Cayó la noche y se escondió la estrella alemana. El velo de Singapur y la sombra de Sebastian Vettel triunfaron en Marina Bay y tiñeron de rojo una cita en la que Mercedes, por raro que suene o pueda parecer, se ausentó de la victoria, del podio, los focos, las miradas y el éxito. Y cuando más imposible parecía, de la oscura cúpula de Singapur cayó una estrella. Cayó Mercedes y se hundió Hamilton para brindar la ascensión hasta el cetro al 'rosso' de Italia.

El alemán de Ferrari se ha convertido en el hombre récord del fin de semana, desbancando también de ese lugar al campeón retirado de la batalla. El encarnado brillo ferrarista ha colocado al tetracampeón del mundo a la persecución de dos leyendas de quimérico calibre. Y es que las páginas de la Fórmula 1 moderna solo pronuncian los nombres de Schumacher y Senna por encima de los triunfos de un alemán cuyo libro de historia permanece aún colmado de páginas blancas. Y asimismo, demasiados son los éxitos que su pluma quiere plasmar con letra.

La Fórmula. La noche sin estrella | FOTO: ZIMBIO

Por el contrario, la que este fin de semana ha escrito Mercedes cuenta una crónica desangelada. Perdiendo de la mano de su líder la oportunidad de ponerse a las alturas de los registros de triunfo seguido del brasileño antes citado, la furia plateada se ha reducido al último de los planos hasta que el dedo de Vettel ha marcado en los anales de este circo su triunfo número cuarenta y dos.

Y mientras este domingo Rosberg se conformaba con ganar enteros en su secundario escalafón en la cita mundial, su compañero Lewis Hamilton había enfilado vueltas antes el camino hasta el garaje tras un tétrico mensaje de radio que atestiguaba el frío fin de semana llevado a cabo por su equipo. Probó lo imposible el inglés para terminar, pero los problemas de motor le privaron de un digno paso por la meta en Marina Bay.

Nadie pudo salir al paso de un Sebastian Vettel infranqueable desde su posición de partida. Mantuvo el alemán el liderazgo tras una frenética salida en la que el Red Bull de Ricciardo y su compañero Kimi Räikkönen perdieron al medir la espada en el paso por la primera curva, momento en el que el Ferrari del campeón abría hueco a marchas forzadas. Sebastian Vettel rodaba con las alas de la victoria a las espaldas, aguantando el primer envite de una carrera convertida para él en un paseo triunfal.

El paso de dos coches de seguridad, cinco abandonos, e incluso el momento de gloria de un aficionado espontáneo, que tan fuera de sitio como Mercedes se daba un paseo al margen del peligro y la velocidad de los bólidos, pintaron los obstáculos a los que el germano sobrevivió para recibir, por tercera ocasión esta temporada, la gloria de la bandera a cuadros y los vítores radiados de su equipo. Irradiaba felicidad Ferrari al desbancar a su enemigo del papel del campeón, después de que su número uno hubiese liderado todas y cada una de las sesiones de clasificación, y a la postre, todas las vueltas del gran premio.

"Ganar dos veces sería un éxito; tres lo consideraremos la perfección, y a la cuarta correré descalzo por las colinas de Maranello". Son las palabras que Maurizio Arrivabene pronunciaba en los previos del Mundial que comenzaba otrora en Australia. Esta vez, con el himno italiano sonando en lo alto de la noche de Singapur, cayó la estrella. Y al mismo tiempo, preso de sus palabras, se dice que el mandamás de Ferrari lo entonaba sin el primero de sus zapatos.

La Fórmula. La noche sin estrella | FOTO: ZIMBIO