A finales de la temporada 2014, solamente un español se daba por seguro en la parrilla de salida de la primera de la carrera de 2015, en Melbourne. Fernando Alonso era el señalado para defender la rojigualda por cuatro continentes. Lo haría, además, en una nueva aventura. Abandonando una Ferrari venida a menos y donde la fractura entre piloto y nueva directiva era evidente, el bicampeón asturiano dio un paso inaudito: regresar a McLaren.

Fernando Alonso, una vuelta descafeinada

Cinco temporadas en Ferrari, con 11 victorias y tres subcampeonatos (2010, 2012 y 2013), que prometían haber sido gloriosas y que terminaron de forma lamentable en 2014 con dos podios, los únicos de la Scuderia ese año. La relación entre piloto y equipo estaba rota y la continuidad había tornado imposible, así que la incógnita era saber dónde pilotaría el ovetense. La respuesta vino de la mano del rey Juan Carlos I, que, en Abu Dabi, confesó que el piloto le había confirmado su vuelta a la escudería de Woking, a McLaren.

Nunca digas nunca”. Después de terminar con acusaciones de sabotaje y verse inmerso en una trama de espías entre McLaren y Ferrari, se hacía difícil ver a Fernando Alonso con un mono de McLaren en el futuro. La entrada del nuevo motorizador, Honda, y un proyecto ilusionante convencieron al español para sumarse a este nuevo reto. Así, la alianza McLaren – Honda se erigió como la gran esperanza que se convirtiera en la alternativa a la dictadura de Mercedes. Nada más lejos de la realidad.Las expectativas en McLaren resultaron estar muy por encima de su rendimiento sobre la pista

La pretemporada, que no marchó nada bien para Fernando Alonso, que apenas pudo rodar durante los ensayos, terminó de forma abrupta con un accidente en Montmeló. Las secuelas del impacto le obligaron a perderse un gran premio por primera vez desde el GP de Estados Unidos 2005 y a punto estuvo de no poder participar en Malasia. Su sustituto en Australia, Kevin Magnussen, ni siquiera pudo salir a la carrera tras romper el motor en la vuelta de salida de boxes a la formación de parrilla.

Un equipo formado por dos campeones del mundo que acumulan tres títulos está obligado a evolucionar. Y la evolución fue patente en las primeras carreras. De rodar hasta cinco segundos más lentos en Australia y ser la segunda escudería más lenta, McLaren y Fernando Alonso consiguieron dar pequeños pasos hacia adelante. Tras un decepcionante Gran Premio de Malasia, donde la fiabilidad condenó tanto al español como a Jenson Button a retirarse, China se convirtió en un primer signo de esperanza, al terminar ambos pilotos la carrera, con el asturiano en duodécima posición.

Las evoluciones, que se centraron básicamente en liberar potencia del motor durante las primeras carreras, permitieron que, en Baréin, Fernando Alonso se quedase a las puertas del primer punto del año, terminando a apenas tres segundos de Felipe Massa. A pesar de las malas sensaciones iniciales, todo apuntaba a que, si McLaren seguía ese camino, Fernando podría estar luchando por los puntos en las siguientes carreras.La evolución fue muy evidente durante las cuatro primeras carreras de la temporada, pero se frenó en España

Nada de eso. Las siguientes cuatro carreras, desde España a Austria y con Mónaco y Canadá de por medio, se convirtieron en la peor racha en la carrera deportiva de Fernando Alonso en la Fórmula 1. Hasta entonces, la marca de carreras consecutivas abandonando del español databa de su época en Minardi, en 2001, cuando no pudo acabar los grandes premios de Austria, Mónaco y Canadá.

La mala suerte quiso que en España y en Mónaco tuviera opciones reales de terminar en zona de puntos. La velocidad había subido, pero no así la fiabilidad, que, incluso, había empeorado. A la lentitud del McLaren en Canadá, se sumó el accidente de Austria, donde el español se llevó a Kimi Räikkönen en la primera vuelta, subiéndose encima del Ferrari, provocando la angustia de más de uno.

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Con pocas esperanzas, se presentó McLaren – Honda en la primera de sus carreras de casa, en Silverstone. Las malas sensaciones parecieron confirmarse el sábado. La sesión de clasificación colocó a los McLaren en las posiciones 17 y 18, es decir, únicamente fueron más rápidos que los Manor de Roberto Merhi y de Will Stevens. Todo apuntaba a que la de casa, sería para McLaren una vergüenza más a la larga lista de 2015.

Y, entonces, la lluvia. El líquido elemento vino a aliarse con el único monoplaza de Woking que quedaba sobre la pista, el de Fernando Alonso. El español había colisionado previamente en la vuelta 1 con los Lotus y su compañero de equipo, Jenson Button, teniendo que abandonar los tres. No obstante, el asturiano tuvo que pasar por boxes y, además, cumplir la sanción que arrastraba de Austria por cambiar su motor y caja de cambios, inservibles tras el accidente con Kimi Räikkönen.

Cuando llegó la lluvia, Fernando se encontraba a 20 segundos de los puntos, en manos de Marcus Ericsson. Una entrada en el momento oportuno, unida a la manifiesta superioridad del español sobre el sueco, llevó al bicampeón a rencontrarse con la zona de puntos por primera vez en 2015. La décima posición, sin embargo, no fue capaz de ocultar los problemas evidentes de su monoplaza.

McLaren prometió que la décima carrera de la temporada, el ecuador del año, el Gran Premio de Hungría, viviría una mejor actuación por parte de sus coches. El circuito, sin apenas rectas, y las mejoras aerodinámicas y en el propulsor eran el cóctel perfecto para resarcirse de los malos resultados. Y, por primera vez, las promesas de McLaren no se quedaron en el papel.

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A pesar de quedarse último clasificado de la Q2 y tener que empujar su coche, que se quedó parado en la entrada a boxes, el español realizó una carrera perfecta, incluso adelantando en pista a Carlos Sainz, lo que le llevó a la zona de puntos. Los múltiples incidentes y sanciones que se vivieron durante el gran premio, además, le llevaron más delante de lo que su monoplaza hubiera podido. El resultado, un quinto puesto y diez puntos, fue algo inesperado y superó todas las expectativas de McLaren. Más aún cuando el McLaren de Jenson Button también logró puntuar, terminando en la novena posición. Los monoplazas negros arrojaban luz sobre una nefasta temporada.

El reto para la segunda parte de la temporada es, sin duda, consolidarse en la zona de puntos y conseguir subirse al podio. Así, al menos, lo piensa Yasushisa Arai, el patrón del motorizador de McLaren, Honda, que sigue pensando que su concepto de motor es lo suficientemente bueno como para aspirar al cajón. En cualquier caso, y como comentó Fernando Alonso tras bajarse del monoplaza en Hungaroring, McLaren tiene que sentar las bases para un 2016 competitivo donde aspiren a las victorias y, como consecuencia, al campeonato del mundo de pilotos y de constructores. Tarde o temprano, McLaren volverá.

Carlos Sainz, el hijo pródigo

El año 2014 comenzó con un rumor que pronto se confirmó: Carlos Sainz sería piloto de Toro Rosso si conseguía imponerse en la Fórmula Renault. El hijo del bicampeón del mundo de rallies, de idéntico nombre, se convertía de esta manera en la nueva esperanza del automovilismo español. A pesar de la promesa, su futuro pareció complicarse al confirmar Toro Rosso que uno de sus pilotos para 2015 sería el jovencísimo Max Verstappen, una estrella en ciernes.

El futuro de Carlos se complicó al estar ocupado el otro asiento por Daniil Kvyat, otra joven apuesta de Red Bull. No todo estaba perdido. El anuncio de que Fernando Alonso no continuaría en Ferrari y el anuncio de que Sebastian Vettel tampoco lo haría en Red Bull desbloquearon la situación del madrileño. Mientras que su amigo partió con destino a McLaren, el tetracampeón del mundo lo hizo a Ferrari y el ruso, a Red Bull. A pesar de que se anunció que Jean—Éric Vergne no continuaría en Toro Rosso, Carlos tuvo que demostrar su valía en los test de jóvenes pilotos de Abu Dabi, donde acabó por convencer a los responsables de Toro Rosso.

De esta forma, España contaría con dos pilotos en Fórmula 1 por primera vez tras la marcha de Jaime Alguersuari, al término de la temporada 2011. Además, como el catalán, lo haría en la escudería escuela de Red Bull, que, desde el fichaje de Sebastian Vettel, ha constituido el paso previo de todos los pilotos de Red Bull. Junto a Max Verstappen, Carlos Sainz formaría la pareja más joven en la historia de la Fórmula 1.

Poco tardó Carlos en demostrar por qué se encuentra entre los 20 privilegiados que conducen monoplazas de Fórmula 1. Sin experiencia en grandes premios de Fórmula 1, como sí que tenía de entrenamientos libres su compañero, se colocó séptimo en la parrilla de salida, el mejor resultado de un piloto español en su primera clasificación. A pesar de los problemas surgidos durante la carrera, el madrileño se convirtió en el segundo español en puntuar en su primera carrera, tras Pedro Martínez de la Rosa, al terminar noveno en Australia.

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Pronto superaría ese resultado, pues, en Malasia, el madrileño volvió a puntuar, pero un puesto por delante, octavo, aguantando a los dos Red Bull por detrás de él. Su compañero le superó esta vez, terminando séptimo. A todos sorprendió el rendimiento de los Toro Rosso, pues no se esperaban tan competitivos ni, mucho menos, más rápidos que sus hermanos mayores en las primeras pruebas del año.

Tras no poder puntuar en China y en Baréin, volvió a la senda de los puntos en España, donde demostró su inteligencia. Esperó hasta el último stint con neumático blando y a las últimas cinco vueltas para atacar a sus rivales, con las ruedas más viejas y desgastadas. Así, cambió un undécimo puesto por un noveno adelantando en los giros postreros a Max Verstappen primero y a Daniil Kvyat después. Con el ruso, incluso, llegó a tocarse en la frenada de la primera curva, pero fue exculpado del incidente.

Y si la inteligencia se había demostrado inherente a Carlos en España, la paciencia lo haría en Mónaco. Al contrario que su joven compañero, que no supo aprovechar la superioridad de su rueda y se llevó por delante a Romain Grosjean en Santa Devota, el madrileño supo esperar y aprovechar sus oportunidades. A pesar de salir desde el pit lane, no se vino abajo y supo ir progresando hasta arañar un punto en el circuito de pilotos por excelencia. Un nuevo éxito que llevarse al zurrón.

Carlos no pudo puntuar en Canadá y la mala suerte le apartó de la senda del éxito en Austria, Reino Unido y Hungría. Situado en zona de puntos en todas ellas, la mala suerte y, sobre todo, los fallos fatales en su monoplaza le han impedido terminar las carreras. En Austria, una pistola no funcionó bien en su cambio de neumáticos le apartó de la zona de puntos y, finalmente, el sistema eléctrico se vino abajo.Las averías mecánicas han querido que Carlos Sainz se retirase ocupando zona de puntos en las últimas tres carreras o estando muy cerca de las posiciones privilegiadas

El mismo problema se reprodujo en Silverstone, cuando rodaba cómodamente en zona de puntos y con una buena proyección de carrera. En Hungría, donde llegó a rodar séptimo, Carlos tuvo los mismos problemas que en Austria en su primera parada. A pesar de ello, rodaba en octava posición y con un buen ritmo, pero la presión de la gasolina quiso impedirle puntuar de nuevo. De no haber sido por la fiabilidad, el madrileño podría haberse mantenido en zona de puntos con relativa facilidad en las últimas tres pruebas.

La apasionante lucha que mantiene con su compañero, Max Verstappen, se ha desnivelado por los problemas de fiabilidad y por la cuarta posición lograda por el piloto neerlandés en Hungría, en gran parte gracias a los abandonos. La segunda parte de la temporada estará, sin duda, centrada en cerrarla brecha de 13 puntos que los separa y seguir acumulando experiencia y éxitos. Si Toro Rosso continúa comportándose como hasta el momento, de seguro que los puntos seguirán llegando a Faenza.

Roberto Merhi, el inesperado

Una semana antes del comienzo del campeonato, las dudas se cernían sobre la escudería Manor, la otrora Marussia. Sin un coche con la especificación de 2015 y con tan solo un piloto, Will Stevens, su participación en Australia estaba en duda. Y, el fin de semana anterior a la celebración del gran premio inaugural, saltaba la noticia. No habría dos españoles en Albert Park, ¡sino tres! El tercer clasificado de la Fórmula Renault 2014, el castellonense Roberto Merhi, daba el salto al Gran Circo de la mano de Manor, que, con él, completó su formación.

Nadie esperaba que España contase con tres pilotos, algo que no sucedía desde el Gran Premio de Canadá de 2011, cuando participaron Fernando Alonso, Jaime Alguersuari y Pedro Martínez de la Rosa. Menos aún cuando el de Benicasim no contaba con patrocinadores que pudieran sustentar su posición como piloto de la escudería más necesitada de la parrilla. Roberto llegaba gracias a su talento, no con ayuda de patrocinadores.

La alegría inicial parecía esfumarse tras la decepción de no poder rodar ni siquiera en los entrenamientos libres en Australia. Problemas de software fueron aducidos por Manor para no rodar en Albert Park. Las sospechas de que la escudería británica se había presentado en Oceanía solamente para cobrar los 40 millones de la temporada anterior se dispararon.

Malasia demostró que John Booth no iba de farol. Ambos monoplazas pudieron rodar, aunque solamente uno lo hizo durante la carrera, el de Roberto Merhi. A pesar de terminar último, el simple hecho de llegar a la línea de meta significó un triunfo para el piloto y para la escudería. Para el piloto, porque su debut en Fórmula 1 lo hizo acabando la carrera y, para el equipo, porque pudieron superar satisfactoriamente sus problemas para mostrarse como un verdadero equipo de Fórmula 1.

Las siguientes carreras estuvieron marcadas por el dinero que los patrocinadores aportaban por medio de Will Stevens. El monoplaza del británico era mucho más rápido que el del español, que no pudo hacer nada para retener detrás a su compañero, siendo cada vuelta una sangría de tiempo en la comparación. La causa fue un motor defectuoso que le restaba caballos a Merhi en las rectas. No sería hasta Mónaco cuando la situación se revirtió y Roberto pudo volver a superar a Will.

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El castellonense consiguió terminar sus cinco primeras carreras en la Fórmula 1, abandonando por primera vez en Canadá debido a la avería de su transmisión. Desde Austria, sus resultados en carrera han sido siempre mejores que los de Will Stevens. El mejor resultado en su carrera en Fórmula 1 hasta el momento es la duodécima plaza lograda en Reino Unido, a tan solo dos de la zona de puntos.

El objetivo de Roberto Merhi para las últimas nueve pruebas es mantenerse como piloto titular, ya que los problemas de liquidez de Manor podrían conllevar la búsqueda de un piloto que aporte dinero a través de los patrocinadores, algo que el benicense no puede hacer. Por otro lado, continuar en la línea de superioridad manifiesta respecto a su compañero, que adolece de calidad en la comparación entre ambos. La zona de puntos se antoja imposible, pero también lo era en 2014, cuando Jules Bianchi terminó noveno el Gran Premio de Mónaco con Marussia. No obstante, la suerte es indispensable para que ello se repita.

Balance global

La actuación de los pilotos españoles puede estar ensombrecida por la decepción en cuanto a resultados que ha supuesto la vuelta de Fernando Alonso a una McLaren en horas bajas, pero sería injusto ser tan superficial. Tanto Carlos Sainz como Roberto Merhi se encuentran en escuderías que no aspiran a ser punteras y, sin embargo, no están saliendo mal parados.

El madrileño está siendo muy lastrado por la falta de fiabilidad, que le podría haber impedido puntuar en las tres últimas citas, habiendo estado más cerca de su compañero en la clasificación del mundial. Mientras, el benicense ha sacado los colores a Will Stevens en cuanto ha tenido un material parejo, en los momentos claves de las carreras y cuando la superficie se pone resbaladiza.

No hay duda de que Fernando Alonso atrae mucha atención sobre sí porque son muchas las expectativas que se tienen puestas sobre él. De McLaren, depende que la estrella asturiana reconduzca una temporada aciaga o que siga ensombreciendo a todo un bicampeón del mundo.

'Diario de Navarra'