20 películas para Semana Santa
Foto: karmafilms.es

20. Mandariinid, Zaza Urushadze - 2013 (ESTONIA)

Ambientada en 1992 -en pleno enfrentamiento entre Georgia y Abjasia, con Rusia y Estonia entre medias-, Mandarinas explora varios frentes con unas modestia y cordura sobrecogedoras. Urushadze realiza una lectura sobre lo absurdo de las causas bélicas, una declaración tan valiosa como austera contra las mismas y muestra las bases de una sociedad civilizada. Es una película profunda, una película que propone una reflexión moral interesante, una película que, sin dobleces ni maniqueísmos, deja un poso en el estómago de todo aquel que la ve. 82' de ritmo pausado, planos intensos e interpretaciones que mueven una maquinaria con las ideas claras y concisas.

19. Solyaris, Andrei Tarkovsky - 1972 (URSS)

El cine de Tarkovsky, amado y odiado a partes iguales, atiende a la metafísica de los problemas terrenales con diálogos útiles, profundidades de campo que hacen reflexionar e historias cocinadas a largo plazo, pero verdaderamente interesantes. Solaris es una aventura hacia el interior de lo que el ser humano entiende por existencialismo, sobre las relaciones entre el hombre, la tierra y su naturaleza, todo ello embalsamado en la estimulante fotografía de Vadim Yusov. El ritmo es lento, pero de una riqueza narrativa que merece la pena explorar, sobre todo, por cómo coloca las capas en la primera parte de la cinta, y cómo las deconstruye después, con esa psicología que automáticamente funciona para que el espectador se analice a sí mismo.

18. Kynodontas, Yorgos Lanthimos - 2009 (GRECIA)

El mito de la caverna, firmado por Platón, tiene en Canino una nueva interpretación: reflexión irónica, mordaz y repleta de guiños a la ingenuidad de todo aquel que convenga educar sobre el proteccionismo. Lanthimos fabrica un ejercicio que sorprende por su estructura, por la forma en la que rueda un guión extraño, entre la comedia negra y el drama psicológico, pero sin delimitar las diferencias entre ambos. Es de ese cine surrealista, con planos surrealistas, que necesita de atención, de ese cine que intenta ser diferente, que intenta aportar una nueva visión a la terquedad de los padres, la curiosidad del adolescente y la dinámica que, no para todos los públicos, expresa el lado más oscuro de la sociedad humanística. El espectador aventurero corre el riesgo de no entender absolutamente nada, pero el intento merece la pena.

17. El Verdugo, Luis García Berlanga - 1963 (ESPAÑA)

La gran obra del cine español en el siglo XX. El Verdugo es una dura y lúcida comedia negra sobre la pena de muerte, un drama sobre lo que arrastra a los hombres convencionales en el sentido de la corriente social, una exposición de los hechos que reducen a lo más mínimo el papel del ejecutor. El ingenio de Berlanga, Rafa Azcona y Ennio Flaiano retrata una España gris, sin adornos ni secuencias indiferentes, donde todo trasciende de lo cotidiano. Dispuesto en una estructura con múltiples capas, la película está diseñada sobre los mínimos recursos posibles, sobre el miedo y la incertidumbre de un hombre que, entre la espada y la pared, termina por ver con buenos ojos un oficio que, según Amadeo, "alguien tiene que aplicar".

16. Trainspotting, Danny Boyle - 1996 (U.K.)

En una época convulsa en Reino Unido, Boyle realiza una película que funciona como el síntoma de la sociedad británica, una sociedad cuyos jóvenes estaban sumidos en la violencia, las adicciones y lo inexplicable de su existencia. Trainspotting sumerge al espectador en un universo drogadictivo brutal, sincero y, lo ¿mejor? de todo, acoplado a la realidad del momento. La dirección del británico es trepidante, despeja cualquier duda sobre las causas y consecuencias de consumir heroína, sobre cómo abandonar ese mundo de delirio y repugnancia para colocarse en una buena posición político-social. Cinco amigos moviéndose en una atmósfera magnética y poniendo a disposición del espectador la corrección singular, aplicada a una ciudad entera.

15. A Clockwork Orange, Stanley Kubrick - 1971 (U.K.)

Kubrick estilizó, con Beethoven de fondo, el paradigma de la ultraviolencia y lo absurdo del sistema político-penitenciario de Reino Unido. Irreverente, repugnante en ciertas fases de la historia, La Naranja Mecánica es el retrato más agudo sobre la libre elección de conducta, la libre sanción por parte del Estado y la libre disposición de este para coaccionar y reestablecer las sanciones impuestas por según qué conductas. Es perturbadora, se queda grabada en la mente del público como la obsesión de su protagonista, incluso corre el peligro de inculcar el valor moral equivocado sobre un espectador que no sepa interpretar su narrativa. La genialidad de Kubrick a su máximo exponente.

14. All About Eve, Joseph L. Mankiewicz - 1950 (EE.UU)

Dirigida por uno de los mejores directores en la historia del cine, Eva Al Desnudo habla de la envidia, la competitividad, la ira interna y el placer de conseguir un sueño, aunque sea de cartón-piedra. Mankiewicz escribe unos diálogos prodigiosos, exactos en su objetivo y magníficamente interpretados por Bette Davis, Anne Baxter y Celeste Holm. Sólida en todos sus aspectos, magnifica la sensación que transmite recoger un premio, no sólo por recibirlo sino por mostrarlo con cinismo delante de todos los detractores. Las grandes cotas de excelencia a las que remite cualquier espectador que haya disfrutado de su proyección, no están referidas al público experto, sino que todo el que quiera puede captar el mensaje que el director quiso dejar entre secuencias, miradas y frases que jamás caducarán.

13. Det Sjunde Inseglet, Ingmar Bergman - 1957 (SUECIA)

El Séptimo Sello trata de sentar las bases para la interpretación de lo que ella misma quiere reflexionar; el existencialismo llevado a una partida de ajedrez entre la muerte y el protagonista. Bergman fue un maestro que dejaba pensar, no establecía una conducta alrededor de la historia, ni tampoco dictaba cátedra. El ritmo es constante, los planos buscan el estímulo del juego entre lo estático de la reflexión y lo trepidante del viaje al que invita al público. El director capta la esencia de las normas sociales y la introduce en unos personajes con un gran desarrollo, retrata el fanatismo con humor y todo ello lo mimetiza empleando elementos tangibles con sensaciones e inmensidad. Una respuesta a las preguntas más cotidianas sobre el papel de cada uno en un mundo reinado por el caos.

12. Barry Lyndon, Stanley Kubrick - 1975 (U.K.)

Narración -a veces con voz en off- de las aventuras de Barry Lyndon. Una historia sobre el destierro, la ambición y el desengaño, una historia en la que, a través de los conflictos internos -y externos- del protagonista, Kubrick realiza un análisis certero sobre una época histórica en Irlanda. Lo emotivo de Barry Lyndon no es tratado con condescendencia, ergo el público no encontrará sensiblería gratuita, sino el ingenio del director aplicado a un drama de aventuras, una historia triste contada a través de los ojos de John Alcott y su hermosa fotografía. Experto en las adaptaciones a la gran pantalla -respetando la idea, pero estilizándola- Kubrick enfría el clima y lo rompe identificando al protagonista con el anti-héroe. La música de Händel eleva esta película a la categoría de obra de arte.

11. Letters From Iwo Jima, Clint Eastwood - 2006 (EE.UU)

Eastwood dejó una obra maestra para el recuerdo. Cartas Desde Iwo Jima es la mejor declaración de intenciones del cine sobre la Segunda Guerra Mundial, enfocada desde oriente, rodada en japonés y con una atmósfera llena de terror, desesperación y justicia. Una película humanística, que no se limita a narrar la batalla e Iwo Jima -el acontecimiento más cruento de la guerra del Pacífico-, sino que sangra por los cuatro costados, establece una conexión indestructible entre ellos y aquellos, entre la ficción y la realidad, entre el espectador y los homenajeados. El sonido traslada al público a aquel momento, le hace sentir el miedo y la incertidumbre de todos los que sufrieron el odio de la postguerra. Magnífica, nada que ver con Banderas de Nuestros Padres.

10. Road To Perdition, Sam Mendes - 2002 (EE.UU)

Sin renunciar a los códigos del género, Mendes y David Self ejecutan un drama renovado, fresco, con un ritmo intenso e interpretaciones que acongojan. Tom Hanks, Paul Newman y Jude Law perfeccionan el perfil del gángster en mitad de la Gran Depresión. La adaptación del cómic homónimo se convierte en un poema de talento y elegancia, de crudeza y un tono agrio sobre el devenir de sus personajes -aunque estén predestinados. Conrad L. Hall encuadra la acción, el drama y el cine noir de época en una fotografía que transmite lo sombrío de la historia. De duración justa -apenas 120'- Camino a la Perdición es una tragedia en la que merece la pena sumergirse y contagiarse del poderío visual y argumental de Mendes, Self y compañía.

9. Ex - Machina, Alex Garland - 2014 (U.K.)

Ópera prima sobre el futuro hacia el que la sociedad actual se dirige, sobre la soberbia de los virtuosos y lo intangible del ser humano. La ciencia ficción toma otro rumbo en este drama escrito y dirigido por Garland. Ex - Machina sale de los tópicos, avanza con rotundidad y no muestra signos de duda en su objetivo; a dónde pueden llevar el poder, la inteligencia artificial y la ingenuidad. Al fin una película de fantasía futurista que no aleja a los públicos escépticos, y que acerca, aún más, a los acérrimos al género. El guión mestiza thriller, drama, sátira y algunos momentos hilarantes -el baila de Oscar Isaac es memorable- para reconducir nuevamente al espectáculo que ofrece la interpretación de Alicia Vikander. Ex - Machina lo tiene todo para ser una gran obra.

8. Miller's Crossing, Joel Coen - 1990 (EE.UU)

Homenaje y reanimación al cine noir, un relato sobre el amor en tiempos de gángsters, sobre lo humano de dos tipos sin escrúpulos enraizados entre sí por trabajo y objetivos. Muerte Entre las Flores -como se tradujo en España- posee una potente puesta en escena, casi teatral, tanto que acaba engullendo a todo el que pasea por ella. Sin embargo, los hermanos Coen diseñan una estructura narrativa en la que los diálogos son la sátira, los tiroteos la acción y el elemento pictórico, la elegancia de la historia. Todo está cuidado en la película, todo está dispuesto con delicadeza, brutalidad y determinación. Joel Coen navega entre la pasión y la rigurosidad para regalarle al público uno de los relatos más sangrantes del mundo del crimen tiempo antes de la Gran Depresión.

7. Amores Perros, Alejandro G. Iñárritu - 2000 (MÉXICO)

La ópera prima más cruda sobre la sociedad mexicana. Iñárritu y Guillermo Arriaga escriben tres historias que funcionarían por separado, y las establecen sobre un mismo patrón, no haciendo que funcionen, sino que briller. El tiento del cineasta para plasmar la realidad social, no sólo de México, sino de Occidente, narrándolas en tres capítulos, evoca a las grandes gestas de Quentin Tarantino, pero con su propio estilo; directo, firme y apasionado. El ritmo que adquiere Amores Perros, la dureza de su viaje, supone un estímulo constante para el espectador, un impacto y una realidad sobre aquello que está lejos, que no afecta, pero que no deja de ser la realidad de muchos diaria, mensual, anual e históricamente. Cine de difícil digestión, pero necesario.

6. Z., Constantin Costa-Gavras - 1969 (ALGERIA)

Costa-Gavras dirige con valentía el guión de Jorge Semprún, un guión algo maniqueísta a la hora de plasmar los bandos, sin embargo, ese maniqueísmo a veces criticado es totalmente necesario en este relato sobre la corrupción, coactividad y opresión de un gobierno que envía mensajes a golpe de ejército. El montaje de Z. está armonizado con la composición de Mikis Theodorakis, con el clima a drama político necesario para la sociedad, para el analfabetismo pero, sobre todo, para la libertad. Y libertad ejerce el cineasta durante todo el ejercicio, libertad para dar un puñetazo en la mesa y contar lo que acontece con rabia, pero desde el respeto. Z. no es fastuosa por su estructura, sino por el contenido, por cómo está contado y por la intensidad con la que el reparto se manifiesta en esta declaración pacifista.

5. Amour, Michael Haneke - 2012 (AUSTRIA)

Haneke pasea por la ternura y el humanismo, por el dolor y la muerte, y consigue anteponerlo a su habitual cine alejado de lo políticamente correcto. Aunque Amour pone los ingredientes para crear la contención de aire en los pulmones, es una obra que navega por múltiples arenas movedizas de proteccionismo y condescendencia, sin embargo, en su viaje, el relato arrasa con toda estructura sentimental, con todos los caparazones que cualquier espectador haya tenido o tenga como autoengaño. Muestra esperanza, muestra el camino para conmover desde la frialdad de sus secuencias. Los planos están medidos, la historia narrada con ritmo, aunque pausado, pero sin fisuras, con interpretaciones íntimas, con fuerza, a pesar de introducirse en la última étapa de sus vidas. En Amour, todo es creíble y, lo mejor de todo, demostrable.

4. Kramer Vs Kramer, Robert Benton - 1979 (EE.UU)

Benton coloca a Dustin Hoffman y Meryl Streep en una película que, más bien, es un debate moral -sin respuesta- sobre lo que el exceso de trabajo puede hacer con el edificio creado a golpe de sacrificio. Kramer Vs Kramer es una de las historias más emotivas y -aunque a veces y desgraciadamente, alejada de la realidad- veraces del siglo XX. El espectador asiste a la evolución de un padre hastiado por todo lo que le rodea, una madre desesperada y un niño que mira con incertidumbre al posible futuro que les depara. El buenismo que inunda a la película es el resultado del edulcorante al que somete varias secuencias, a la pasión con la que rueda cada situación. Para todos aquellos escépticos de la buena voluntad.

3. The Fortune Cookie, Billy Wilder - 1966 (EE.UU)

Como acostumbra el genio Wilder, En Bandeja de Plata funciona como parodia, sátira, análisis de la doble moral y el cinismo que rodea a todos aquellos con un mínimo de poder, aquellos triunfalistas que de autocomplacencia arrasan con los ingenuos que no conocen el lado oscuro de los vacíos legales. El magnetismo del dinero a los ojos de sus protagonistas, se convierte en el magnetismo que estos destilan hacia el espectador. El cómo relatar del engaño, el fraude y la avaricia en una atmósfera cómica, ácida y certera. En Bamdeja de Plata confirmó el éxito del binomio Matthau-Lemmon y, aunque fue de las más desapercibidas, la facilidad de Wilder para perfeccionar cualquier trama.

2. How Green Was My Valley, John Ford - 1941 (EE.UU)

Adaptación de la novela escrita por Richard Llewellyn que recuerda en cantidad a la causa de The Sound and The Fury, de William Faulkner. Ford destronó a Citizen Kane con el relato de una familia minera enfocado desde los ojos del miembro más joven. Un drama dirigido magistralmente -como todo lo que hacía uno de los mejores cineastas de todos los tiempos-, con planos para la historia, diálogos enternecedores y la sutileza para mostrar algo tan consabido como necesario de recordar; la protección efímera de las figuras paternas, la causa de sus sacrificios, la evolución del pensamiento en una sociedad sumida en el trabajo y la felicidad de sus familias.

1. In The Name Of The Father, Jim Sheridan - 1993 (IRLANDA)

En El Nombre del Padre es dura, certera, no se amilana retratando al sistema judicial británico, ni tampoco a las prácticas abusivas de los representantes de la ley, según sus percepciones de lo que está bien o mal, o lo que pueden ser o dejar de ser jóvenes apilados en la cultura vanguardista-hippie. Sheridan, maestro del ritmo y la estructura narrativa, fabrica un alegato contra uno de los mayores errores de la justicia británica, una denuncia soberbia que entretiene, conmueve y abre los ojos. Magnífico montaje, magnífico Daniel Day-Lewis y magnífico resultado.

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