Crítica de 'Loreak'
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La representante de España en los premios Óscar es la película que más pasó desapercibida por el público, comparándolas con Felices 140 o Magical Girl.

La primera, una comedia negra interesante, dirigida por Gracia Querejeta, procurando radiografiar y hacer metáfora de la situación socio-económica en España. Calidad, dignidad y risa negra pero sana en la obra de la hija del mejor productor que ha dado este país, Elías Querejeta.
Magical Girl fue la segunda película del director que apostó por Filmin, Carlos Vermut, y la plataforma por él, estrenando a nivel nacional con un método y un software prácticamente pionero, en España por lo menos. Este segundo filme respira una negrura mucho más severa, enfermiza, con aires de Haneke, Lanthimos, y cine sueco con tendencias maníaco-depresivas. Con Magical Girl se podría decir que España podría entrar, con ese estilo que tiene, en un pequeño grupo de cineastas nacidos en tierras con importantes crisis en el siglo XXI, que practican (a través del impacto, la aparente limpieza de esteticismos en su cine, y el humor negro) un cine con un marco psicológico hiriente y escandalizante para el espectador.
La seleccionada, no obstante, es Loreak, la pieza que más podría contentar a la Academia. Con un estilo bastante europeo, posiblemente aireado con influencias de cineastas franceses como los hermanos Dardenne, no está para nada por debajo de la enorme satisfacción que puede dar las otras dos películas a cualquier tipo de espectador. ¿Por qué? ¿Por qué ha podido elegirla la Academia? ¿Por qué podría estar entre los Óscar junto a, por ejemplo, Dheepan de Audiard, o Victoria de Schipper?

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El estilo de Loreak se mueve por algo más intimista, humano y presentado como pequeño, como ciertas producciones europeas de los últimos años que se mueven por un drama familiar, o contextualizados en familias o personas que atraviesan crisis personales (como puede ser el cine francés de los hermanos Dardenne). La aparente sencillez narrativa y el empleo del lenguaje audiovisual como algo presentado como llano, pero con amplios sentidos metafóricos y simbólicos hacen que Loreak pueda ser una película hecha para gente de casi cualquier edad.
La película que les ha valido a Goenaga y Garaño acabar en el circuito de los Óscar posee un milimetrismo en toda la articulación de su historia que contrasta con la aparente sencillez y economía de recursos narrativos.

(Foto (sin efecto): audiovisual451.com)

Los directores de 80 egunean parecen conocer a la perfección las dimensiones, los contrapuntos y las debilidades de su historia, de los pulsos que va teniendo en sus personajes, y de lo que pretenden conseguir y provocar en el espectador. Por ello, no sería de extrañar que no sea inconsciente que el personaje de Lourdes (Itziar Ituño) se mueva de manera más forzada que el resto, cumpliendo con un rol y psicología de personaje que se espera, y que ayuda a encajar todas las piezas dramáticas que creen una narración con cierta armonía, donde todo se ve muy compensado, con una balanza muy creíble.

La historia tiene dos objetos sobre los que articular una serie de tramas cruzadas; el personaje de Beñat (Bengoetxea) como elemento catalizador de todas las historias, y las flores como objeto simbólico de todo aquello que pueda dar a entender dar, recibir, encontrar y regalar flores, así como todas las connotaciones que se conocen para dar según qué tipo.

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De esta manera, la película habla de amor, muerte, superstición, vejez, silencio y circunstancias inesperadas de la vida, de un modo muy humano, sutil, hipnótico, primando la interpretación de los actores antes de cualquier técnica o estética, y procurando que esto último tenga lugar en cuanto a los sentimientos de los personajes.
El detallismo emocional que se puede llegar a ver en las caras de los personajes deja entrever la madurez de estos dos directores, capaces de crear una historia sin apenas fisuras ni dobleces que den a entender nada más allá de lo que ellos pretenden. Y aquellos defectos que pueda tener la película, puede ser ya objeto de conocimiento de los realizadores.

En definitiva, Loreak es una pequeña joya sobre cómo las personas se desenvuelven ante aquellos momentos de la vida que no dejan de dar ciertas noticias inesperadas, sobre su capacidad de decisión, de reacción emocional, y sobre todo, de creer.

¿Puede ganar el Óscar a mejor película de habla no inglesa? ¿Acaso puede estar dentro de las 4 seleccionadas a esa nominación? Nunca se sabe. Últimamente, los Óscar pretenden romper las expectativas que suelen dar todos los años, tan sensacionalistas, aliados a las historias y personajes de superación, mostrando su corazoncito. Nada nuevo de lo que no hayan hablado ya antes gente como Gary Oldman o Joaquin Phoenix. Que sirva esta preselección para dar a conocer a quienes "no atendieron aquel día en clase" tres demostraciones de gran ejercicio de cine en España como tres verdaderos monumentos. El resto es baladí.
Al hablar de premios Óscar, deberíamos aplicar el ejemplo de Loreak y poner flores por todas las injusticias y pedradas que ha dado esta maquilladísima ceremonia de premios. Por Emmanuelle Riva, por June Squibb, por todas las demás películas que no eran Crash (2004), por todas las que no eran Chicago, por Nacido el 4 de julio...

(Foto (sin efectos): hoycinema.abc.es)
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