Mucho se había hablado en la previa a la Eurocopa de Francia de las posibilidades de Bélgica, contando con la mejor hornada de futbolistas de los últimos años, y si era candidata a hacer como poco un buen papel en el campeonato, y por qué no, optar a ganarlo. El combinado que dirige Marc Wilmots se dio de bruces con el muro italiano en la primera jornada, y con ello sembró algunas dudas que circularon en el entorno belga durante los días de margen entre el compromiso ante los transalpinos y el siguiente, el segundo y hasta ahora último, ante Irlanda.

Los anglosajones fueron más benévolos con los belgas, permitiéndoles jugar con espacios, y ahí fueron determinantes. El gran problema que arrastra el cuadro de Wilmots es la creación de fútbol en estático, con la defensa rival posicionada y entregando el balón y campo para las acometidas de los Diablos Rojos, que se chocaron una y otra vez con la defensa perfectamente armada de los italianos, y que sin embargo encontró las vías de agua en la zaga irlandesa. Cuando no es a campo abierto, los belgas sufren.

Los cambios surten efecto

La Armada Verde les permitió lo que más les gusta: correr. A la carrera, futbolistas como Lukaku, Hazard, Carrasco o De Bruyne son letales, y así lo demostraron en una segunda mitad que terminó encarrilada por un parcial de 2-0 que unido al 1-0 del primer acto hicieron el a la postre 3-0 definitivo. Pero, ¿cuáles fueron las diferencias de Bélgica más allá de los espacios que concedió Irlanda? ¿Qué resultó determinante para ver a un equipo tan cambiado?

Tres cambios de Wilmots en el once ante Irlanda respecto al de Italia, acertando en los tres: Carrasco por Fellaini, Dembele por Nainggolan y Meunier por Ciman

Lo primero, los cambios. Tres futbolistas fueron de la partida mientras que en el primer envite no lo habían sido: Dembele, Meunier y Carrasco. Una permuta por línea introdujo Wilmots, sacando del campo a Nainggolan, Ciman y Fellaini, no habiendo estado ninguno de los tres especialmente acertados en el partido. Con el centrocampista del Tottenham, Bélgica logró un movimiento más fluido de balón, evidenciado también en el notable encuentro que dejó Witsel, nombrado mejor jugador del partido. Los dos mediocentros se complementaron a la perfección para darle una marcha más necesaria a la circulación del cuero, lo que unido a la mala presión rival posibilitó abrir espacios que se terminarían aprovechando.

En el caso del lateral, su incidencia fue aún más notoria. Con Ciman y Vertonghen en el primer partido en los costados, siendo ambos centrales adaptados a la posición en el carril, la profundidad de Bélgica era inexistente. Más si cabe si los dos futbolistas que jugaban por delante suyo (De Bruyne y Hazard) tienden a marcharse hacia el centro para finalizar jugada. Las bandas quedaban huérfanas, y los belgas se quedaban atascados en el embotellamiento que ellos mismos provocaban por el medio. Con Meunier, bien atrás y dándole amplitud, paliaron ese mal.

Suecia y la necesidad de atacar

Junto al carrilero, la entrada de Carrasco en el mismo costado derecho le terminó de dar esa chispa necesaria a los Diablos Rojos. Sin el futbolista del Atlético, Bélgica no había encontrado la manera de encarar la portería rival, quedándose seco sin sus arrancadas. Las lesiones golpearon no obstante a  dos de los jugadores belgas que habían participado en el compromiso ante los irlandeses, y ni Carrasco ni Dembelé tienen garantizada su presencia ante Suecia, ya que acabaron tocados, acusando los belgas su ausencia en los últimos minutos de partido ante Irlanda donde no llegaban con tantas facilidades. Su papel podrían desempeñarlo el propio Nainggolan y Mertens, opciones B para Wilmots en ese rol.

Getty Images Sport - Catherine Steenkeste
Foto | Getty Images - Catherine Steenkeste

Lo bueno que afronta Bélgica, es la necesidad sueca de hacer gol. Hasta el momento, los nórdicos no han conseguido siquiera chutar a portería en los dos primeros partidos, y mucho menos hacer un gol. Esa voluntad de Suecia de ir hacia arriba puede beneficiarle a Bélgica, que encontrará espacios entre los cuatro centrocampistas que alineará Hamren, pudiendo lanzar contragolpes como los que consiguió en el último choque. Ahí será clave valorar si Wilmots prefiere mantener lo que tuvo éxito o bien protegerse dando un paso atrás, metiendo a un jugador más de contención en lugar de un mediapunta.

El que jugará ante Bélgica puede ser el último partido de Ibrahimovic con Suecia

Los suecos tampoco han conseguido un juego fluido hasta el momento en la Eurocopa, pero ahora se ve en una situación difrente. Con un punto de su empate en la primera jornada ante los irlandeses, Suecia afronta la última oportunidad de clasificarse para la siguiente ronda, a la que dependiendo de los resultados podría acceder incluso como segunda de grupo. Si vence a Bélgica e Irlanda no lo hace sobre Italia por una diferencia mayor a los dos goles, serán los suecos quiénes pasen como segundos.

A pesar de los dos malos primeros partidos, el conjunto de Erik Hamrén aún tiene opciones claras de clasificarse, dependiendo de sí mismos para lograrlo. El técnico sueco afronta el que será su último partido al frente de la selección, como también puede serlo de la gran estrella, Zlatan Ibrahimovic, que dejó caer durante la semana su intención de no seguir acudiendo a las convocatorias, y dejar la selección tras la Eurocopa.