La Fórmula 1 visitaba el 12 de mayo de 2002 un circuito con tradición en el campeonato de Fórmula 1: A1-Ring. El circuito de Spielberg acogía por vigesimoquinta vez una carrera del Gran Circo, la penúltima hasta hoy. Y no iba a ser una más. Una tan innecesaria como antideportiva imagen iba a hacer que la recta de meta del A1-Ring quedara para siempre grabada en el imaginario colectivo de los seguidores del deporte del motor. Los protagonistas fueron los dos Ferrari. En el afán de conseguir el tercer mundial consecutivo de Michael Schumacher, Ferrari ordenó a Rubens Barrichello, que tenía la segunda victoria de su carrera deportiva a la vista, que le cediera la posición al, entonces, tetracampeón del mundo, algo que hizo en el último paso por la recta de meta.

Rubens Barrichello había dominado el fin de semana austriaco. Con un tiempo de 1:08:082, había conseguido la pole muy por delante de Michael Schumacher, que fue tercero el sábado a 622 milésimas de su compañero. Entremedias, se colocó Ralf Schumacher, quien había hecho posible que el apellido Schumacher estuviera presente en lo más alto del podio de todas las pruebas de la temporada al imponerse en Sepang. Con Juan Pablo Montoya cuarto, la carrera prometía ser una lucha entre la todopoderosa Ferrari y la contendiente al título, Williams BMW. ¡Qué tiempos!

La salida colocó a los monoplazas donde debían: Ferrari primero y, a su estela, los Williams. Con un coche superior al resto, se antojaba complicado que la victoria se le escapara al Cavalino. En la vuelta 15, la diferencia entre los líderes y el primer Williams, el del ‘hermanísimo’, era superior a los 20 segundos.

No obstante, la avería de Olivier Panis, que regó de aceite la pista, iba a provocar que la carrera se reagrupara. Reanudada la prueba, nada iba a cambiar salvo que los Williams no entraron a boxes, lo que provocó que Ralf se interpusiera entre Rubens y Michael. De este modo, el brasileño pudo marcharse en solitario en busca de su segunda victoria.

Fue a dos vueltas del final cuando Ruben Barrichello bajó su ritmo y permitió que Michael Schumacher le sobrepasara en el último paso por la línea de metaY así parecía que sucedería, pero el afán de Ferrari por ganar la clasificación de pilotos lo más rápido posible lo iba a impedir. A dos vueltas del final, Rubens comenzó a rodar visiblemente más lento. ¿Era un problema en su monoplaza? No. Por la radio del brasileño, llegaba un mensaje al que estaba obligado por contrato: cumplir las órdenes de equipo. En este caso, que facilitara la victoria de Michael Schumacher. Iba a ser a la salida de la última curva, en plena recta de meta, cuando el paulista hiciera efectivo el acatamiento de la sentencia: el káiser ganaba la carrera.

La reacción del público fue inmediata y como pocas las ha habido. Pitos y abucheos eran perfectamente audibles a través del rugido de los motores V10. Ya en el podio, Michael Schumacher “obligó” su compañero a subir al primer escalón mientras sonaba el himno alemán acompañado de las protestas de los aficionados, que no cesaron. El podio de Austria 2002 es, por tanto, de los más bochornosos que se recuerdan.

La FIA prohíbe las órdenes de equipo

El problema de ceder la posición al tetracampeón en el último paso por recta fue el feo gesto de antideportividad al que quedaba asociada la Fórmula 1. Las órdenes de equipo siempre habían existido, pero nunca habían sido situaciones tan clamorosas. Ejemplos los había en las últimas temporadas, pero no tan escandalosos: Mika Salo había regalado la victoria a Eddie Irvine en Alemania 1998, si bien le cedió la posición con varias vueltas por disputarse.

La polémica estaba servida. El debate se instaló de lleno entre la opinión de los aficionados a la Fórmula 1. Lo ocurrido en A1-Ring comenzó a poner en entredicho las órdenes de equipo, algo que desembocaría en su prohibición tras el GP de Estados UnidosLas órdenes de equipo estaban en el punto de vista debido al bochornoso espectáculo ofrecido en el A1-Ring. No obstante, la victoria de David Coulthard en Mónaco y unas siguientes citas sin polémicas hicieron que las aguas volvieran a su cauce. Pero la idea estaba bien introducida.

En el penúltimo gran premio de la temporada, el de Estados Unidos, se viviría justamente lo contrario. Con el quinto campeonato ganado y la carrera dominada, Michael Schumacher levantó el pie del acelerador y los dos Ferrari cruzaban la línea de meta a la par, pero con Rubens Barrichello por delante. La diferencia entre ambos sería de 11 milésimas, es decir, el final más ajustado de la historia medido a la milésima, ya que la diferencia entre el primer y el segundo clasificado del Gran Premio de Italia de 1971, Peter Gethin y Ronnie Peterson fue de una centésima.

La acción de Michael Schumacher forzaría a la FIA a prohibir las órdenes de equipo para que los finales de carrera no se vieran alterados de esta forma. Sería, precisamente, una acción entre dos Ferrari en el Gran Premio de Alemania de 2010, el adelantamiento de Fernando Alonso a Felipe Massa, daría pie a la derogación de las órdenes de equipo después de nueve años a comienzos de 2011.

En 2014, la Fórmula 1 vuelve a Austria tras 11 años de ausencia. Lo hace en el mismo circuito donde en 2002 se vivió uno de los espectáculos más bochornosos de la Fórmula 1. Es de esperar que la primera carrera de la nueva etapa en el renombrado Red Bull Ring no pase a la historia por algo semejante.