El desierto de Bahréin vivió en 2005 una de las mayores fiestas del automovilismo español. Fernando Alonso y Pedro Martínez de la Rosa fueron los dos grandes protagonistas de la carrera disputada en el circuito de Sakhir, que acogía por segundo año la Fórmula 1, y que se convirtió en un escenario señalado en rojo desde aquel fin de semana para el asturiano y el catalán, que dejaron su huella en el siempre difícil trazado situado cerca de la costa oeste del golfo Pérsico.

La temporada 2005 comenzó teñida de los colores azul y amarillo que distinguen a Renault. Si en Australia, en el circuito de Albert Park, fue Giancarlo Fisichella quien subió al primer cajón del podio, en Malasia llegó el turno de Fernando Alonso, que lograba de esta manera la segunda victoria de su carrera deportiva y se situaba por primera vez en su historia como líder del campeonato del mundo de pilotos. McLaren contaba con un monoplaza espectacular, el más rápido de esa temporada, pero la marca francesa contaba con el factor de la fiabilidad a su favor.

De la Rosa no competía desde el Gran Premio de Japón 2002

Ambas escuderías se citaron en la tercera prueba del Mundial, el Gran Premio de Bahréin, para mantener una nueva lucha por la victoria y por el campeonato. Juan Pablo Montoya, piloto titular del equipo McLaren-Mercedes, se encontraba lesionado y la escudería de Woking subió al coche a Pedro Martínez de la Rosa, que no competía en una carrera de la máxima categoría automovilística desde el Gran Premio de Japón 2002, cuando vestía los colores del equipo Jaguar. Además de todo este tiempo sin competir, el piloto español nunca había corrido en Sakhir, por lo que su tarea de cara al domingo era doblemente complicada.

El fin de semana comenzó de forma positiva para Renault y, especialmente, para Fernando Alonso, que en la primera tanda de clasificación marcó el mejor tiempo y mostró su candidatura a la 'pole position'. Tampoco le fueron mal las cosas a Pedro de la Rosa, que unió su habilidad al volante con el buen rendimiento del McLaren para marcar el noveno tiempo más rápido de la sesión, quedándose únicamente a menos de dos décimas del tiempo de su compañero Kimi Räikkönen, que finalizó la jornada con el séptimo mejor crono.

Pedro de la Rosa, durante el GP de Bahréin 2005 | Foto: motorsport.com
Pedro de la Rosa, durante el GP de Bahréin 2005 | Foto: motorsport.com

En la segunda sesión, la situación mejoró para los intereses españoles. El piloto asturiano reafirmó su condición de máximo favorito para la carrera y marcó el mejor tiempo, consiguiendo su segunda 'pole position' de la temporada. En el box de la escudería de Woking también estaban contentos por el rendimiento del catalán, pues iba a comenzar la carrera desde la octava posición y, lo que es más importante para el español, le había ganado la partida a su compañero de equipo, que tuvo que conformarse con la novena posición.

El catalán no terminaba en los puntos desde el Gran Premio de Italia 2001

El domingo, la fiesta española fue completa. Fernando Alonso realizó una buena salida y mantuvo la primera posición, liderando toda la carrera y sin dar ninguna opción al resto de monoplazas de pelear con el asturiano por la primera posición. Con esta victoria, el ovetense sumaba diez puntos más y un total de 26 en la clasificación mundial de pilotos, aventajando en diez al Toyota de Jarno Trulli. Por su parte, Pedro Martínez de la Rosa completó una carrera espectacular. El piloto catalán realizó varios adelantamientos hasta ver la bandera a cuadros en quinta posición, además de marcar la vuelta rápida de carrera. De la Rosa lograba, asimismo, sus primeros puntos en la Fórmula 1 desde el Gran Premio de Italia 2001.

El Gran Premio de Bahréin 2005 será recordado por todos los españoles no sólo por ser los primeros pasos de Fernando Alonso para convertirse en campeón del mundo, sino también por la sobresaliente actuación de Pedro Martínez de la Rosa, que demostró a McLaren y al mundo entero que tenía talento suficiente como para haber tenido más oportunidades en la máxima categoría del automovilismo.