Crítica de 'Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo'
Cartel promocional de la película (Foto: Universal)

Cuando llegó en 2012 'Blancanieves y la leyenda del cazador' quedó claro que las versiones oscuras narradas en los cuentos de los hermanos Grimm funcionaba bastante bien en la gran pantalla. Se apostó por un elenco de altura y se aportaron novedades al centrar la historia en el cazador, interpretado por Chris Hemsworth. Tras el éxito de la cinta quedó en evidencia la necesidad de una secuela. Pero había varios interrogantes: ¿cómo? ¿Cuándo? ¿Con quién? ¿Por qué?

Estas dudas se hicieron todavía más palpables cuando por causas externas se hacía imposible la participación de Kristen Stewart en la secuela. ¿Cómo haces la secuela de 'Blancanieves' sin Blancanieves? Sin embargo, se ha tomado el camino adecuado y se ha decidido seguir en la línea ya marcada más ligeramente en la primera película: el cazador. 

Consiguen tratar un tema tan sobreexplotado a la par que ilógico dándole una vuelta de tuerca que le dota de interés y coherencia dentro de la historia

Obviamente la película demanda en ciertos momentos la presencia de la reina Blanca, pero rápidamente desaparecen esos fantasmas ensombrecidos por las grandes figuras de la reina de hielo y el propio cazador. Las interpretaciones de Hemsworth y Chastain acompañados por una sublime Emily Blunt dejan muy de lado a la casi siempre floja Stewart. 

Una de las grandes bazas del largometraje (dirigido esta vez  por el especialista en efectos especiales Cedric Nicolas-Troyan) es la belleza visual. No estamos ante una preciosidad como 'El señor de los anillos' pero los espectadores disfrutarán al verse inmersos en un viaje a través de paisajes de una calidad visual envidiable. Normalmente se suele aprovechar este trabajo técnico tan esmerado para introducir un 3D que merezca la pena (como la nueva versión de 'El libro de la selva'). Sin embargo, en este caso el 3D solo resta belleza y visión al espectador. La falta de escenas de acción o el poco desarrollo de los poderes de la reina del hielo son algunos factores que juegan en su contra, pero lo más molesto es que no solo no aporta profundidad u objetos fuera de la pantalla, sino que le quita brillo a la pantalla. Todo se ve mucho más oscuro y realmente hay que esforzarse por apreciar los detalles (la primera secuencia de la película, con una tenue luz de chimenea, es un verdadero martirio para los ojos). 

La otra gran cuestión acerca de la película era saber si iba a ser una precuela o una secuela de 'Blancanieves y la leyenda del cazador'. Ahí llega otro acierto: hacen las dos cosas. La primera parte, utilizada como precuela, presenta una trama coherente con la película antecesora, manteniendo ese tono de narrador omnisciente externo y con un toque oscuro; mientras, la segunda mitad muestra un viaje lleno de criaturas fantásticas, persecuciones, peleas y debates. 

Sin embargo, el tema central de la película es el amor. El público está cansado de ver películas que venden eso de que el amor todo lo puede y demás frases positivistas. De hecho a más de uno le sobrará tanta importancia al sentimiento, pero la verdad es que consiguen tratar un tema tan sobreexplotado a la par que ilógico dándole una vuelta de tuerca que le dota de interés y coherencia dentro de la historia. Si la primera película giraba en torno a la belleza (solo hay una pequeña concesión a ese tema en la resolución final), ahora es el amor el tema por el que han apostado para cubrir todo: es el por qué del trauma y motivación de todos los personajes, desde la reina de hielo hasta los enanos. Puede muchos momentos estén demasiado endulcorados de azúcar, pero desde luego saben lo que querían y han apostado fuerte por ello. Y es que, en general, consiguen mantener la esencia del cuento de Blancanieves, a pesar de que ni aparece Blanca, ni esto es un cuento. 

Lo mejor: visibilidad. Hay películas que te tienen que entrar por los ojos, pueden acertar o fallar en otros aspectos pero a uno le gusta lo que ve. Acción bien coreografiada, el hielo dominante y efectos atractivos. Las buenas actuaciones también contribuyen a que uno se crea lo que está viendo. 

Lo peor: Kristen Stewart. Sí, no aparece en la película pero es lo peor. Y precisamente es por eso, porque su ausencia hace que la película tenga que parchear ciertos momentos y ciertas menciones para poder salir del paso. Cierto es que no se la echa demasiado en falta, pero Blancanieves no puede desaparecer de la secuela de su película. Y si además es por motivos externos nada profesionales, peor.

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