Decía Murphy aquello de que "todo lo que pueda salir mal, saldrá mal". Una ley tan elemental como inequívoca, y a la vez tan dura, tan cruel para una McLaren-Honda que ha puesto de manifiesto el símil perfecto de la frustración continua.

La crónica, idéntica. En el que ha sido el octavo movimiento de un tétrico réquiem tocado por los de Woking, McLaren-Honda volvió a dar una pésima imagen, si en realidad dio muestras de algo, sobre el asfalto. La fotografía de un equipo sin presente alguno, con la cabeza baja y cuyas expectativas de progreso se remontan aún a un futuro lejano.

Los ingleses se vieron de nuevo superados por las exigencias, y terminaron, una vez más, y en el que es ya el octavo gran premio de la cita mundial de Fórmula 1, con cara de circunstancias.

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Y pese a todo, piden paciencia. Tratan de mantenerse positivos. A pesar de todo, mantienen el paso firme, pensando en el año venidero. Más allá de los resultados que a cuentagotas llegan a Woking -y que a todas luces en Spielberg apenas se vieron-, los anglonipones buscan la esperanza con corazón, pero la realidad les ha vuelto a dar la espalda.

"Es la última travesía por el desierto", decía Alonso tras el impacto del que salía ileso. Lo que haya de verdad en ello, o así de 'correción política' con su equipo, con Woking y con Sakura, se verá con el tiempo.

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Hoy por hoy, solo podemos remontarnos a los hechos. Ya de principio esta historia -que podríamos considerar empezada por el final- dejaba ver la amargura de un equipo que sabía desde el viernes que levantar cabeza era cuanto menos una quimera este fin de semana. Al domingo, las dos últimas plazas de la parrilla de salida eran de su pertenencia, sanciones aparte.

Con la seguridad de saber que la lucha con la zona media era ya muy complicada, McLaren y en especial su pareja, Honda, llegaban a terreno austriaco con la finalidad de testar las mejoras y los patentes arreglos y transformaciones sufridos por el MP4-30 de Alonso.

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Tampoco hubo ocasión para lo propio. Apenas dos giros después de apagar el semáforo, el bicampeón asturiano se encontraba contra la barrera y sobre el monoplaza de Kimi Räikkönen, en el que ha sido el accidente de la carrera y la foto más llamativa de la prueba. Jenson Button abandonaría como es propio -y casi tradición en Woking- pocas vueltas después, cuando la fiabilidad le dejaba tirado y en especial el sensor de consumo de su unidad de potencia, por otra parte recién estrenada.

A riesgo de tener que implementar una nueva en sucesivas citas, el inglés daba por ajusticiada la presencia de McLaren-Honda en el Gran Premio de Austria, celebrado el domingo pasado en el circuito de Spielberg. No habían trascurrido apenas ocho vueltas cuando McLaren-Honda saldaba su presencia. Y para Alonso, supone el récord de abandonos consecutivos (4).

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Y pese a todo, paciencia sigue siendo la palabra mágica. La pedía de nuevo Fernando Alonso tras abandonar hace quince días en Canadá, y volvía a solicitarla con lo visto un domingo más en Spielberg. Lo hacía aparentemente confiado, incluso convencido, en el intento de mandar el mismo mensaje positivo de siempre.

El pan de cada día de un piloto que lleva, desde su paso por Ferrari, respondiendo a preguntas del mismo calibre. Y si bien es cierto, la situación se asemeja a una especie de mitin que parece ensayado una y mil veces ante el espejo. Pero una vez más, da razones para la confianza, cuando de hecho muy pocos esperan y, cabe decir confiamos, en que "lo mejor está por llegar".

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Y así, la paciencia se define como la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Paciencia es la cualidad de hacer cosas pesadas o minuciosas, la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho. Es la tolerancia o consentimiento en mengua del honor. Y es también el 'vía crucis' de un equipo cuyo calvario desértico por la temporada más ardua de su historia no parece tocar a fin.

Pero la paciencia es también un árbol de raíz amarga aunque de frutos dulces. Es esa cualidad de sobreponerse la que anima a McLaren-Honda y a Fernando Alonso a cuestionar los principios de Murphy. Tras una tragedia que ahora parece infinita, McLaren-Honda promete regresar a su pasado 'otrora indomable', donde el triunfo sea su rutina y donde las cosas "quizá salgan bien". Toquemos madera. Lo mejor está por llegar.

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