La carrera inaugural del campeonato de 2016 ha dejado una imagen para el recuerdo, el accidente entre Fernando Alonso y Esteban Gutiérrez. El enésimo doblete de Mercedes ya no es noticia, sino que este excelente resultado no es sino uno más de la rutina plateada. Tradición como la de Max Verstappen y su atractiva y mal entendida insolencia.

Toro Rosso llegaba a Australia con la vitola de ser la gran revelación de la mano de uno de los mejores chasis de la parrilla, unido al motor Ferrari de 2015. Los entrenamientos de pretemporada y la atractiva pareja que forman Max Verstappen y Carlos Sainz así lo hacían pensar. Pocas veces alineación titular ha sido tan joven y con tantas miradas sobre ellos. Dos verdaderos talentos con un prometedor futuro por delante.

Después de una clasificación satisfactoria, donde Max Verstappen se situó quinto y Carlos Sainz séptimo, la carrera se presentaba en perfectas condiciones para lograr puntuar con ambos monoplazas. Y así parecía confirmarse tras la salida. El neerlandés superaba a Lewis Hamilton para colocarse cuarto, mientras que el madrileño mantenía su séptimo lugar.

Salida del Gran Premio de Australia | Fuente: @F1
Salida del Gran Premio de Australia | Fuente: @F1

La bandera roja motivada por el terrible accidente de Fernando Alonso y Esteban Gutiérrez lo iba a cambiar todo. La buena carrera de Toro Rosso se iba a torcer hasta límites insospechados al elegir una estrategia incorrecta. Cuando lo correcto hubiera sido montar los neumáticos medios, la gama más dura disponible, los de Faenza optaron por los blandos, la gama intermedia. Y eso sería firmar el fin de sus opciones de conseguir un cuarto lugar.

Nadie lo sabía aún, pero la tormenta Max se iba a desatar. Todo comenzó con la entrada de Carlos Sainz a boxes en la vuelta 32, una antes que su compañero y rival, para montar las acertadas ruedas medias. Para más inri, los mecánicos no tenían preparados los neumáticos cuando Max se detuvo en boxes. Ello disgustó al neerlandés y comenzó a destilar insolencia a través de las ondas hercianas.

No contento con pedir explicaciones al equipo, el bueno de Max comenzó a meter presión en el muro respecto a la “lentitud” que Carlos mostraba al adelantar. El español tardó varias vueltas en deshacerse del Renault de Jolyon Palmer y el neerlandés se desesperaba. Tal era su nivel de amargura que se dirigió a su ingeniero en los siguientes términos: “No me dejáis pasarle. Parece una jodida broma, de verdad”.

Carlos Sainz, por delante de Max Verstappen | Fuente: RTn
Carlos Sainz, por delante de Max Verstappen | Fuente: RTn

No quedaría ahí el enfado de Max Verstappen. El siguiente escollo, y ya insuperable, que se encontraron los Toro Rosso fue el Williams de Valtteri Bottas, cuyo motor Mercedes fue demasiado para los de Faenza. El no poder adelantar Carlos y la negativa del muro a dejar a Max que pasase a su compañero desembocó en “una maldita broma”, según palabras del holandés en la radio.

La efusividad le iba a pasar factura. A tres vueltas del final, los nervios cegaron a Max. En la frenada de la curva 15, el neerlandés embestía levemente a Carlos, que pudo continuar sin problemas. El perjudicado iba a ser el infractor, que trompeaba tras la colisión, perdiendo cualquier opción no solo de adelantar a su compañero, sino de demostrar su pericia y su madurez.

Pudiera parecer un incidente aislado, pero, a pesar de su juventud, el joven holandés es reincidente. En la carrera de Mónaco de 2015, tuvo un incidente semejante, pero con consecuencias más graves. Incapaz de adelantar a Romain Grosjean, embistió su Lotus en Santa Devota, acabando contra las barreras.

Max Verstappen embiste a Carlos Sainz | Fuente: @F1
Max Verstappen embiste a Carlos Sainz | Fuente: @F1

Además, su rebeldía ya quedó patente en Singapur. Entonces, se le ordenó a Carlos que se apartase para que Max intentase el adelantamiento sobre Sergio Pérez, con la promesa de que se le devolvería la plaza si su compañero no conseguía el objetivo. No solo no sobrepasó al mexicano, sino que no intercambió la plaza con Carlos, provocando el enfado del español. En lugar de censurar la actuación de su pupilo, Franz Tost defendió su actuación a pesar de que desobedeció órdenes de equipo.

Por si fuera poco, Max se presentó en Australia afirmando que en el año 2017 ya no estará en Toro Rosso, sino en un monoplaza más competitivo, preferiblemente Red Bull.

¿Qué duda cabe de que Max Verstappen es un diamante en bruto y una gran promesa de la Fórmula 1? Ninguna. Aun así, no debería olvidarse de que aún no ha conseguido gran cosa y que no deja de ser parte de un equipo: él corre para Toro Rosso y no al contrario. Se antoja difícil que los responsables de la otrora Minardi metan en vereda al joven insolente. Difícil lo tienen en Faenza para gestionar esta rivalidad, que cada día es mayor. Max Verstappen contra el mundo.

Fuente: BBC Sports
Fuente: Sky Sports