento en el que la historia parece no avanzar mucho y, cuando lo hace, es bastante previsible. En este aspecto le falta aquella garra presente en las primeras películas que provocaba que el espectador estuviera completamente agarrado a la silla sin poder dejar de mirar la pantalla. Pero por el final de la cinta suben las pulsaciones, aumenta la tensión y vuelven las carreras y el sudor. En los últimos minutos, la cinta sí parece formar parte del universo [REC].

Por otra parte, hay algunas escenas o ideas interesantes en la película (aunque estas duren muy poco)[AVISO SPOILERS]: cuando van investigando y descubren que el virus es inmune a la persona que lleve el insecto que lo ha causado todo, creando un juego de dudas a los personajes (y al espectador). Pero estas deducciones y las consecuencias que pueden traer son tratadas muy por encima en pocas ocasiones, pero dan por resultado discusiones psicológicas profundas cómo la que mantienen el doctor y Ángela después que el primero descubra en las grabaciones que el insecto entró en el cuerpo de la periodista pero que, aparentemente, esta no lo tiene. Pero estos momentos se acaban rápido a manos de monos infectados o personas sangrientas [FIN SPOILERS].

Aún y así, es recomendable que cualquier seguidor de la saga vaya a ver la película. Pues es el final de ésta y, como cualquier otro final de un universo, siempre es curioso ver como acaba. En este sentido alguna de las alegrías al ver la película son el rencuentro con la protagonista de la primera (el alma del universo [REC]), ver como se recuperan motivos tan interesantes de la primera cinta como la niña poseída o ir viendo si es posible encontrar una cura para erradicar completamente este virus. También, otra cosa buena de este final, es que Balagueró ya se ha quitado [REC] de encima y así podrá sorprender, en un futuro, con otra de sus joyas del terror nacional, como ya hizo el 2011 con Mientras duermes o el 1999 con Los sin nombre.

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