Sebastian Vettel se proclama tetracampeón en la polución india

La nube tóxica se aproximaba imparable. Inertes, inmóviles, los ciudadanos veían como un manto grisáceo descendía sobre el circuito de Buddh. Una niebla dañina para la salud del ser humano que, poco a poco, mudaba su color a un violeta febril y trasladaba su peligrosidad al aficionado a la Fórmula 1. Hace tiempo que el seguidor de este deporte conoce el desenlace del campeonato, pero una tímida esperanza siempre invitaba a confiar en que el viento hiciera acto de presencia y barriera -o, al menos, desplazara levemente- la bruma procedente de un equipo Red Bull que contaminó la competición con su superioridad. La enfermó de gravedad, volviéndola terminal y haciendo las carreras aburridas, planas e innecesarias. La Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez montada en un bólido con neumáticos Pirelli, cómplice de la tiranía del toro rojo. El Gran Premio de la India no haría ascos al torrente venenoso.

Vettel se consagró tetracampeón en la India, igualando la marca de Fangio y Schumacher

Tarde redonda. Sebastian Vettel salió victorioso del circuito de Buddh en la mañana española, es el justo vencedor del Mundial de Pilotos y, además, otorgó al equipo Red Bull el Campeonato de Constructores. El piloto alemán, tetracampeón más joven de la historia, dominó con la facilidad habitual la prueba de la India y copió a mitos de otra época como Fangio y Schumacher. Justo por detrás, Nico Rosberg (Mercedes) y Romain Grosjean (Lotus-Renault) abanderaron la competición de los terrícolas y completaron un podio bañado por la gris bruma contaminante. Destacable la carrera del francés, que utilizó una estrategia arriesgada a una parada y remontó desde la 17º plaza.

El campeonato de 2013 comenzaba reñido, interesante, con alternancia en la 'pole' y en el podio final, pero acabó contaminado por la decisión de Pirelli de volver a los compuestos del año pasado “para asegurar la fiabilidad”. Nada más lejos de la realidad. En este Gran Premio de la India la seguridad brilló por su ausencia y el fabricante tuvo que recomendar no sobrepasar la vida útil del compuesto blando “más allá de las 15 vueltas” y del duro “hasta los 35 giros”. Los únicos valientes que desafiaron la premisa fueron Adrian Sutil y los Lotus de Grosjean y Räikkönen, que sufrió al final de la carrera por el blistering en las ruedas. Ese desgaste peligroso que se intentó evitar desde Hungaroring y que fue un acérrimo visitante carrera sí, carrera también. Interesadamente o no, Pirelli propició la mejora aerodinámica de Red Bull y potenció el efecto de la nube tóxica violeta.

Vettel conjugó la madurez de los grandes pilotos con la superioridad mecánica de Red Bull

No hay que relacionar, no obstante, la facilidad de la dominancia con la justicia de la figura del vencedor del campeonato. Sebastian Vettel completó en la India un Gran Premio que fue un calco de lo vivido en las anteriores cinco. Su Red Bull le permitió un control absoluto con independencia de la estrategia y de la situación de carrera. Pero esta temporada el de Heppenheim añadió un ingrediente fundamental, el que diferencia a los campeones casuales de los grandes pilotos: la consistencia y la madurez. Si bien todavía se atisban tintes infantiles en el comportamiento del número uno del toro rojo -como la obsesión endémica de marcar la vuelta rápida de carrera en los giros finales-, el alemán ha conseguido silenciar a los críticos más escépticos.

La cruz de la moneda de Red Bull la representó, una vez más, Mark Webber. El australiano, que comenzó la carrera chocando con el alerón delantero de Fernando Alonso y relegándolo al ostracismo absoluto, abandonó la prueba a pocas vueltas para el final por un problema en la caja de cambios. Como se comentó en pruebas anteriores, Vettel conduce un panzer con cohetes y Webber se sube cada Gran Premio a un triciclo con escapes al que le han hecho vudú. Factor diferencial entre los pilotos de la escudería alada.

Gran carrera de Grosjean y Massa; Alonso acabó fuera de la zona de puntos

Pocos comentarios en referencia a este Gran Premio de la India. Con los campeonatos decididos, sobraba para todos menos para Vettel y Red Bull. Destacable la sorpresa de Massa en los primeros compases de la carrera, que partía quinto y se ubicó segundo en la salida. Remarcable la arriesgada estrategia de los Lotus, que intentaron finalizar la prueba con una sola parada en boxes, desoyendo las “recomendaciones de seguridad” de Pirelli, y les salió bien la jugada con un Grosjean imperial y un Kimi Räikkönen al que le sobraron vueltas. Pasmosa y lamentable la facilidad con la que Vettel se deshizo de los coches 3 y 4 de Red Bull, pilotados por Vergne y Ricciardo. Desagradable el toque de Alonso con Webber en la salida, que cambió la estrategia de Ferrari y desterró al español de la zona de puntos por primera vez desde Silverstone 2010. Nuevamente, un Gran Premio puede resumirse en un simple y yermo párrafo. Es triste. Con el noventa por ciento del guión escrito, poco margen queda para la imaginación, para la inventiva, para el deporte.

Al Mundial 2013 le restan tres Grandes Premios prescindibles, insulsos. La ausencia de mejoras técnicas desde Singapur otorga la superioridad técnica y psicológica a un equipo Red Bull que expandió la cortina tóxica desde Hungaroring. No se pone en tela de juicio la majestuosidad mecánica que representa el RB9, pero el Mundial habría ganado espectacularidad si Pirelli no hubiera metido mano en los compuestos con decisiones híbridas entre la política y la polémica. Esos neumáticos que volvieron a ser protagonistas en la India. Un fin de semana más. Vettel vuelve a señalar con el dedo;La Fórmula 1 apunta a la temporada 2014.

|Autoría imágenes: GpUpdate|