El Gran Premio de Bélgica celebraba, en el año 2000, su edición número 46, de las cuales 34 habían tenido lugar en el circuito de Spa-Francorchamps. Esa temporada, la Fórmula 1 vivía un apasionante duelo entre las dos escuderías más laureadas de todos los tiempos. Ferrari y McLaren se disputaban el campeonato del mundo de constructores y sus dos estrellas, Michael Schumacher y Mika Häkkinen, rivalizaban por alzarse con el título de pilotos.

El alemán, que se encontraba ante su quinto intento de ser campeón con la Scuderia, había comenzado el año intratable, con tres victorias consecutivas en los tres primeros Grandes Premios. Sin embargo, otros tres abandonos consecutivos le habían colocado por detrás del finlandés de McLaren, que afrontaba el Gran Premio de Bélgica con 2 puntos de ventaja sobre su rival.

Mika Häkkinen, a bordo de su McLaren MP4/15 | Foto: f1greatestraces.blogspot.com.es/

El 27 de agosto del año 2000, día de la carrera, Häkkinen partía desde la primera posición de la parrilla con todo a favor para aumentar su ventaja, ya que Schumacher solo había conseguido el cuarto mejor tiempo, por detrás del Jordan de Trulli y del Williams de Button. Mientras la lluvia regaba el asfalto, la carrera empezaba detrás del coche de seguridad, pero tan pronto se retiró, el piloto de McLaren empezó a imponer su ritmo y a distanciarse de sus rivales mientras el alemán se quedaba atrapado en el cuarto puesto.

Conforme la pista se secaba, los pilotos se veían obligados a poner los neumáticos de seco, circunstancia que aprovechó Ferrari para hacer entrar a su hombre al garaje una vuelta antes que el líder, con lo que la distancia se vió reducida sensiblemente. Además, Schumacher había alcanzado previamente la segunda posición al aprovecharse del duelo entre Button y Trulli, que acabó con el italiano fuera de la carrera. Tras las paradas, un error de Häkkinen, que estuvo cerca de costarle el abandono, le otorgó el primer puesto al alemán.

Schumacher rodaba sobre el asfalto belga con el objetivo de construir una ventaja lo suficientemente amplia como para asegurarse el triunfo, pero tras una nueva ronda de paradas, la tendencia se invirtió y Häkkinen comenzó a acercarse al heptacampeón del mundo, que en ese momento contaba solo con dos títulos en su palmarés.

Häkkinen sorprende al mundo

A falta de cinco vueltas, el finlandés volador contactó con Michael en un duelo con el liderato del mundial en juego, ya que la diferencia entre el primero, 10 puntos, y el segundo, 6 puntos, era superior a la distancia entre ambos en la clasificación. Schumacher se defendía haciendo gala de su habilidad, pero el piloto de McLaren se sacó un as de debajo de la manga que maravilló al mundo de la Fórmula 1.

Cuando quedaban únicamente cuatro vueltas de las 44 totales, el alemán subió por Eau Rouge seguido muy de cerca por Häkkinen, mientras ambos se acercaban a Ricardo Zonta, piloto del equipo BAR que se disponía a ser doblado. Zonta optó por quedarse en el centro de la pista y Schumacher, aprovechando al máximo el rebufo, se lanzó hacia el lado izquierdo para continuar la trazada natural.

El finlandés, viendo una oportunidad irrepetible, decidió echar su monoplaza al lado derecho del doblado. Los tres pilotos se encontraban en paralelo y las cartas estaban echadas. Cuando Schumacher y Häkkinen superaron a Zonta, el líder del mundial había conseguido colocar su coche por delante del Ferrari y por el interior de la curva. La posición y la victoria eran suyas.

Schumacher poco pudo hacer ya para evitar el triunfo de su rival, quien cruzó la línea de meta bajo los vítores de sus compañeros de McLaren. En la rueda de prensa, tras el Gran Premio, la sonrisa de Häkkinen parecía mostrar cierta incredulidad ante lo que había logrado. A falta de cuatro carreras, un adelantamiento mágico le había otorgado una victoria capital ante su perseguidor.

El tercer título de Schumacher

Häkkinen había conseguido en Spa un triunfo moral sobre su rival, pero el alemán no es de los que se amilanan y en las cuatro últimas carreras consiguió un pleno de victorias que le dieron su tercer campeonato del mundo y el primero con Ferrari, un título que dio lugar a la racha más exitosa, hasta el momento, de un piloto y de una escudería en la historia de la Fórmula 1.

El finlandés no volvió a ser campeón del mundo y se retiró apenas un año más tarde tras una temporada discreta. Pero en la retina de todo aficionado al mundo del motor permanecerá para siempre aquel adelantamiento que muchos consideran como el mejor de la historia.

Schumacher celebra su primer campeonato de pilotos con Ferrari | Foto: BBC