Hoffenheim y Hamburgo abrían la jornada en Alemania con un duelo de “enfermos”. Con objetivos muy distintos, pero plantillas de un nivel considerable, ambos proyectos no terminan de despegar. De los dos, el caso más flagrante era el del Hoffenheim, capaz de sumar únicamente una victoria en nueve partidos, con una de las plantillas más potentes de la Bundesliga. Por su lado, el Hamburgo parecía haber abandonado el aura negativa de los dos últimos años, pero, tras tres semanas sin vencer, necesitaba toparse con un triunfo que le reforzara en su proyecto.

La red hanseática

El encuentro arrancó muy igualado. Una tónica que, salvando tramos concretos, se mantendría durante toda la primera mitad. No obstante, y pese a lo parejo del partido, el Hamburgo sería el responsable de llevar la voz cantante. Los de Labbadia plantearon un enfrentamiento duro, marcado por su seriedad y consistencia habitual esta temporada, y los pupilos de Gisdol no supieron en ningún momento cómo atacar el partido. El Hoffenheim trató de tocar y combinar, pero su imprecisión, sumada a la buena colocación e intensidad de los norteños, impidió ver cualquier muestra de juego entrelazado de los de Sinsheim.

Los pupilos de Gisdol no supieron en ningún momento cómo atacar el partidoCon dicho panorama, el Hamburgo, tirando de su habitual juego directo, tendría las primeras y mejores ocasiones de la primera. Alrededor del 20, Gregoritsch y Lasogga desperdiciarían sendas oportunidades de cabeza, y poco después, Müller obligaría a la intervención de Baumann. Pese al buen arreón inicial de los visitantes, el marcador, pasada la media hora, seguía sin moverse, y el partido entró en una fase ramplona y con muy poco que echarse a la boca. Las faltas, los parones y las constantes imprecisiones reinaron entonces. El Hamburgo ya no era tan fiero, y el Hoffenheim seguía fracturado, incapaz de desligarse de la buena defensa rival. Faltas continuas, centros lejanos, jugadas precipitadas y sin excesivo criterio… fueron los protagonistas antes de que el colegiado indicara el final de la primera parte.

El golpe de brillantez

En el segundo tiempo, los equipos iniciaron el encuentro justo por el mismo sitio por el que lo habían dejado. Imprecisiones, juego trabado y escaso fútbol de toque. Un marco de partido donde, de nuevo, el Hamburgo sabría manejarse mejor que un inoperante Hoffenheim. Defensa intensa y presión permanente a la pelota, salidas rápidas y directas, y amenazas constantes en zonas de remate; el Hamburgo seguía teniendo el partido donde quería, y las ocasiones no se hicieron esperar.

Hasta 45 faltas se decretaron en el total del encuentro. Una cifra muy poco habitual en Bundesliga

Gregoritsch en dos oportunidades estuvo cerca de abrir el marcador, y Lasogga, con un centro envenenado, puso el uy en el fondo visitante. El Hamburgo, de nuevo, se topaba con su falta de gol. Por su parte, el Hoffenheim seguía off, sin ideas ni un plan claro, algo a lo que no ayudó demasiado la expulsión de Bicakcic. El central se pasó de revoluciones, y el colegiado le mostró la segunda amarilla, expulsándolo del terreno de juego. Gisdol, como remiendo, retiró a uno de los mediocentros (Schwegler), acrecentando así la sensación de fractura en su equipo. Pese a jugar con uno menos, los locales lo siguieron intentando con más corazón que argumentos reales.

El partido moría, y nadie parecía capaz de cambiar el signo del partido hasta que, en el 80, llegó la jugada del partido. El Hamburgo, con sus tres puntas sobre el césped tras la entrada del Schipplock, pareció olvidar por un instante el juego rudo de minutos atrás y se inventó una combinación maravillosa en la frontal. Cinco toques de primeras, con la participación de hasta cuatro atacantes, que acabaron de destrozar a la endeble zaga rival para que Lasogga, a puerta vacía, regalara el gol y la victoria final a los hanseáticos.

El Hoffenheim lo probaría hasta el final, pero las muestras de debilidad siguieron muy latentes y el Hamburgo se llevó una importantísima victoria. Casi un mes después, los hanseáticos volvieron a marcar, y lo que es más importante, a sumar una victoria vital para su tranquilidad. Por su parte, los sureños confirman su estado crítico. Con un equipo hecho para pelear por puestos europeos, el Hoffenheim sigue sin despegar y transita por la zona más baja de la clasificación. Las sensaciones siguen siendo malas, y el equipo empieza a dar signos de necesitar un volantazo que le haga reaccionar.