Observo el marcador y acto seguido encuentro la que es, al menos hasta el momento, la imagen de esta Copa Confederaciones 2013, el contraste no puede ser mayor, Tahití perdía 0-3 al inicio del segundo tiempo cuando Jonathan Tehau remató un córner en el segundo palo batiendo a Enyeama. El primer tanto de Tahití en una competición FIFA. La felicidad de los de la Polinesia Francesa era plena, total y absoluta.

La selección oceánica ejerció de local en Belo Horizonte, los francófonos saltaron al césped con collares al cuello. En el fútbol es habitual el cambio de banderines entre capitanes en el sorteo de campos pero no lo es lo ocurrido después de los himnos, los tahitianos mantuvieron los que luego serían obsequios sobre el pecho mientras orgullosos escuchaban el sonido de su patria por la megafonía brasileña, tras el habitual protocolo que envuelve esta práctica ambos conjuntos debían saludarse uno a uno, ahí saltó la sorpresa, los miembros del conjunto oceánico regalaron los collares a sus rivales en un signo de respeto y agradecimiento, al tiempo que en los banquillos ocurría lo mismo, el cuerpo técnico francófono se acercó al africano e hizo lo propio entregando los exóticos objetos. 

Samin y Vallar lucen durante el himno los collares que posteriormente regalarían a sus rivales.

Tahití ha sido la primera pequeña nación insular (no sobrepasa los 200.000 habitantes) en ganar el torneo del pacífico, lo logró hace poco más de un año (10/06/2012), posteriormente caería en su intento de clasificarse para la cita mundialista del próximo año, una empresa arduamente complicada para una nación tan pequeña. Es por eso que Eddy Etaeta, actual seleccionador tahitiano, se mostró exhultante traslograr su billete a esta competición, "Sabernos ganadores cuando el árbitro señaló el final fue increíble. Explotamos de alegría y cantamos canciones brasileñas famosas. Participar en la Copa Confederaciones es algo formidable e histórico".

Nigeria apenas necesitó de media hora para finiquitar el encuentro con el tercer tanto de la noche. Antes habían llegado el primer y segundo tanto en el minuto cinco y diez, respectivamente. El conjunto africano se adelantó en el marcador con una acción rocambolesca en la que un disparo de Echiejile se coló en la portería tras desviarse al pegar en dos defensas y llegando incluso a ser tocado por el meta oceánico. El segundo dejaba patente la superioridad de Nigeria, mayor poderío físico, dos regates y disparo ante el que nada pudo hacer Samin. El propio Samin sería protagonista en el tercero tras no conseguir blocar un centro sin mayor dificultad que los nervios del meta, Oduamadi sacó provecho y anotó su tanto consecutivo, el tercero de su equipo. Nigeria bajó el ritmo hasta el descanso y pocos podían presagiar el tanto tahitiano, tras la pausa Vahirua lograba sacar un córner en el que era uno de los primeros acercamientos oceánicos en el partido (con casi una hora ya disputada). Desde la esquina el capitán Vahirua servía y Tehau remataba al fondo de la portería. El diecisiete se elevó por encima de Ambrose y con su cabeza remató a gol un balón que un país entero empujaba. Tahití sonreía. Instantes después sería el propio Tehau el que haría el cuarto tanto nigeriano al meter el cuero en su propia portería, Echiejile y Oduamadi anotarían los definitivos goles que haría el 1-6 definitivo. 

Jonathan Tehau anota un tanto histórico. 

Es difícil presenciar tal situación y no acordarse de ese niño que cuando aún no comprende la magnitud del juego de la pelota está exultante por lograr un gol. El Gol. El gol es felicidad, lo es cada vez que se anota, la competitividad a veces nos priva de la celebración pero incluso el gol con menor valor despierta una sonrisa en aquel que acaba de lograrlo.

A la cabeza llegan imágenes de esos conjuntos de barrios (o colegios) pequeños que cada fin de semana salen goleados en sus ligas y en los que muchas veces logramos captar ese instante puro, el marcador es lo de menos, los rivales pueden haber marcado uno, cinco o diez tantos, es irrelevante, si el gol sube al marcador el niño sonríe, no hay mayor verdad que esa, el fútbol puede ser muchas cosas pero es (por encima de todas ellas) la felicidad de quien lo práctica. En su estreno en la Copa Confederaciones Tahití se vistió de infante y logró capturar ese instante único que sólo puede seguir al gol

El conjunto tahitiano agradece, a la conclusión del encuentro el apoyo mostrado por su afición. 

Fotos: Getty Images. 

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Sobre el autor
Bruno Pérez Alborés
Madrid y Vigo. Redactor de VAVEL. E-mail de contacto: [email protected]