Muchos advertían de peligro de guerra desde el inicio del campeonato, cuando la insultante superioridad de Mercedes desde la pretemporada, y refrendada en Australia, dejó transparente que el título se iba a quedar en las Flechas Plateadas. La tensión resultante de la lucha por un campeonato de Fórmula 1 podría ser un factor determinante en el desenlace final y así se está demostrando. Tras una serie de encontronazos, que empezaron a ser serios en Mónaco, se ha vivido una escalada de tensión que ha acabado desembocando en una guerra total en Spa-Francorchamps.

El cruce de declaraciones vivido tras, para muchos aficionados, la carrera más esperada del año ya no es un síntoma, sino que es una enfermedad. Mal que se ha ido incubando lentamente y que ni siquiera el periodo de las vacaciones ha podido aliviar. Si la orden que no acató Lewis en Hungría que le “obligaba” a dejar paso a Nico no había terminado por desatar el conflicto, sin duda, el accidente de Bélgica sí que lo ha hecho.

El accidente, en realidad, no ha sido una maniobra claramente agresiva de Nico Rosberg, aunque sí evitable. El contacto entre el alerón delantero del alemán y la rueda trasera derecha del británico se saldaba con el pinchazo de este último. No obstante, Nico no iba a salir ileso, ya que, a la postre, el incidente le ha costado el triunfo al obligarle a sustituir el frontal de su monoplaza en boxes. A pesar de ello, ya el público recriminó al líder del mundial el accidente cuando recogió su trofeo, recibiendo una gran pitada.

El campeonato deja de estar “tan fácil” para los Mercedes, ya que Daniel Ricciardo ha vuelto a vencer, como siempre que no lo ha hecho un monoplaza alemán. El piloto de la eterna sonrisa quiere convertirse carrera a carrera en el Kimi Räikkönen de 2007. Si bien, no parte en las mismas condiciones, ya que en aquella temporada la igualdad entre Kimi Räikkönen ya aprovechó en 2007 la guerra intestina en McLaren para hacerse con el campeonato y Daniel Ricciardo busca emularleMcLaren y Ferrari era mucho mayor que la que hoy existe entre Mercedes y Red Bull. El piloto finés se valió de la errónea política de McLaren y acabó por derrocar a los de Woking en la carrera postrera del campeonato para conseguir su único entorchado mundial.

Pero, sin duda, lo que más daño ha hecho en casa de Mercedes no ha sido el resultado, sino la imagen de ruptura. Una inadecuada política en la gestión de las declaraciones ha hecho que tanto los protagonistas del día como sus jefes, Toto Wolff y Niki Lauda, se hayan “deslenguado” cada uno por su lado. Mientras que Lewis afirmaba ante los medios que Nico “lo hizo a propósito” y que se había quedado “atónito y sin palabras”, el alemán huía de autoinculparse tras no haberlo visto “por televisión para saber qué pasó”.

El discurso de Hamilton, duro aunque comprensible tras ser el gran perjudicado, no iba a ser el más sorpresivo. Niki Lauda, presidente del consejo de administración de Mercedes, tachaba de “inaceptable” el “ataque a Lewis en la segunda vuelta” para terminar sentenciando que la culpa era toda de Rosberg. Toto Wolff, el director de la escudería, repetía calificativo para referirse a la carrera del equipo: inaceptable. No obstante, negaba que el alemán chocase a propósito, pues “no tiene sentido”.

Chicago Tribune

Una guerra intestina ya arrebató a Alonso y a Hamilton, curiosa coincidencia, el campeonato mundial de sus mismas manos. Y, mientras, en Red Bull, no se rinden y, punto a punto, carrera a carrera, como diría Simeone, se van acercando al liderato a pesar de la lejanía desde la que acechan. Daniel Ricciardo sigue sonriendo.

VAVEL Logo