Los primeros 45 minutos del encuentro fueron minutos de gran intensidad y de un ritmo muy alto, donde no hubo respiro para ninguno de los dos equipos. Ambos conjuntos, dada la crítica situación en la que se encuentran, tiraron más de corazón que de cabeza, lo que provocó que el balón pasara de equipo en equipo sin un claro dominador. El partido comenzó a ponerse muy de cara para el Darmstadt a los 10 minutos de juego, cuando Mario Vrancic introdujo dentro de la red un balón muerto al lado de la portería.

A raíz del primer gol, el dominio local fue en aumento y las ocasiones más claras comenzaron a sucederse a su favor. El peligro mayormente se originó en los pies de Sandro Wagner, una de las sensaciones de la temporada. Cada vez que el delantero alemán se hacía con el esférico, un sudor frío recorría el cuerpo de los defensas del Augsburgo. Pese a ello, el cuadro visitante también gozó de ocasiones durante la primera mitad del encuentro, sobre todo con golpeos lejanos desde la frontal, como el que mandó por encima de la portería Dominik Kohr a la media hora de juego.

Imagen: Darmstadt

El dominio del Darmstadt era cada vez más latente y el segundo gol se veía venir. Marwin Hitz tuvo que hacer de cortafuegos en más de una ocasión, sobre todo en el tramo final de la primera mitad, cuando tuvo que realizar más de una parada de mérito para evitar el gol local. Pese a ello, Sandro Wagner, con un potentísimo remate en plancha, consiguió poner el balón en la misma escuadra, anotando el 2-0 y alejándose aun más del rival en el marcador. Con este resultado desfavorable para el Augsburgo se dio por finalizada la primera mitad.

En la segunda mitad el guión cambio por completo. El Darmstadt se replegó atrás, cediéndole la iniciativa al Augsburgo. Vistas las estadísticas del Darmstadt durante el encuentro (59% de acierto en el pase) el plan establecido por Dirk Schuster era, a priori, un buen plan. Cero complicaciones y balones a la espalda de la defensa para tratar de sorprender con la rapidez de los hombres más rápidos. A pesar de ello, el plan no salió como ellos esperaban. Las contras a penas surgieron efecto (tres disparos en toda la segunda mitad) y los arreones del Augsburgo eran cada vez más peligrosos.

El Augsburgo no tenía nada que perder y se lanzó con todas sus armas a por el empate. El cuadro de Markus Weinzierl lanzó 11 veces a portería durante toda la segunda mitad, seis de ellos entre los tres palos. La superioridad visitante dio sus frutos recién cumplida la hora de juego, cuando Markus Feulner introdujo el balón en la portería con un durísimo golpeo desde la frontal. El cuadro visitante sabía que el 1-2 era insuficiente y siguieron intentando lograr el empate sin cesar. A punto estuvieron de conseguirlo en el 73, cuando Caiuby mandó el balón al poste izquierdo de la portería. Precisamente este último se convirtió en el protagonista de la primera jugada polémica del encuentro, al ver como el colegiado Bastian Dankert le anulaba el gol que hubiera significado el empate.

Imagen: Augsburgo

Los minutos se consumían deprisa para unos y lentos para otros. El Augsburgo veía como pasaban los minutos y no eran capaces de anotar el gol de la igualada, pese a tener oportunidades para hacerlo. Para el Darmstadt en cambio, los minutos no pasaban y mantener a raya a los jugadores rivales era más que complicado. Lo que ninguno de los dos equipos esperaba era que en minuto 89 el colegiado alemán iba a señalar la pena máxima a favor de los visitantes, en una jugada más que dudosa que encendió a todo el público asistente. Polémicas aparte, Alfred Finnbogason no perdonó desde los 11 metros, anotando lo que sería el 2-2 definitivo.

Este resultado deja con un sabor de boca amargo a los dos equipos, que ven como se les escurre entre los dedos una oportunidad de oro para salir de la zona de peligro. Ambos conjuntos están empatados a puntos, a tan solo tres puntos de puestos de playoff de descenso.