El Borussia Mönchengladbach no lo tenía fácil. Tenía que ganar en casa de uno de los equipos más poderosos de los últimos años si no quería depender del resultado del Sevilla – Juventus.

El partido no comenzó nada mal para los alemanes. Bien plantados en el terreno de juego con un 4-4-1-1 que en ocasiones se tornaba en un 5-4-1 a la hora de defender, mantenían la posesión de la bola en campo propio casi todo el rato y sin arriesgar demasiados pases con los que batir líneas para aproximarse a la meta rival.

Dahoud manejaba el partido con la confianza de un veterano pese a ser poco más que un adolescente recién llegado al fútbol del más alto nivel. Participaba en todas las transiciones y realizaba pases sencillos con los que descolocar al rival para encontrar los huecos que les permitirán llegar a la portería rival. De hecho fue él quien a los cinco minutos probó con un fuerte disparo que se iba cerca del primer palo.

Gol y respuesta

El Gladbach dominaba el partido, y cuando menos cabría esperarlo, Sterling atrajo la atención de demasiados rivales que salieron a cortarle el paso, y con una maniobra genial sacó un pase de tacón para que Silva, con poco ángulo, sacara un obús que entraba por el primer palo de Sommer. El City se adelantaba sin merecerlo.

Los visitantes se veían por detrás, pero lejos de arrugarse y venirse abajo, tiraron de casta y solamente tres minutos después una gran jugada de Johnson por banda izquierda terminó en un centro raso al segundo palo que Korb, libre de marca, remataba al segundo palo. Gran respuesta que volvía a poner las tablas en el marcador.

El tanto les sentó de maravilla a los potros que querían ser los protagonistas del partido y que tenían en su banda izquierda con Wendt su mayor baza en ataque.

Ventaja al descanso

Justo antes del final de la primera mitad llegaba el mejor momento para los de Schubert. Una contra perfectamente trenzada de nuevo por el carril izquierdo iba a parar a los pies de Wendt, que la ponía para Johnson. Su remate iba parar a los pies del brasileño Raffael, que con un segundo disparo batía a Hart y adelantaba a los suyos.

Todavía restaban 45 minutos hasta el final del encuentro pero las cosas pintaban bien para el Borussia Mönchengladbach. Ganaban en el difícil Etihad Stadium y controlaban el partido ante un City apático y que no terminaba de generar peligro real.

Cinco minutos mágicos

Algo debió de ocurrir en el vestuario de Manuel Pellegrini ya que tras el descanso ocurrió todo lo contrario que en la primera mitad. El City generaba peligro y una sensación de amenaza constante a sus rivales, que daban un paso atrás y se agazapaban cerca de su área. Además la entrada en el campo de Bony y Navas revitalizaba el ataque citizen.

Sommer se erigía héroe de su equipo parando todo lo que le llegaba mientras sus compañeros eran incapaces de detener las avalanchas que capitaneaba un peligroso Sterling.

Y a falta de diez minutos para que se cumpliera el tiempo reglamentario llegaba el momento que lo cambiaría todo. Clichy, tras doblar a Navas llegaba a línea de fondo para sacar un pase de la muerte que Sterling mandaba a la red. Empate en el marcador que no duraría demasiado puesto que un minuto después llegaba el tres a dos obra del mismo autor. Esta vez a pase de Bony y con un elegante disparo que entraba pegado al poste.

El Gladbach bajaba los brazos, y no tardaría en recibir un cuarto gol. Kolarov ponía un balón desde la banda que el marfileño Bony remataba hasta en dos ocasiones para sentenciar. Tres goles en cinco minutos que servían para enterrar las esperanzas de los potros que se hundían en la cuarta plaza del grupo ya que el Sevilla vencía uno a cero a la Juventus. Europa tendrá que esperar para el Gladbach, al menos, hasta la próxima temporada.

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Sobre el autor
Roberto Prieto
Veo, leo y escribo todo lo relacionado con el mundo del fútbol. Jugador y entrenador.