La selección de Gales volvió a pisar el césped de un estadio tras varios meses de luto y tristeza. Un verde de Cardiff teñido de negro tras la pérdida de Gary Speed, antiguo futbolista y seleccionador de los dragones, que el pasado 27 de noviembre dejó al fútbol galés huérfano de una de sus leyendas y de su preparador más prometedor de los últimos años.

Su amigo Chris Coleman, con el que coincidió en varios equipos de fútbol desde los 10 años, aceptó el reto de llevar a Gales por la senda que Speed marcó desde el banquillo y debutó al frente de la selección en un partido contra Costa Rica que, según el propio Coleman, “no era su debut sino el homenaje a un amigo y a su familia”. Un encuentro amistoso ante los ticos más importante en lo emotivo que en lo deportivo y en el que la transcendencia del resultado se redujo a la mínima expresión. El gol de Campbell sirvió al combinado sudamericano para vencer a una Gales sobrepasada por el homenaje hacia su ex entrenador. Los pases, las entradas, las paradas y los tiros de los dragones quedaron silenciados por los aplausos y los ánimos que los 25.000 aficionados que acudieron al Cardiff City Stadium brindaron a la familia del malogrado seleccionador. Los espectadores, con sus zapatos en la mano, simbolizaron los botas de Speed que tantos balones pasaron y cortaron durante sus casi cien partidos con Gales en uno de los miles de instantes significativos que acompañaron al partido.

Cerrar el círculo

Gary Speed (Mancot,1969-Huntington 2011) debutó con los dragones un lejano 20 de mayo de 1990, con 20 años, en el Ninian Park, antiguo estadio del Cardiff City, ante Costa Rica. Entró sustituyendo a Hodges en la segunda mitad y desde entonces se convirtió en el corazón futbolístico de su nación. Capitaneó a Gales en 44 ocasiones y fue el futbolista de campo con más internacionalidades (85) de su país por delante de mitos de los dragones como Mark Hughes o Ryan Giggs que también participaron, junto a otras personalidades de la sociedad galesa, en el homenaje a su ex compañero. Esta noche la Federación de Gales, los aficionados, los futbolistas y los familiares de Speed cerraron el círculo al retar, al igual que hace 21 años, a los ticos en el verde del Cardiff City Stadium. Un encuentro al que los galeses llegaron sin su principal estrella, Bale, y sin su capitán, Ramsey, lo que llevó a  Bellamy a capitanear a los dragones.

El futbolista que se vio superado por la tristeza el día de la muerte de su seleccionador y que pidió a Dalglish no jugar frente al City fue el encargado de dirigir desde el césped a su equipo en la velada más sentida del fútbol galés. El amigo de Speed, con quien compartió confidencias y partidos sobre el césped y al que telefoneaba semanalmente desde hacía más de una década fue el encargado de portar el brazalete de Gales el día más emotivo de la historia futbolística de su país. Bellamy, que aún sigue llamado a casa de los Speed tras la muerte de su compañero, dio la charla más sentida que recuerdan los vestuarios del estadio del Cardiff City a sus compañeros antes de salir al campo junto a Rodger Speed, el padre del difundo ex futbolista. Sus palabras llegaron al corazón de los futbolistas locales que salieron al campo visiblemente emocionados y conscientes de la importancia psicológica del encuentro.

Al abrigo de los aplausos de los aficionados, de un mosaico gigante con la bandera de Gales y el nombre de Speed y al calor del cántico “There is only one Gary Speed” Bellamy y sus compañeros saltaron al verde de Cardiff. El futbolista del Liverpool compareció de la mano de Tommy y Edward, los dos hijos de Speed, y se aguantó las lágrimas durante el himno y el minuto de aplausos que homenajearon a su amigo. Unos instantes de miradas perdidas y de emoción que cerraron los elogios póstumos a un futbolista infatigable y a un entrenador prometedor que dejó el mundo hace tres meses y al que sus ex futbolistas querían regalarle una victoria que al final no fue posible.

Presión

La transcendencia emotiva del acontecimiento pudo con los jugadores galeses. Ni Morison, ni Kanu, ni Earnshaw ni Bellamy acertaron en ninguna de las ocasiones que tuvieron mientras que Bryan Ruiz jugó con soltura, tiró un envío milimétrico a Campbell que el delantero del Lorient dibujó en un buen gol que imposibilitó el marcador deseado.

Un adiós incompleto por el resultado pero absoluto en lo emotivo que servirá a Gales para pasar página y a Coleman para continuar con la obra empezada por Speed de intentar acercar a los dragones a la fase final de alguna competición tras décadas de ausencia. Un día para el recuerdo en el que el resultado fue lo de menos.