'El rey tuerto' de Marc Crehuet: un pulso interpretativo para abrir los ojos
'El Rey Tuerto' de Marc Crehuet: un pulso interpretativo para abrir los ojos

"En el país de los ciegos, el tuerto es rey"

Este refrán viene como anillo al dedo para describir situaciones en las que un mediocre parece bueno entre gente sin ningún valor. En un sentido más amplio, se aplica a lo que es mediano y parece bueno entre lo malo. Pues si algo queda claro, es que a la ópera prima del cineasta catalán Marc Crehuet no se le puede aplicar esta reflexión.

El rey tuerto puede considerarse un largometraje mediano en muchos aspectos de producción pero no en lo que puramente tiene que ver con la esencia del cine. Este largometraje, adaptado a partir de la obra de teatro homónima y también creada por el propio Crehuet, fue estrenado en la Sección Oficial del 19 Festival de Málaga y dejó con muy buen sabor de boca a los espectadores que pudieron disfrutarlo.

Y más que con buen sabor de boca, con los ojos bien abiertos. La ópera prima de Crehuet es un guantazo dado, con la palma abierta, sobre los pensamientos de aquellos que viven inmersos en la creencia de que no se puede profundizar en varias versiones válidas de un mismo conflicto.

Con un reparto formado por Miki Esparbé, Alain Hernández, Ruth Llopis y Betsy Túrnez, esta película convierte la gran pantalla en una ventana a través de la que el espectador puede ser partícipe de una reflexión de hora y media aplicable a muchos aspectos de la vida.

Crear comicidad a partir de tensión es una tarea ardua que se consigue cumplimentar en muchos momentos del metraje. El rey tuerto incomoda, saca en el espectador esa sonrisilla nerviosa fruto de una incertidumbre que a uno le hace regocijarse en la butaca.

El filme no pierde la esencia de su germen. El teatro sigue siendo la semilla de la historia. Los cuatro miembros del elenco además muestran en cada secuencia la simbiosis creada en dos años y medio de ensayos en forma de funciones. Algo imposible de ver en cualquier otra obra cinematográfica por los tempos veloces de grabación que se marcan en cada producción. Alain Hernández y Miki Esparbé disputan un partido de tenis interpretativo en el que el espectador va mirando de un lado a otro para no perder detalle de las dos caras de la moneda. Caras que van mutando la una en la otra para dejar claro que los ojos son inservibles cuando la mente es ciega.

Y es el match point de esta película, el final, uno de sus momentos más personales. El intimismo del teatro ahora sí se traslada en todo su esplendor a la sala de cine para hablar de tú a un espectador que tras la visualización de este filme acumulará una mayor capacidad crítica con la guerra de valores existente en la sociedad.

VAVEL Logo