Bajó 'Santa Devota' al auxilio de su protegido. Tres victorias consecutivas en la pista monegasca y dos triunfos seguidos en el presente campeonato son los números que atesora un Rosberg que en Montecarlo reventó los récords.

Con la inspiración divina como intercesora, el teutón ha colocado su nombre a la altura de un tal Ayrton Senna, que también lograba años atrás tres victorias seguidas en el Principado. Al margen queda por tanto el hecho de haber ganado su segundo Gran Premio consecutivo. Y ello le sirve al de Wiesbaden para, al menos, arrancarse una espina y romper así también el baremo en lo personal. Hasta hoy Nico Rosberg no había conseguido encadenar dos victorias.

Se dice de Mónaco que es un Gran Premio especial, uno de esos que marcan el antes y el después en el calendario. Y si no, que se lo pregunten a un Rosberg rebosante. Tras 'callejear', un año más, por el angosto trazado monegasco, el alemán volvió a brillar pese a no haberlo hecho en todo un fin de semana y prácticamente durante medio domingo, tapado bajo la sombra de Hamilton hasta que la fortuna que persigue al germano en el Principado le catapultase hasta el primer cajón.

Todo ello a costa de, por otra parte, un Hamilton frustrado, e incluso abstraído en sus pensamientos, al final de un gran premio que atesoraba y casi tuvo por suyo hasta que la estrategia le condenó. "Pero así es esto de las carreras", le decía Rosberg.

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"Hamilton merecía la victoria hoy"

La corona de laurel vuelve a ser para el alemán, que se mostraba "muy contento", a pesar de ser consciente de haber "tenido mucha suerte". Reconocía también lo evidente, el inmerecido castigo a un líder que "estuvo brillante y que también habría merecido la victoria". "Así es el mundo de las carreras, un día te premia y al siguiente te castiga", valoraba.

Tanto es así que en Mercedes tienen este domingo las dos caras de una misma moneda. Tirando abajo los pronósticos, un fallo de bulto en la estrategia del inglés, que decidió parar con el safety-car habilitado, le relegó a una tercera posición a la estela del propio Rosberg y de Sebastian Vettel, que dieron en el centro de la diana manteniéndose sobre el asfalto. El desconcierto preponderaba en unos instantes finales en los que, por increíble que pareciera, Rosberg lideraba de sopetón una carrera que había secundado por entero hasta ese momento.

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"Cuando me vi liderando, no lo creía"

Al respecto, Nico Rosberg reconocía "no tener idea" de cuanto había sucedido a partir de ese instante: "De repente miré adelante y Lewis ya no estaba, miré al retrovisor, y lo vi peleando con Vettel, no me podía creer lo que estaba sucediendo", concretó.

Con el orden relativo de nuevo en la pista, y ello quiere decir, con Rosberg al mando de la fila, la carrera se relanzó; y en boca de Rosberg, "fue la situación más complicada de todo el domingo". Se explicaba el teutón aclarando que "las gomas estaban muy frías", y que por radio le alertaban de "temperaturas que jamás había oído en unos neumáticos". "Era horrible, era como conducir sobre una pista de hielo, pensaba que Lewis me pasaría de un momento a otro", sentenció.

"Tengo muchos motivos para celebrar"

Sin embargo, vuelta tras vuelta, el alemán conseguía finalmente reponerse. Se mantenía al frente y sería al final el primero en ver la gloria de la bandera a cuadros. "Estoy muy contento", declaraba. Pero no evitaba 'dar al César lo que es del César'; era consciente de que "Hamilton había sido superior desde el jueves", y expresaba la necesidad de "seguir mejorando porque este fin de semana -reconocía- Lewis me ha superado". "Quiero disfrutar el momento", finalizó.

También se ponía en la piel de su compañero, al que se vio tremendamente disgustado al final del gran premio. "Mónaco es Mónaco -respondía- y seguro que para él [Hamilton] es horrible perder de esta forma; era muy importante ganar hoy. Lo ha hecho muy bien. También lo merecía. Siento lástima también por él, pero tengo muchos motivos hoy para ser feliz".

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