Del mito a la verdad. Era un secreto a voces desde hacía tiempo; ahora, ya es una realidad. Sebastian Vettel será piloto de Ferrari a partir de 2015. Decimos secreto a voces, porque así lo confirmó recientemente él mismo en un canal de la televisión italiana, en un cuestionario que precisamente también se le formuló en italiano, a fin de valorar si ha hecho los deberes previo conocimiento de su destino. Sin embargo, anécdotas aparte, el anuncio de su fichaje ya se ha hecho oficial entre Red Bull y Ferrari, que ratifica además su firma para las próximas tres temporadas, a efectos de un contrato multianual.

Así las cosas, el piloto germano afronta por vez primera en su exitosa trayectoria en la Fórmula 1 el reto de encabezar un proyecto rodeado de presión y en vías hacia una profunda remodelación, con Marco Mattiacci a la cabeza y Sergio Marchionne en el timón de mando, a falta de ganarse un respeto unánime entre unos 'tifosi' que van perdiendo la confianza en su caballo, antes ganador.

Intentará el tetracampeón del mundo emular a su paisano Michael Schumacher. Es innegable que existe un cierto paralelismo contextual entre ambos en lo que respecta a las circunstancias de su desembarco en el 'Cavallino Rampante'. Si ya lo hizo el 'Kaiser' en una Ferrari que encadenaba 16 años de sequía en el cetro mundial, Vettel lo hará a partir del año que viene en una Scuderia que en este caso acumula siete años sin conquistar el título de pilotos.

Ambos, de igual modo, ya se habían consolidado en la escena internacional, con dos títulos mundiales a sus espaladas (con Benetton), cuatro en el caso del piloto que en este caso nos compete. Y en el aspecto sentimental, Vettel ya reconoció que "Schumi fue mi ídolo de la infancia". Qué decir también que la oferta de Ferrari es sumamente atractiva para el joven piloto. Todo ello motiva, por más o por menos, su firma en pos del escuadrón transalpino.

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El 'Kaiser' llega a Ferrari. Un lustro de espera, un lustro de títulos

La paciencia es la madre de la ciencia, dicen. No fue fácil el camino en Maranello para el más laureado de la historia. Llegar a lo más alto del imperio fue sino una empresa de lo más ardua para un Schumacher que se coronó en el '1' en su quinta campaña al frente del equipo rojo, allá por el campeonato de la nueva centuria (2000).

Luego de su primer botín vestido de rojo, todo sería un camino de rosas en el bastón de mando para él, encadenando incluso cinco cursos consecutivos en los laureles. Pero hasta que dio inicio su quinquenio de gloria, no le quedó otra opción que armarse de temple y esperar a que encajaran las piezas de un puzzle sobre las que cimentar un proyecto ganador. El 'Dream Team' integrado por el ya por fin campeón, Jean Todt, Ross Brawn y Rory Byrne posibilitó esta etapa copiosa de medallas.

Esa dosis de paciencia habrá de tenerla ahora Vettel, que desembarca en un Cavallino Rampante inmerso de pleno en un proceso de reestructuración de ideas y conceptos, en el que Marco Mattiacci, James Allison y Pat Fry serán en su caso los cabezas pensantes. Además, sobre su talento se cierne la sombra de la duda: un recién llegado a Red Bull como Daniel Ricciardo le ha sacado los colores en pista en varias ocasiones durante este casi finalizado 2014.

A la palestra deberá salir, a partir del próximo año, el mejor Sebastian Vettel, en un proyecto que, además, en las primeras probatorias en el simulador no se hace muy prometedor. El camino, a todas luces, apunta a que se hará largo. No obstante, los eruditos de este deporte auguran un nuevo despertar de Ferrari en un período de dos a tres años, y si todo sale según lo previsto, y Vettel sigue con ganas de continuar hasta entonces, quién sabe si alguna vez veremos a un Sebastian levantando de dedo, ya vestido de rojo, en pos de su quinteto de campeonatos mundiales.

De todas formas, habrá que lograr "el más difícil todavía". Sebastian Vettel deberá ser partícipe señalado de una fase de reconstrucción de la que no tomó parte en Red Bull. No en vano, su ascenso de Toro Rosso a la escudería madre se produjo justo cuando los inventos y convicciones de Adrian Newey empezaban a tomar cuerpo, además de en su mente, en un coche propiamente dicho. Sería cuando Red Bull se pondría al acecho de los campeonatos, allá por el curso 2009. Michael Schumacher sí atravesó por un periodo similar al que hoy por hoy se sufre en Maranello, entre 1996 y 2004. Un período de experimentación que a la postre daría cabida su etapa cumbre en el equipo.

El de Heppenheim se topará por primera vez en su trayectoria profesional con este tipo de adversidad. También competirá con la presión que supone portar el cartel de primer piloto de Ferrari. Puede que, como a otros grandes de la Fórmula Uno antes, le toque demostrar su genialidad sin contar con el mejor coche de la parrilla. La lectura, a partir del año que viene, será de un Vettel experimentado pero novato, que se pondrá al frente de un proyecto en curso de renovación, pero que, previsiblemente, no contará con todas las armas de ganador, al menos no este año próximo.

Ferrari también persigue una reedición del pasado: ha contratado a un campeón del mundo, además de alemán, como hizo en su día con un Schumacher que lo había sido con Benetton en 1994 y 1995, a fin de lograr por fin el ansiado resurgir de sus cenizas. Esta reedición, sin embargo, todavía se mantiene en el aire, previo inicio esta nueva etapa. Hoy por hoy, lo cierto es que, haciendo encaje de bolillos, a finales de septiembre, Bernie Ecclestone aseguró que “Vettel sería el hombre adecuado para Ferrari”. Voilà.

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Los números de Alonso, en el horizonte

Sebastian Vettel se baja de un barco con el que ha logrado cuatro títulos de Pilotos, con otros tantos de Constructores, 39 victorias –una en Toro Rosso-, 65 podios –otro uno también en Toro Rosso- y 45 ‘poles’ –con la misma serie-. El equipo austriaco no ha decepcionado al alemán, ni tampoco al revés. La estructura de cantera montada por Helmut Marko ha proporcionado a Sebastian todos los mimbres necesarios para crecer como piloto hasta colarle por la puerta grande, ahora que inicia una nuevo ciclo en un nuevo equipo: "Después de mis éxitos en Red Bull, he decidido marcharme. Da igual que tengas algo firmado con un equipo porque a fin de cuentas solo es un pedazo de papel; si tu corazón está en otro sitio, no hay nada que hacer", reconocía el germano.

El techo del alemán está ahora en, por lo menos, compararse a los números de otro de sus émulos, que no es otro que el que le trocará el sillón, Fernando Alonso. Sebastian Vettel tiene en su mano poner los puntos sobre las íes. A pesar de haber destrozado récords y conquistado cuatro campeonatos en sendos años, su reputación como piloto, es evidente, no está a la altura de la del hombre que le deja el asiento. Mientras Vettel ganaba títulos, la revalorización de Fernando Alonso ha ido en aumento haciendo prevalecer cada año al piloto español por encima del coche.

Hasta el pasado domingo y en sus casi cinco años, el asturiano ha sumado 1.162 puntos, por 541 entre Felipe Massa y Kimi Raikkonen, sus respectivos compañeros en Ferrari. Con estas cifras y un listón tan alto, irónicamente Vettel puede aumentar su valor igualándolas si el rendimiento del próximo Ferrari es similar al de estos años, sin la obligación, por supuesto, de ganar un solo título. Porque, a pesar de los deseos por su parte -y por la de Ecclestone- de que Ferrari vuelva a lograr victorias y dobletes, lo cierto es que se trata de una tarea inviable a corto plazo. Así lo ha visto un Alonso que ha tirado la toalla, sin confianza de que allí vaya a sumar su tercer título y que ha obligado de motu propio su marcha, este año ya sí.

La oferta irrechazable

Los anteriores argumentos profesionales están acompañados de otra motivación, la económica. Vettel, siempre bajo el ala de Red Bull, no tuvo que realizar una inversión tan grande como la de la mayoría de pilotos para llegar a la máxima categoría. La firma energética financió e invirtió desde el principio de lleno en su futuro. Y ahí está que no se equivocaron. Esto provoca que durante estas temporadas pasadas el germano tuviera pactado con el equipo un salario variable en función a sus resultados, al menos hasta este año, en el que, en consonancia con diferentes fuentes de la prensa italina, el alemán va a cobrar 22 millones de euros. De cualquier modo, en Ferrari, cualquier cifra que esté percibiendo, será no obstante superada.

Mientras Ferrari termina su reestructuración y pelea 'políticamente' en busca de una ampliación en el porcentaje de evolución del motor, algo que podría acercarle más a Mercedes, Vettel, sobre el asfalto, luchará por colocar el coche donde ahora mismo no le correspondería. Como ha hecho Alonso durante estos cinco años. Ahí estará su desafío a corto plazo.

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