Muy numerosos han sido los cambios en la vieja Irlanda a lo largo de la historia. Siglos y siglos de batallas, conquistas y luchas de poder que vivieron sus episodios más recientes a lo largo de los últimos 100 años. A día de hoy el panorama que se dibuja en la isla deja como resultado dos naciones claramente diferenciadas. Por un lado se sitúa la República de Irlanda, independiente desde que en 1937 se promulgó su Constitución, aprobada tras referéndum. Cerca del 90% de sus habitantes profesan la religión católica y no se registran conflictos con las minorías fieles a otras religiones. En contraposición aparece Irlanda del Norte, perteneciente al Reino Unido y último vestigio de la influencia británica que durante varias centurias empapó la isla. El protestantismo, aunque parece perder fuelle con el paso de los años, es seguido por casi un 60% de la población, la cual se mantiene como partidaria de pertenecer al Reino Unido —carácter unionista—. Es en esta zona de la isla en la que se han documentado más problemas entre protestantes y católicos, quienes en ciudades como Belfast o Derry viven en barrios claramente delimitados. Los primeros, con ascendencia escocesa en un buen número de casos, se muestran fieles a la Corona Británica mientras que la lealtad al catolicismo se asocia ineludiblemente con la República, que desde sus inicios otorgó un poder considerable a la Iglesia Católica.

De la belleza de los paisajes irlandeses viene la denominación de Isla Esmeralda (Foto: pressabroad.com)

De la belleza de los paisajes irlandeses viene la denominación de Isla Esmeralda (Foto: pressabroad.com)

Influencias celtas y romanas

Las referencias históricas hablan de que los celtas colonizaron la isla entre los siglos VIII y I a.C. y que fue su última remesa, el pueblo gael, quien se encargó de su fragmentación en cinco reinos. Ulster, Connacht, Munster, Leinster y Meath fueron las denominaciones que recibieron los mismos, si bien el último de ellos acabó absorbido por el de Leinster en la Edad Media para dejar en cuatro las provincias de la Irlanda gaélica. Con el paso del tiempo los reinos sufrieron todo tipo de divisiones, fusiones y cambios en su extensión por lo que las fronteras experimentaron infinidad de modificaciones. Hoy en día las cuatro provincias no poseen estatus legal aunque sus denominaciones permanecen vigentes para indicar los puntos geográficos de Irlanda.

Antiguos reinos de Irlanda (Foto: sobreirlanda.com)

Antiguos reinos de Irlanda (Foto: sobreirlanda.com)

Isla Esmeralda nunca formó parte del Imperio Romano aunque no permaneció ajena a la nueva cultura que se venía extendiendo alrededor del Mare Nostrum. La poderosa influencia del latín estimuló el desarrollo del cristianismo en los monasterios irlandeses, así como el florecimiento de artes tales como la escultura o la escritura.

El legado de un gran guerrero

Fue precisamente hacia finales del siglo IV d.C. cuando surgió una figura de vital importancia en la historia de Irlanda. Niall Nóigiallach fue Rey Supremo de Irlanda en aquella época pese a lo cual las evidencias históricas fiables en torno a su persona son muy limitadas. Ni siquiera se conoce con exactitud la fecha de su fallecimiento, situada en la amplia horquilla englobada entre el año 378 y el 450 d.C. Pero la trascendencia de su figura no hay que buscarla en su reinado ni tampoco en las batallas de las que pudiese haber salido triunfador. Niall Nóigiallach se considera a día de hoy un personaje clave en la historia de Irlanda debido a su amplísima descendencia, la cual llega hasta la actualidad. Pese a la lejanía de la época las referencias históricas hablan de no menos de ocho hijos, varios de los cuales se corresponden con los ancestros de las distintas dinastías Uí Néill, denominación que literalmente significa ‘descendientes de Niall’. Los vástagos de Niall Nóigiallach se establecieron por toda la mitad septentrional de Irlanda y se dividieron en dos grupos, los Uí Néill del norte y los Uí Néill del sur. Los primeros dominaron el reinado de Ailech, situado en lo que hoy viene a ser el condado de Donegal, uno de los tres del Ulster que no pertenece a Irlanda del Norte. Los segundos se ubicaron en la zona norte del Leinster y desde allí consolidaron su expansión a lo largo de los siglos.

Hay que valorar pasos como los que han dado Martin y Michael O'Neill

La supremacía de las distintas dinastías Uí Néill se inició en el siglo V y se extendió durante más de mil años, a lo largo de los cuales se vivieron invasiones vikingas y normandas. Son innumerables los descendientes de Niall Nóigiallach que ostentaron el título de Rey, ya fuese de Rey Supremo de Irlanda o de algún otro reinado de menor rango.

Un estudio genético realizado en 2006 por miembros del Trinity College de Dublín sostiene que uno de cada 12 irlandeses que en la actualidad viven a lo largo y ancho del mundo son descendientes de este guerrero que vivió hace unos 1.600 años. Hombres y mujeres que viven hoy en día y que se apellidan —por poner solo unos pocos ejemplos— O’Donnell, Connor, O’Reilly, McGovern o Quinn cuentan con serias opciones de descender directamente de Niall Nóigiallach. Aunque, como es natural, el apellido que más intuitivamente puede llevar a su nombre no es otro que O’Neill.

Ilustración de Niall Nóigiallach (Foto: irishcentral.com)

Ilustración de Niall Nóigiallach (Foto: irishcentral.com)

Colonización e independencia

La larga y compleja historia de Irlanda comenzó a dar un giro a finales del siglo XII, momento en que el rey Enrique II de Inglaterra decidió invadir la isla como medida preventiva contra una posible creación de un estado normando en la isla. Pese a que el territorio cayó ante el poderío de la Corona Británica los nativos recuperaron con el tiempo parte de sus tierras y no fue hasta la llegada de Enrique VIII que no se abordó por parte de Inglaterra la definitiva invasión de Irlanda, la cual tardó casi un siglo en ser completada. Por fin, en 1603 fue derrotado Hugh O’Neill, terrateniente gaélico del Ulster, lo que dejaba la isla bajo control británico de forma definitiva. Un control que se iba a extender durante tres siglos y que se confirmaba en el año 1800, cuando en el Parlamento irlandés se aprobaba el Acta de Unión. A través de dicho documento se fusionaban el Reino de Gran Bretaña y el Reino de Irlanda, situación que comenzó a levantar ampollas a mediados del siglo XIX. En aquella época los terratenientes de origen británico comenzaban a ganar terreno a los nativos irlandeses y estos se quedaban sin tierras para cultivar. La política de colonización británica causaba verdaderos estragos entre las familias autóctonas, que se encontraban sin comida para poder sobrevivir. Las consecuencias fueron la hambruna y la diáspora hacia los Estados Unidos y otros países. A partir de 1870 se empezó a fraguar la idea de una autonomía propia para Irlanda y, por fin, en 1918, el Sinn Féinn obtuvo en unas elecciones generales del Reino Unido 73 escaños de los 105 con los que contaba Irlanda. De manera unilateral los representantes del partido republicano decidieron no ocupar sus asientos en el Parlamento de Westminster y establecerse en Dublín para proclamar la república irlandesa. Entre 1919 y 1921 se desarrolló la Guerra de la Independencia entre el IRA —Irish Republican Army— y el ejército británico, con episodios verdaderamente brutales.

Michael Collins fue asesinado en 1922 durante la Guerra Civil Irlandesa (Foto: irishcentral.com)

Michael Collins fue asesinado en 1922 durante la Guerra Civil Irlandesa (Foto: irishcentral.com)

Fue concretamente en 1920 cuando por fin se habló de dividir Irlanda en dos regiones autónomas, Irlanda del Norte e Irlanda del Sur. El denominado ‘Tratado anglo-irlandés’ fue aprobado en diciembre de 1921 y, a través del mismo, Irlanda del Norte permanecía dentro del Reino Unido. Para la otra Irlanda se establecía un régimen de dominio con autonomía bajo el liderazgo del líder revolucionario Michael Collins. Pero el tratado, lejos de solventar el problema, no hizo sino exacerbar las diferencias entre los partidarios del mismo y sus opositores, lo que derivó en una guerra civil que se desarrolló entre 1922 y 1923. Fue una confrontación enormemente cruenta y cuyas divisiones ideológicas todavía resuenan en la actualidad. El período que se sitúa entre 1919 y 1923, de poca duración históricamente hablando, es con toda seguridad el que más ha influido en la historia moderna de Irlanda y su onda expansiva se sigue dejando sentir en Isla Esmeralda casi un siglo más tarde. En 1937 se estableció finalmente la Irlanda independiente, con un sistema democrático basado en una Constitución. Hoy en día, aunque resulta frecuente asociar el Ulster con Irlanda del Norte, hay que señalar que solo seis de los nueve condados de aquella región pertenecen a este país. Los de Monaghan, Caval y Donegal —el antiguo Ailech— se encuadran dentro de la República de Irlanda, en cuyo territorio se sitúan además las regiones de Leinster, Munster y Connacht al completo.

Un miembro del IRA en Belfast en 1987 (Foto: taringa.net)

Un miembro del IRA en Belfast en 1987 (Foto: taringa.net)

Afortunadamente el Acuerdo de Viernes Santo sentó las bases para establecer la paz en Irlanda del Norte, que continúa arrastrando los problemas derivados de su carácter de colonia británica. El acuerdo se ultimó en 1998 y en una de sus disposiciones se establecía que las personas nacidas en este país poseen el derecho de optar por la nacionalidad británica, la irlandesa o ambas, con independencia de cuál pueda ser en un futuro el destino de la región. Desde 2005 el desarme del IRA es un hecho y las tensiones entre católicos-republicanos y protestantes-unionistas se han rebajado en el Ulster, por mucho que la situación diste mucho de resultar ideal.

Un hijo de Niall en el Sur

Martin O’Neill nació en 1952 en Kilrea, una pequeña población situada en Derry, uno de los seis condados de la actual Irlanda del Norte. Criado en el seno de una familia católica, su irrupción en el fútbol llegó en el modesto Distillery FC —hoy en día Lisburn Distillery FC—. Obra suya fue un gol anotado al FC Barcelona en la Recopa de 1971, algo que sucedió pocos meses antes de fichar por el Notthingham Forest. Allí se estableció durante una década en la que saboreó un título de liga y dos Copas de Europa cuando el club apenas acababa de abandonar la Segunda División. Con su selección participó en la fase final del Mundial de España’82 bajo la dirección de Billy Bingham aunque no pudo hacerlo cuatro años más tarde en México debido a una grave lesión de rodilla.

Martin O'Neill, a la derecha de su entonces técnico Brian Clough (Foto: reprezentacija.ba)

Martin O'Neill, a la derecha de su entonces técnico Brian Clough (Foto: reprezentacija.ba)

En 1987 inició su carrera como técnico en el modesto Grantham Town aunque fue el del Wycombe Wanderers el primer banquillo con cierta importancia en el que se sentó. Allí trabajó para lograr dos ascensos consecutivos y dejar al equipo en la tercera categoría del fútbol inglés antes de marcharse, en 1995, al Norwich City. No duró mucho al frente de los canarios pero un futuro brillante le aguardaba en Leicester. Dos títulos de la Copa de la Liga logrados en la segunda mitad de los 90 situaron a los zorros en competición europea y a Martin O’Neill en la agenda del Celtic de Glasgow. Allí iba a permanecer durante otros cinco años en los que logró tres títulos de liga y otros tantos de copa. Además llevó en 2003 al Celtic a la final de la Copa de la UEFA, en la que sucumbió ante el Oporto de José Mourinho. Aston Villa y Sunderland han sido los últimos clubes que han contado con sus servicios.

El tándem Roy Keane-Martin O'Neill ha llevado a la República de Irlanda hasta la fase final de la Eurocopa de Francia (Foto: pinterest.com)

El tándem Roy Keane-Martin O'Neill ha llevado a la República de Irlanda hasta la fase final de la Eurocopa de Francia (Foto: pinterest.com)

Por fin, en noviembre de 2013, el técnico de Kilrea aceptaba el cargo de seleccionador de la República de Irlanda. Se trata de un momento histórico ya que nunca antes un preparador norirlandés había dirigido a sus vecinos del sur. El Acuerdo de Viernes Santo posibilitó con anterioridad que algunos futbolistas nacidos en la región norte de la isla —Darron Gibson, James McClean— optasen por defender la camiseta verde esmeralda no vinculada con el Reino Unido pero jamás un técnico había dado el paso. El mismo O’Neill declaró a su llegada que el reto no solo era deportivo sino también humano. Su tándem con Roy Keane, irlandés del sur, simboliza que los tiempos comienzan a cambiar. Pese a la incertidumbre con la que afrontaba el nuevo seleccionador el reto, el antiguo mediocentro del Manchester United se mostró encantado de compartir banquillo con él. La situación habría resultado absolutamente impensable apenas unas pocas décadas antes, pese a la condición de católico del ex del Nottingham Forest. Pero afortunadamente los tiempos cambian y dos años después de aterrizar en el Aviva Stadium —antiguo Lansdowne Road— Martin O’Neill ha conducido sin más problemas que los deportivos a The Green Army a una nueva fase final.

Un católico entre unionistas       

Por su parte Michael O’Neill nació en 1969 en Portadown, en el condado de Armagh. Al igual que su colega también es norirlandés y perteneciente a ese 40% de católicos nativos de la colonia británica. Con apenas 15 años comenzó su carrera futbolística en el Coleraine norirlandés, un modesto club que le sirvió de rampa de lanzamiento para otros retos de mayor nivel. Entre 1984 y 2004 jugó en varios equipos de Inglaterra, Escocia e Irlanda, algunos de Primera División como el Newcastle United o el Dundee United. Fue 31 veces internacional con Irlanda del Norte aunque no llegó a tiempo a la época gloriosa de mediados de los 80. Su periplo con la selección comenzó en 1988 y terminó ocho años más tarde. Su experiencia y sus logros como técnico nada tienen que ver con los de Martin O’Neill, aunque en ello puede que tenga mucho que ver su juventud. Ha dirigido únicamente a dos clubes, el Brechin City escocés y el Shamrock Rovers de Dublin. Con el club irlandés ha conquistado dos títulos de liga aunque su principal logro ha sido el de alcanzar la fase de grupos de la Europa League 2011/12 tras eliminar al Partizan de Belgrado. Puede parecer un botín intrascendente pero nunca antes un equipo de la liga irlandesa había conseguido tal privilegio. El potencial de los clubes de la República de Irlanda no les permite competir con la mayor parte de equipos del continente. Algo parecido a lo que sucede con los equipos norirlandeses, cuya falta de nivel se traduce en que sus aficionados sigan con más interés a los clubes escoceses o ingleses.

Michael O`Neill, manteado tras la clasificación de Irlanda del Norte para la fase final de Francia 2016 (Foto: northernirelandstatistics.wordpress.com)

Michael O`Neill, manteado tras la clasificación de Irlanda del Norte para la fase final de Francia 2016 (Foto: northernirelandstatistics.wordpress.com) 

Michael O’Neill dirige a la selección de Irlanda del Norte desde finales de 2011. No resulta sencillo que un técnico de convicciones católicas se ponga al frente de una selección que representa a un país con mayoría protestante. En el caso de los Norn Iron no es esta la primera vez que esto sucede ya que con anterioridad Lawrie McMenemy y Lawrie Sánchez se habían sentado como locales en el banquillo de Windsor Park, estadio situado en una zona de Belfast de mayoría unionista-protestante. Pero el técnico de Portadown tuvo muy claro desde que llegó que la religión no iba a ser un problema. El único objetivo pasaba por conformar un equipo competitivo y realizar un trabajo absolutamente profesional. Un objetivo que se cumplió sobradamente, hasta el punto de que Michael O’Neill ha logrado conducir a Irlanda del Norte hacia una fase final de la Eurocopa por primera vez en su historia. Y de nuevo hay que señalar como gran noticia la ausencia de incidentes relevantes en relación con el seleccionador, cuya valentía al aceptar el reto se ha visto premiada con un nuevo logro histórico.

Niall Nóigiallach se considera a día de hoy un personaje clave en la historia de Irlanda debido a su amplísima descendencia

La Irlanda única con la que soñaba George Best todavía se ve muy lejos. Sin embargo, una reciente encuesta publicada por la Universidad de Ulster reveló que el 54% de los entrevistados se mostraban a favor de una selección nacional unificada. Entre los católicos el 70% estaban de acuerdo en que así fuera mientras que de los protestantes solo un 39% comulgaban con la idea. Con estos datos una All Ireland como la de rugby no parece posible en un futuro próximo pero quizás a medio plazo la idea pueda ir tomando forma. Se puede intuir por lo sucedido en los últimos años que el flujo de futbolistas del Ulster con convicciones católico-republicanas hacia el sur debería ir en aumento, con lo que Irlanda del Norte podría continuar evolucionando hacia una selección con marcado carácter unionista y cada vez más separada de sus vecinos del sur. Pero también hay que valorar pasos como los que han dado Martin y Michael O’Neill. Dos descendientes del gran Niall Nóigiallach —a falta de confirmación genética— que han superado sendos retos apasionantes. Uno humano, teñido de un intenso color verde esperanza, que les ha permitido con su ejemplo aproximar un poquito más a Irlanda del Norte y a la República de Irlanda. El otro, deportivo, que unirá por primera vez en una fase final de un gran campeonato a las dos naciones que representan a Isla Esmeralda.

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Sobre el autor
José Luis Rodríguez Sánchez
Soy farmacéutico hospitalario