El máximo torneo europeo a nivel de selecciones llegó a la Alemania Federal en 1988. Entre las favoritas estaban Holanda, URSS, Alemania e Italia. Especialmente estos últimos fueron los que llegaron con mejor cartel a la competición, pero acabaron cayendo eliminados en las semifinales por los soviéticos.

Por su parte, la selección española volvió tropezar en la primera fase. En un grupo muy complicado, compartido con Alemania e Italia, la furia roja no fue capaz de ganar a ninguno de estos dos conjuntos y se vio apeada a las primeras de cambio.

Conforme iban avanzando las rondas parecía que el destino estaba escrito, puesto que Alemania Federal y Holanda se encontraron en las semifinales. Para más inri, los alemanes se adelantaron en el marcador, y parecía que se iba a cumplir la máxima de Gary Lineker: “El fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes”.

Holanda se cobró la venganza del 1974 | Foto: UEFA
Holanda se cobró la venganza del 1974 | Foto: UEFA

La brillante selección tulipán, entrenada por un genio táctico como Rinus Michels, fue capaz de empatar con un penalti de Koeman. Ya en las postrimerías del encuentro, el fútbol le devolvió a Holanda todo lo que le quitó en 1974 y Van Basten hizo el delirio de los aficionados holandeses al marcar el gol que les llevaba a la final.

La perfección hecha gol

En la final les esperaba la URSS, que había demostrado su brillantez táctica a lo largo del torneo, gracias a la rigidez de la pizarra de su seleccionador, Valeriy Lobanovski. Pese a ello, a la media hora de juego, el melenudo Ruud Gullit puso en ventaja a los holandeses. Mientras tanto, el guardameta holandés, Hans van Breukelen, detuvo un penalti a Igor Belanov. No obstante, el genio que frota la lámpara no apareció hasta la segunda mitad.

Marco van Basten era el delantero centro de aquella magnífica selección. Tal era su exquisitez técnica que algunos le conocían como el “cisne de Utrecht”. En aquellos momentos militaba en el Milan, con el que había cuajado una mala campaña a causa de las lesiones. De hecho, su papel en la Eurocopa empezó siendo de suplente, pero poco a poco fue adquiriendo protagonismo hasta llegar a ser titular en el partido más importante de la competición.

Van Basten sostiene la Eurocopa de 1988 | Foto: Kaiser Magazine
Van Basten sostiene la Eurocopa de 1988 | Foto: Kaiser Magazine

En el minuto 53 de partido, el lateral holandés Adri van Tiggelen recupera un balón en el centro del campo y lanza un rápido contraataque. Su abertura a la banda es recibida por el mediocampista del Ajax Arnold Mühren, que centra de primeras al segundo palo. Entonces es cuando aparece Van Basten, libre de marca, detrás de la defensa, en una posición en la que nadie puede imaginar nada más que volver a ponerla al área. El ariete no se lo piensa dos veces y conecta una volea con parábola que sobrepasa a Rinat Dasayev, quién solo puede mirar estupefacto la genialidad que le acaban de marcar. Si no lo han visto aún, háganlo rápido

Finalmente, Holanda acabó conquistando el campeonato gracias a ese tanto de Van Basten. Sólo a un loco se le podía ocurrir disparar desde ahí, pero sin locura no nacen las genialidades, como la que firmó el exdelantero del Milan en aquella tarde de verano de 1988 en Alemania.

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