Ver el gol como el mayor placer que se puede experimentar en esta vida. Buscarlo con todas las consecuencias posibles como si de un diamante en Sudáfrica se tratase. Hay futbolistas que se enganchan a aquella sensación de marcar un tanto como si fuera la droga más potente del mundo.

Diego Alberto Milito (Buenos Aires, 1979) ha puesto fin a una carrera en la que ha sido capaz de convertirse en ídolo eterno por cualquiera de las escuadras por las que ha pasado. Su gran parecido físico con Enzo Francescoli, le hizo ganarse también el apodo del príncipe, pero lejos de quedarse a vivir bajo la sombra de aquel semblante rostro, el argentino se ha labrado una de las carreras más respetadas y triunfales en la historia del fútbol argentino. Todo comenzó en Racing, club de sus amores, donde estuvo de la temporada 1999-2000 hasta la 2003-2004, en sus cuatros años como futbolista del equipo argentino, el ariete consiguió 37 goles en 149 partidos que ayudaron al conjunto de la academia a ganar el torneo apertura en la temporada 2001.

Viaje de ida y vuelta entre Génova y Zaragoza

El Genoa no quiso desaprovechar la oportunidad de fichar a uno de los delanteros con el elixir del gol corriendo entre sus venas. En el equipo italiano se salió por los cuatro costados, incisivo en el gol y con una adaptación impactante a una liga tan complicada como la italiana. Era el momento de dar un paso más, de recalar en una de las ligas más predilectas para todo futbolista argentino: la española, en la que el Zaragoza, club de su hermano Gaby Milito, apostaría fuerte por hacerse con sus servicios.

Heraldo de Aragón
Heraldo de Aragón

Si el rendimiento de Milito en Italia fue brillante, en España no hay calificativos para definir el impacto que tuvo el ariete argentino en una liga donde el buen fútbol y los goles son auténticos baluartes. En tan solo tres temporadas, el delantero anotó 61 goles en 125 partidos, una media que da un gol cada dos partidos. El Genoa no había podido olvidarse de él, cual aquel amor de verano de adolescente que se queda impregnado en el pecho y no se sabe cómo sacarlo. Ante tal pasión por el delantero argentino, el club italiano se volvió a hacer con sus servicios y Diego Milito respondió a ese amor de la mejor manera que podía hacer: entregando sus goles en forma de agradecimiento. En concreto, anotó la friolera de 26 goles en 34 partidos, una media de casi un gol por partido.

Un triplete con el Inter para la historia

Sin embargo, el Genoa no era un equipo que pudiese aspirar a todos los títulos. Un clásico como el Inter de Milán si lo era, y una oferta firme de este club era irrechazable. Diego Milito se convertía en nuevo delantero del equipo ‘nerazzurri’, donde alcanzaría su máximo esplendor futbolístico tanto a nivel personal como colectivo. Con el equipo italiano logró dos Copas de Italia, una Supercopa de Italia, una Serie A, un Mundial de Clubes y la tan añorada Champions League, aquella en la que logró un triplete con Mourinho como entrenador, y en cuya final ante el Bayern de Múnich logró dos goles, que se recuerdan con nostalgia y orgullo en tierras milanesas.

Regresó a Racing en la temporada 2014, y pese a su ya longeva edad, contribuyó, como siempre había hecho, con goles decisivos y que le daban sentido a su pasión por ese balón. 22 goles en 73 partidos y una Primera División en el 2014 para poner broche final a su gran carrera. Diego Milito se despide del fútbol, y su legado será eterno. Gracias por haber honrado este deporte y por haber hecho del gol un arte sencillo para tí, pero inalcanzable para otros. Adiós 'Diegol', tu obra será eterna.