En enero de 2014, el Wolfsburgo se hizo con los servicios de Kevin De Bruyne, que venía de una época en la que jugó muy poco, por 20 millones de euros. Una cifra que en ese momento pareció una barbaridad, dado a que el joven genio belga no había demostrado demasiado a orillas del Bridge.

Su bautizo futbolístico 

Aunque dos años después, le llegó el momento de la consagración, en el que demostró que el proyecto deportivo sostenido por Volkswagen giraba en torno a él, que en ese momentos se estaba convirtiendo en uno de los jugadores más decisivos del mundo. Aunando una calidad exquisita con el balón, un desequilibrio que lo convierte en un jugador peligrosisimo en carrera y un olfato goleador envidiable, en un mismo mediapunta, se marchó a la Premier. Tácticamente era brillante, ejercía de falso 9 o de referencia, al mismo tiempo que Bas Dost se escoraba a una banda, o retrasaba su posición a la mediapunta como ocurrió en el partido ante el Bayern de Munich a finales de enero.

Un todocampista de primera calidad

Un jugador muy completo, capaz de jugar por cualquiera de las dos bandas e incluso  más retrasado, pues en muchas ocasiones baja a recibir a la zona de los mediocentros para iniciar las jugadas con una salida de balón de calidad. Valioso tanto para el contraataque, como lo demostró en Wolfsburgo, como para un equipo que domina los partidos, De Bruyne es un jugador que se adapta a todas las circunstancias. Sus cifras la temporada pasada fueron de 10 goles y 20 asistencias en Bundesliga, mientras que en Bundesliga en el año 2015 anotó 7 goles.

Este mediapunta empezó a llamar la atención de los clubes europeos, más aún cuando en el mes de enero su equipo recibió al Bayern de Munich en casa. Ese día, el mediapunta belga realizó un partido de ensueño y participó activamente en la victoria por 4-1. Asistiendo a Bas Dost en uno de los goles, moviéndose con total libertad por toda la zona del ataque, desequilibrando ante Dante y Boateng, y marcando dos goles en transición rápida.

Después evitó la derrota de su equipo con un disparo desde la frontal en campo del Eintracht de Frankfurt. Ante el Hoffenheim logró marcar dos goles, y ante el Bayer Leverkusen, asistir a Bas Dost en uno de ellos. En la victoria por 3-5 en Bremen dio tres asistencias de gol. Después, el actual jugador del Manchester City redujo su exorbitado rendimiento y dejó de dar asistencias en cada partido.

El 19 de abril ante el Schalke en casa, volvió a tener una intervención estelar igualando un gol de Sané con un disparo de interior desde fuera del área, en un partido en el que los lobos dominaron totalmente el partido. Solamente Fährmann impidió que los mineros se volvieran a Gelserkirchen con las manos vacías aquel día.

Tras estos partidos, el Bayern se coronó campeón, y el conjunto de Dieter Hecking bajó los brazos en liga. Su último gran partido con la elástica verdiblanca fue la final de copa ante el Borussia Dortmund, donde los lobos remontaron el partido al cuadro todavía dirigido por Klopp en media hora. El mediapunta belga fue partícipe de ello, marcando uno de los goles, y mareando al cuadro borusser una y otra vez.

Sociedad comparable a la formada por Dzeko y Grafite

Durante toda la temporada se dedicó a asociarse con el delantero holandés, a asistirle durante los partidos en la mejor época de su carrera, y a alternar sus posiciones en el campo, como en el partido de liga ante el Hamburgo, donde el equipo venció por 0-2, y donde Bas Dost realizó la función de referencia ofensiva, fijando a los centrales y asistiendo a Guilavogui en la jugada del 0-1 moviéndose mucho de espaldas a portería.

Actaulmente su sitio está ocupado por Draxler que está jugando en banda izquierda y Max Kruse que acompaña a Bas Dost en un 4-4-2, pero su huella siempre permanecerá en el recuerdo de los lobos.