Nacido en Settsu, Osaka, emigró a Europa con apenas 21 años, captado por esos excelsos descubridores de talentos extranjeros que son los holandeses; fue el VVV-Venlo, en este caso quien lo reclutó para sus filas. A partir de ahí, su carrera solo fue creciendo: tras tres años en Holanda y 26 goles anotados, en todas las competiciones, fue atraído por el dinero ruso para enrolarse en el CSKA Moscú, donde permanecería cuatro años (de enero de 2010 a enero de 2014).

Y en enero de 2014, el gran bombazo, a nivel personal: su fichaje por el AC Milan; un cuadro, el italiano, en clara decadencia y bañado en mediocridad por aquellos años, pero un gran hito para un jugador procedente de un futbol con no excesiva historia. Y para el propio país, por cierto.

Cuatro años bastante irregulares en Italia (en consonancia con el equipo) y apenas nueve goles (y seis en la campaña 14/15) y 10 asistencias. El verano pasado y como consecuencia del profundo proceso de renovación emprendido por la nueva propiedad, se vio obligado a abandonar el AC Milan y partió a otro destino curioso: México (un país que está empezando a invertir en talento extranjero) y el Pachuca. Notable campana ha cuajado allí, con diez goles y siete asistencias si se suman todas las competiciones.

En la selección y de cara al próximo Mundial es, obviamente, titular indiscutible y, aunque puede jugar en cualquiera de las tres posiciones por detrás del delantero centro, lo normal es que parta desde la derecha, dejando el centro a Kagawa y la izquierda al bético de nuevo cuño, Inui.

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