'Blue Lips': humanidad reencontrada
Foto: cineralia

Malena ha vuelto a Pamplona una vez más porque no se quiere morir. Pero, esta vez, su visita coincide con la celebración de San Fermín. Por supuesto, en su incansable afán por no perder el tiempo, acabará por inmiscuirse en la masa sanferminera con el único propósito de vivirlo como una persona más, a pesar de que ella misma se sabe incapaz. Por su parte, Vitorio también lo sabe. El fotógrafo italiano acababa de aterrizar en Iruña cuando su objetivo pareció preocuparse por la joven argentina. Juntos, serán los primeros en dejar de fondo el ruido de la celebración para ceñirse en lo más emocionante del ser humano.

Por su parte, Kalani, una joven hawaiana Miss Hula 2011, se encontrará a sí misma en el País Vasco tras haber huido de su hogar –incluida su familia, casa y cultura- en busca de Liam, un novio que no parece muy receptivo. Además, Kalani nos enseñará los pros y contras de una fiesta que no es tuya, pero que vives como si lo fuera. Durante su experiencia, y gracias al lenguaje, se tropezará con Oliver, un periodista estadounidense que perdió a su fotógrafo (Vitorio) por el camino y le pidió matrimonio a su novia infiel horas antes de marcharse de Los Ángeles. La primera piedra que el redactor encontrará en su camino será Sagrario, una mujer que sólo ha llegado de Madrid con una maleta cargada de cosas pasadas y ha decidido no abandonar el piso que, previamente, había alquilado el americano para disfrutar de San Fermín.

Por último, el círculo termina por cerrarse con la presencia del ex futbolista Guido Gol dentro de la fiesta pamplonesa. Su rodilla rota acabó con su carrera en el último Mundial y ahora sólo le queda el recuerdo de quién fue y grabar anuncios publicitarios, fin con el que ha llegado a nuestro país.

Una película honesta

Así arranca Blue Lips, una cinta multicultural tanto en su narrativa como en su producción. Grabada en Argentina, Italia, América y España –cada personaje en su lugar- la película sabe reunir todos los componentes de forma magistral, unificándolos y mezclándolos de la forma más sincera y emocionante posible.

El público se ve proyecto en la película, donde lo que menos importa ya son los propios Sanfermines

De primeras, lo que más nos ha gustado de esta co-producción es la fiabilidad de las historias. Aunque insólitas –o no-, cualquiera podría sentirse como Vitorio, Sagrario o Guido, cualquiera podría sufrir con Malena, compartir las ideas de Olvier o pasárselo bien con Kalani. Al final, el público se ve proyectado en Blue Lips y se ve inmiscuido entre sus historias, convirtiéndose en uno más, donde lo que menos importa ya son los propios Sanfermines.

Además, otra de las características más brillantes del filme es que mantiene esa realidad hasta el final, momento en el que, tras todos los giros que se producen en la trama –como la vida misma- uno espera que el último segundo de cada personaje tenga el happy ending al que nos tiene acostumbrados el cine convencional. Precisamente, por eso, Blue Lips adquiere ese carácter de película especial, huyendo de lo fácil, de la ficción, de lo surrealista. Blue Lips es, ante todo, una película honesta.

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