Se podría decir sin errar en la afirmación, que la actual temporada de Fórmula Uno guarda cierta relación con lo que acontenció hace cinco años por estas mismas fechas del mes de noviembre en el circuito de Yas Marina. Y es que de nuevo, el mundial de pilotos llega a la cita del golfo Pérsico sin saber quien será el nombre del nuevo rey del gran circo del automovílismo.

A diferencia de aquel año 2010 donde hasta cuatro pilotos tenían opciones de alzarse con el campeonato (Fernando Alonso, Mark Webber, Sebastian Vettel y Lewis Hamilton), en la actualidad, solamente dos son los candidatos al triunfo final: los pilotos de Mercedes Lewis Hamilton y Nico Rosberg.

Previa histórica Gran Premio de Abu Dhabi 2010: tan cerca y a la vez tan lejos I FOTO: auto-motor-und-sport

La temporada 2014 llega a su apogeo: la última carrera de la temporada. Todas las tensiones acumuladas a lo largo del año a buen seguro que estallarán en la desértica pista de Abu Dhabi. Entre edificios futuristas, yates de multimillonarios árabes y el páramo más absoluto, la máxima categoría automovilística cononará a su flamante campeón.

Tan cerca y a la vez tan lejos. Podría ser el resumen perfecto de la historia de amor de Fernando Alonso con la Scuderia Ferrari. Y es que todo parece indicar que solo falta la confirmación oficial de la marcha del piloto español de la que ha sido su casa durante estos últimos cinco años. El ovetense parece haber hecho las maletas con destino a Woking, aquel equipo al cual juró odio eterno hace exactamente cinco años. Curiosidades de la vida.

Como anécdota de la vida es también que el protagonista principal de este relato que a continuación desarrollaré para usted querido lector, y que tantas y tantas lágrimas provocó aquel lejano 2010, se puede convertir en el nuevo líder de la escudería italiana, en el enésimo intento por encontrar el camino de la salida de la crisis de existencia que padece desde hace mucho tiempo Ferrari.

Pero dejemos el presente y trasladémonos en nuestra máquina del tiempo hasta el 14 de noviembre del año 2010. Sobra decir que la tensión a lo largo de la semana había sido palpable en el ambiente. Las caras eran serias, concentradas. El trabajo de todo un año, el esfuerzo de mucha gente, se resumía en aquella pista, se concentraba en aquel trozo de asfalto en mitad del desierto. Nada podía fallar.

Previa histórica Gran Premio de Abu Dhabi 2010: tan cerca y a la vez tan lejos I FOTO: blog.gotuning

El flamante fichaje de Ferrari aquel año Fernando Alonso, llegaba a la última cita del mundial al frente de la clasificación mundial con un pequeño margen de ventaja sobre Mark Webber (8 puntos), Sebastian Vettel (15 puntos), y Lewis Hamilton (24 puntos). Todo parecía de cara para el piloto español y la escudería italiana en su primer año juntos. Las cuentas eran muy claras: con quedar dentro de los 5 primeros clasificados y mantener al Red Bull de Mark Webber, bastaba para lograr el mundial.

La parrilla el domingo era un hervidero. Decenas de televisiones inundaban la recta de meta del circuito de Yas Marina emitiendo sus especiales de final de temporada, intentando obtener esa última exclusiva de los protagonistas antes de subirse al monoplaza y palpansen la tensión, saborearán el miedo al fracaso o el deseo de la victoria.

La jornada de clasificación había dejado al frente de la caravana de coches al Red Bull de Sebastian Vettel, en una pole position la lograda por el piloto alemán, con bastante holgura frente al McLaren de Lewis Hamilton y el Ferrari de Fernando Alonso. Para el recuerdo quedará la expresión de Luca Cordero di Montezemolo, ex presidente de Ferrari, suspirando, y frotándose las manos nerviosamente ante la actuación que acababa de lograr su piloto. A pesar de los muchos inconvenientes que había sufrido Alonso a lo largo del fin de semana con un coche falto de velocidad, el mundial seguía estando al alcance de la mano.

La salida marcaría uno de los puntos de inflexión en el desarrollo de la prueba: Vettel salía sin graves incidencias conversando de esta manera una primera posición que ya no soltaría en el resto de la prueba. Por su parte, Alonso perdía la tercera posición con Button, si bien el asturiano mantendría por detrás al que creía su gran rival, Mark Webber.

El relanzamiento de la carrera tras el accidente en la primera vuelta entre Michael Schumacher y Vitantonio Liuzzi, trajo consigo una única lectura: Mark Webber debía remontar si quiere ganar el título. De esta manera, el australiano comienza a probar vuelta a vuelta los límites de su monoplaza, rodando ligeramente más rápido que Alonso hasta que de repente, una tralla en el coche provoca que el piloto de Red Bull toque con su neumático el guardarraíl. Contratiempo importante en la carrera del piloto australiano, que le obligaba a adelantar su estrategia, y parar en la vuelta siguiente en boxes.

La temprana parada de Webber supuso un antes y un después en el desarrollo de la prueba, e incluso se podría decir que en años venideros. El segundo piloto de Red Bull empieza a rodar más rápido con las gomas duras, Ferrari se pone nervioso y ordenan a Massa imitar al de Red Bull para intentar adelantarle y cubrir la posición de Alonso, pero no lo consiguen.

Ante tal situación, los italianos deciden llamar urgentemente a boxes al piloto español, que consigue cubrir su posición tras su parada en los garajes. Pero el precio a pagar sería decisivo. Es cierto que Alonso salió por delante de Webber, pero por detrás de un coche amarillo, un Renault con Vitaly Petrov al volante, con el que a buen seguro no habrá nadie de la afición española e italiana que no haya tenido pesadillas desde aquella cita.

Todos esperaban el adelantamiento de Fernando, pero no llegó nunca. El mundial se escapaba metro a metro, curva a curva. Alonso y Ferrari se desangraban poco a poco, mientras se iba haciendo de noche en el desierto. “Es vital que pases a Petrov, necesitamos que uses todo tu talento” le reportaban desde la radio a Alonso. El español se salía de la pista, volvía a entrar, le daba aire, le presionaba, pero no podía. Más de media carrera buscando un imposible. 3 km/h era más rápido el monoplaza de Petrov con respecto al de Alonso. Suficiente.

Por delante, un alemán de nombre Sebastian Vettel cabalga sin problemas hacía su primer entorchado, ya que Lewis Hamilton, que se encontraba en segunda posición, apenas tiene opciones mecánicas de plantear batalla al monoplaza de las bebidas energéticas. Por increíble que parezca, el piloto que no había liderado la clasificación del mundial ni una sola vez a lo largo de la temporada, se iba a conventir en el campeón más joven de la historia.

Finalmente, Vettel cruza la línea de meta en primera posición y le comunican por la radio el mensaje que tanto había estado esperando: “Sebastian, eres el campeón del mundo, el campeón del mundo”. El niño llora, pero se acaba de convertir en un hombre. Por su parte, Alonso también llora, pero de rabia por ver que algo que era suyo, ya no lo es.

“No ha habido ocasión en la que Alonso no haya luchado siempre como un gladiador. Será difícil, sino imposible, olvidar rápidamente a Alonso. Un campeón extraordinario, capaz de desafíos imposibles” definía esta semana La Gazzetta Dello Sport al bicampeón del mundo. Y razón no les falta. Fernando Alonso ha sustentado bajo su coche, el peso de una escudería tan legendaria como Ferrari durante estos cinco años, luchando con elementos netamente inferiores a los de sus rivales por campeonatos del mundo.

Pero a veces, el deseo no tiene que ver con la realidad. Y los sueños, aunque sean rojos en un Ferrari, sueños son. Aquel año 2010, Abu Dhabi nos brindó uno de los desenlaces más inesperados, sorprendentes y dramáticos de la historia de la Fórmula Uno. Seguramente el domingo cuando concluya la carrera, Alonso antes de marcharse del circuito, mirará por última vez el cielo cubierto de estrellas de Yas Marina con esos mismos ojos de hielo que en 2010 derramaron lágrimas rojas. Tan cerca y a la vez tan lejos.