El Schalke consiguió imponerse al Mainz en Gelsenkirchen, en el primer partido de la era post-Draxler, canterano del club y un símbolo para la afición pese a su juventud, que fue recientemente traspasado al Wolfsburgo por unos 30 millones de euros. No debutó Pierre-Emile Höjbjerg, centrocampista cedido por el Bayern de Münich, que tendrá que esperar a la próxima jornada para enfudarse su nueva camiseta.

El Mainz, por su parte, no podría contar con las ya sabidas bajas de Elkin Soto, Maximilian Beister y Jairo Samperio.

Karius evita una goleada

Los locales fueron una apisonadora durante gran parte del primer tiempo. Superiores en practicamente todas las facetas del juego, fueron acumulando llegadas sin descanso, ante un Mainz descosido que tardó muchos minutos en desperezarse y entrar en el partido. Y gran parte de la culpa de que pudieran hacerlo, la tuvo su portero, Loris Karius, que dio un aténtico recital en los primeros minutos. Nada mas comenzar, Brosinski cometía un penalti sobre Aogo, que se encontraba sobre la línea lateral del área y era derribado claramente. Primera ocasión clara para el Schalke, primera intervención magnífica de Karius. El holandés Klaas-Jan Huntelaar lanzaba el penalti a media altura y con bastante potencia a la izquierda del meta, pero se encontraba con el internacional sub-21. Las intervenciones del meta visitante fueron una constante en los primeros 45 minutos, con un paréntesis, el gol de Matip, que abría la lata con un buen cabezazo tras lanzamiento de córner.

Tras el gol, los mineros entraron en una pequeña fase de relajación, en la que perderían el dominio, convirtiendo el partido en un 'correcalles'. Los de Maguncia no tardaban en empatar al borde del descanso, por mediación de Yunus Malli, que aprovechaba un rebote en el palo a disparo de Clemens para rematar cómodamente y poner las tablas.

Pudo pasar de todo

La segunda mitad tomó el camino que llevaba el final de la primera. Durante gran parte del periodo hubo ausencia de un dominador claro, convirtiendo el choque en constantes idas y venidas de ambos equipos, llegando de un área a la otra con peligro. En una de ellas, Huntelaar tuvo su oportunidad y consiguió redimirse del penalti fallado, con un buen disparo cruzado que, esta vez si, lograba batir a Karius. No había mas que mirar la celebración del holandés que, en su particular ritual tras marcar gol, partía el banderín de córner, para ver la rabia contenida que ese gol desataba tras varios intentos fallidos.

Mediado el segundo acto, Martin Schmidt buscó cambiar el sentido del partido dando entrada al argentino Pablo de Blasis.

El Schalke, con el paso de los minutos, trataba de consolidarse con posesiones largas, que seguían creando peligro. Solo la falta de acierto de sus jugadores evitó que el partido se cerrara con anterioridad.

Los de Breitenreiter estaban condenados a sufrir, y solo sufriendo consiguieron hacerse con los tres puntos. 

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Sobre el autor
Iván Pérez
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